Gregorio Peces-Barba
El Premio por la Defensa de los Derechos y las Libertades Fundamentales, que recuerda a Francisco Tom¨¢s y Valiente, uno de nuestros excelentes intelectuales, gran magistrado y hombre de Estado, ha sido concedido este a?o a Gregorio Peces-Barba. El premio no puede estar m¨¢s justificado. Ni puede ser m¨¢s oportuno el momento de su concesi¨®n, precisamente cuando el profesor Peces-Barba est¨¢ siendo sometido a una injustificada operaci¨®n de descalificaci¨®n personal y acoso. Tal vez no sea ocioso explicar a los j¨®venes, y recordar a todos, la aportaci¨®n de Gregorio Peces-Barba a la consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a.
Gregorio Peces-Barba, ante todo, ha sido y es un gran profesor desde que en la d¨¦cada de los sesenta comenz¨® como ayudante de Filosof¨ªa del Derecho con Ruiz Gim¨¦nez y El¨ªas D¨ªaz, las personas que -junto con Kelsen, Hart y Bobbio- m¨¢s han influido en su formaci¨®n. Alguna vez le he o¨ªdo decir de sus maestros lo que dec¨ªa Goethe de los suyos: dichoso aquel que recuerda a sus antepasados con agrado, que gustosamente habla de sus acciones y de su grandeza y que serenamente se alegra vi¨¦ndose al final de tan hermosa fila. ?stos fueron sus maestros y tales son los eslabones de la fila a la que pertenece el profesor Peces-Barba; una fila que ¨¦l ha continuado creando una numerosa escuela que ha hecho de los derechos humanos el centro de reflexi¨®n.
Pero Gregorio Peces-Barba se ha definido a s¨ª mismo como "profesor y jurista que participa un tiempo de la acci¨®n pol¨ªtica". Su dedicaci¨®n a la pol¨ªtica ha sido un acto de servicio a la consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a. As¨ª es como estuvo de 1972 a 1986 en la pol¨ªtica activa. Y as¨ª es como ha vuelto a asumir una carga tan dif¨ªcil como Alto Comisionado para las V¨ªctimas del Terrorismo; como servicio que se presta y no como profesi¨®n honorable de la que se vive.
Su actividad pol¨ªtica se ha realizado siempre en el partido socialista. Desde el inicio de la d¨¦cada de los setenta colabor¨® activamente en la reconstrucci¨®n de este partido. Diputado a las Cortes Constituyentes, organiz¨® el Grupo Parlamentario Socialista y parlamentariz¨® el socialismo espa?ol hist¨®ricamente tentado a privilegiar otras formas de lucha. La actividad del grupo parlamentario dirigido por Peces-Barba fue capital en la estrategia de hacer de esta organizaci¨®n un partido "aseado y europeo", serio y preparado para hacerse cargo del Gobierno poco tiempo m¨¢s tarde.
Especial trascendencia tuvo su conocida aportaci¨®n como ponente de la Constituci¨®n. En las Constituyentes del 77, Gregorio Peces-Barba represent¨® lo que en la Rep¨²blica representaron personajes como Luis Jim¨¦nez de As¨²a o Fernando de los R¨ªos: la interiorizaci¨®n en el socialismo espa?ol de los principios del Estado de derecho. Si en 1931 se refer¨ªan a De los R¨ªos o a As¨²a como "do?a juridicidad", en las Constituyentes del 77 y en los Gobiernos sucesivos el apelativo que se aplicaba al trabajo de Peces-Barba era el de "juridicismo", lanzado por quienes, obsesionados por la eficacia y la eficiencia econ¨®mica, consideraban los procedimientos y las formas aut¨¦nticos engorros en la acci¨®n del Gobierno.
Al pol¨ªtico Peces-Barba se le ha ubicado como cabeza de una pretendida e inexistente corriente denominada vaticanismo. El llamado vaticanismo no era sino un conjunto de juristas reunidos en torno a Gregorio Peces-Barba, miembros de las importantes Comisiones de Reglamento, Justicia y Constituci¨®n y empe?ados en que el partido socialista que renac¨ªa de sus cenizas tras la dictadura fuera el m¨¢s firme defensor de los principios del Estado social y democr¨¢tico de derecho.
Esta dimensi¨®n de la importancia del derecho para la acci¨®n pol¨ªtica ha ido acompa?ada asimismo de una apuesta decidida por el parlamentarismo. Su car¨¢cter conciliador y su esp¨ªritu de consenso le convirtieron en el candidato id¨®neo para la Presidencia del Congreso de los Diputados, cargo para el que fue elegido por unanimidad. Me correspondi¨® entonces, como encargado de las relaciones con las Cortes, tender puentes entre los miembros del Gobierno, la oposici¨®n (que no daba mucha guerra) y el propio presidente del Congreso (que no dejaba de darla). ?ste, siempre generoso con la oposici¨®n y extremadamente riguroso con el Gobierno socialista, sirvi¨® de contrapeso necesario a una mayor¨ªa de 202 diputados. Fue el presidente oportuno en el momento oportuno.
