La isla
Se celebra estos d¨ªas en Alicante un interesante congreso sobre M¨¦todos Computacionales y Matem¨¢ticas en Ciencia e Ingeniar¨ªa. Ya s¨¦ que a simple vista el tema no es nada seductor y que a muchos de nosotros -perdonen la expresi¨®n- nos rasca la barriga, pero no es para dejarlo correr, cr¨¦anme. Ayer mismo, el profesor Jes¨²s Vigo Aguiar, de la Universidad de Salamanca, as¨ª, como quien no quiere la cosa, dej¨® caer una soluci¨®n cient¨ªfica que podr¨ªa poner fin al tema que trae de cabeza a medio pa¨ªs: la falta de agua. Su propuesta, de prosperar, solucionar¨ªa en breve plazo el tan tra¨ªdo y llevado problema del trasvase del Ebro, del J¨²car, las desaladoras, el tira y afloja entre socialistas y populares y, consecuentemente, las beligerancias entre regiones, gobiernos aut¨®nomos y ciudadanos de una y otra parte. Todo consiste en crear una isla de 2.000 metros cuadrados en un terreno pr¨®ximo al mar, ¨¢rido y expuesto a los rigores del sol, o sea, en una franja costera exactamente igual a la nuestra. El fen¨®meno de la isla de calor es tan sencillo como cubrir la citada superficie con materiales capaces de absorber la radiaci¨®n solar. A continuaci¨®n se espera a que la zona aumente su temperatura los suficientes grados como para crear una corriente de aire ascendente que, por su proximidad al mar, se cargar¨ªa de humedad. Cuando estas corrientes de aire caliente y h¨²medo chocan con las capas de aire fr¨ªo que circulan a uno o varios kil¨®metros de altura, la humedad se condensa y la lluvia aparece. Los cient¨ªficos garantizan precipitaciones suficientes (en un per¨ªmetro de entre 30 y 60 kil¨®metros alrededor de la isla) como para rentabilizar la inversi¨®n y el sistema artificial.
De ser as¨ª, de no frustrar este descubrimiento cient¨ªfico ninguna carambola pol¨ªtica, podemos estar hablando de la gran panacea para el litoral valenciano. Si bien es cierto que generar lluvias a nuestra medida y necesidad nos parece mera ciencia ficci¨®n, no cerremos puertas a nada. Los indios ya lo hac¨ªan en sus anchas praderas antes de que llegara el S¨¦ptimo de Caballer¨ªa. A nosotros nos falta fe en la ciencia y gobernantes bien avenidos que no persigan m¨¢s rentabilidad que el bien com¨²n.
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