El negociador cambia de lugar en la mesa
"Soy el n¨²mero uno en gesti¨®n como representante de futbolistas", afirma sin rubor Miguel Santos, de 54 a?os, cuando se le critica su candidatura a la presidencia de un club, a muchos de cuyos jugadores representa en la actualidad. Agente de ¨¦xito, y uno de los pioneros en el mercado, habitual de los futbolistas vascos, entre otros, lleva como r¨¦dito de su candidatura precisamente su origen profesional. "Desde los 16 a?os he vendido de todo: aspiradoras, biblias, vino, material deportivo, asuntos financieros, seguros y f¨²tbol", afirma como argumentos de que su experiencia puede ser v¨¢lida para un club que necesita una vuelta en su gesti¨®n.
Miguel Santos, nacido en Navarra, intent¨® en 2002 acceder a la presidencia de Osasuna, aunque nunca lleg¨® a presentarse a las elecciones que gan¨® Patxi Izco. Socio de la Real desde 1980, enfrenta su pedigr¨ª al de Fuentes, que s¨®lo adquiri¨® el carn¨¦ hace tres a?os.
Valery Karpin ser¨¢ el vicepresidente de quien se considera el n¨²mero uno de los agentes
Sabedor de la influencia de los ex futbolistas, Miguel Santos ha querido dar un impulso innovador a su candidatura, calificando a los ex futbolistas y a los ex presidentes como "la nostalgia, el pasado" y proponi¨¦ndose como la modernidad en tiempos de crisis.
Su mayor activo electoral radica en la persona de Valery Karpin, a quien ha fichado como vicepresidente deportivo, a sabiendas de que el ex jugador ruso se identifica en la grada con los valores m¨¢s recientes del esp¨ªritu blanquiazul. Algunos sectores del actual Consejo apoyan en silencio su candidatura, aunque su fuerza radica m¨¢s en los grandes accionistas del club que en los peque?os titulares que ejemplifican la masa social de la entidad. Su figura es controvertida. Por ejemplo, la Real negocia la venta de Arteta para sanear las arcas y el representante real del jugador es Miguel Santos. Y de muchos m¨¢s. Santos realiz¨® una declaraci¨®n jurada de renuncia a su actividad, dejando el despacho en manos de sus socios. Sin embargo, si es presidente, tendr¨¢ que negociar con ellos. "Ya saben c¨®mo soy. En el otro lado de la mesa ser¨¦ igual de implacable. Ya lo saben", asegura.
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