Dentro del socialismo, Peces-Barba ha representado la concepci¨®n ¨¦tica, humanista y democr¨¢tica, en una l¨ªnea de pensamiento que, comenzando por la Ilustraci¨®n, conecta intelectualmente con hombres de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza como Juli¨¢n Besteiro y, sobre todo, Fernando de los R¨ªos. La obra del profesor Peces-Barba se enmarca en una larga tradici¨®n consistente en tratar de unir, para decirlo con el t¨ªtulo de uno de sus importantes art¨ªculos de la d¨¦cada de los setenta, socialismo y libertad. No ha sido ¨¦sta, como bien es sabido, la ¨²nica tradici¨®n dentro del socialismo; pero felizmente la l¨ªnea que en la transici¨®n se impuso fue la que ¨¦l defend¨ªa: aquella que se negaba a sacrificar la libertad con el se?uelo de la igualdad; que consideraba irrealizable la una sin la otra y que hac¨ªa de los derechos humanos no algo simplemente compatible con el socialismo, sino el propio fundamento del mismo.
Con tales antecedentes, era evidente que pocas personas reun¨ªan mejores cr¨¦ditos para ser aceptadas por todos como Alto Comisionado para las V¨ªctimas del Terrorismo. Pero no ha sido as¨ª y, por ello, es obligado preguntarse por qu¨¦ una parte de la derecha ha declarado una oposici¨®n tan implacable a quien simboliza el di¨¢logo, la moderaci¨®n, el respeto a los derechos humanos y a los valores del Estado de derecho. Y tal vez el radicalismo con que se le est¨¢ atacando, adem¨¢s de desconocimiento de la historia de nuestra democracia, tenga tambi¨¦n algo que ver con su ¨²ltima gran empresa: la defensa de una moral p¨²blica laica.
Aunque durante alg¨²n tiempo se dibuj¨® una imagen de Peces-Barba vinculado a la Iglesia cat¨®lica, la verdad es que su abandono de la misma fue muy temprano y que lo hizo "por su inocencia hist¨®rica, una insufrible superioridad, una tolerancia simulada y una convicci¨®n de que la verdad de los creyentes debe ser tambi¨¦n verdad para todos los ciudadanos". Con el tiempo su alejamiento se ha convertido en ruptura cuando lleg¨® a la convicci¨®n de que la Iglesia siempre ha pretendido imponer su moral -una moral privada- como la ¨¦tica p¨²blica de toda una sociedad. Frente a la moral de la Iglesia, el profesor y pol¨ªtico Peces-Barba opone la ¨¦tica p¨²blica de la modernidad; una ¨¦tica p¨²blica laica que ampara las plurales ¨¦ticas privadas de toda sociedad moderna. Muy pocos hombres p¨²blicos en Espa?a han defendido y siguen defendiendo con tanta pasi¨®n y contundencia estos postulados. Y esto tal vez pese m¨¢s en ciertos sectores que el compromiso vital del profesor Peces-Barba con los derechos y las libertades p¨²blicas en Espa?a.
Todo elogio, seg¨²n Arist¨®teles, es la descripci¨®n de una virtud. Vivimos en un mundo poco o nada propicio a la admiraci¨®n. En lugar de la admiraci¨®n, nos contentamos con el asombro, que no es sino la sorpresa ante la rareza o la desmesura. Y esto es un gran error, como ya lo advert¨ªa Montaigne en sus Ensayos: extraordinaria prueba de la debilidad de nuestro juicio -dec¨ªa- es que se valoren las cosas por su rareza o novedad, o incluso por su dificultad, aunque no les acompa?e la bondad y utilidad. Nuestra cultura cultiva y mima lo nuevo, lo singular, lo inesperado que es lo que produce el asombro: pero la admiraci¨®n es otra cosa, pues s¨®lo surge de la contemplaci¨®n de lo valioso. No es que no haya ejemplos admirables. Es que se nos est¨¢ atrofiando la capacidad de admiraci¨®n. O que, como ha se?alado Aurelio Arteta, no la vemos all¨ª donde se nos presenta.
La concesi¨®n del Premio por la Defensa de los Derechos y Libertades Fundamentales a Gregorio Peces-Barba es una excelente ocasi¨®n para practicar esa virtud de la admiraci¨®n con una persona que ha sido y es un ejemplo como profesor y como pol¨ªtico. Su trayectoria, especialmente su defensa de los derechos humanos, de los principios del Estado de derecho y su defensa de la moral p¨²blica de la modernidad merece elogio y, por tanto, admiraci¨®n. Ojal¨¢ que el premio que se le ha otorgado les sirva a los j¨®venes como ejemplo de entrega al servicio p¨²blico y a la defensa de los derechos humanos.
Virgilio Zapatero es rector de la Universidad de Alcal¨¢.
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