20 kil¨®metros de caravana

Henri Desgrange se invent¨® el Tour hace m¨¢s de cien a?os, y en 1930, hace 75, cuando se descubri¨® Plut¨®n y Georges Simenon ide¨® las aventuras del comisario Maigret, voil¨¤!, hizo nacer la caravana publicitaria. Hoy, como entonces, todo el que salga a las carreteras para ver pasar a los ciclistas se entretendr¨¢ un par de horas antes con esa otra comitiva, que se supera a s¨ª misma y bate marcas en sus bodas de diamante. Los ingresos por publicidad directa van en aumento, en consonancia con la corriente: m¨¢s de la mitad de los 12 millones de euros que gana anualmente Lance Armstrong los cobra en referencias publicitarias.

El concepto de escaparate ambulante es tan intr¨ªnseco al Tour como sus or¨ªgenes. Y es que naci¨® auspiciado por empresas referentes a la manufactura de bicicletas o sus componentes, como Citro?n. No fue hasta llegados los 50 que firmas comerciales ajenas al ciclismo entraron en el pelot¨®n. Para desesperaci¨®n de Jaques Goddet, director de la carrera y valedor del inicial esp¨ªritu, Nivea funcion¨® como equipo en 1953.

Incluso los colores de los maillots que premian a los campeones en cada categor¨ªa tienen base publicitaria. Fue tambi¨¦n en 1953 cuando se vio el primero verde, destinado a honrar al corredor m¨¢s regular. La Bella Jardinera, firma de productos para la jardiner¨ªa, escogi¨® el color convirti¨¦ndose en el primer sponsor no ciclista para los jerseys. Mas tarde, en 1975, la chocolatera Poulain se hizo cargo de los premios para el mejor escalador, reconocido desde 1933, pero no identificado. Se trataba de competir en visibilidad dentro de un panorama multicolor deslumbrante. La soluci¨®n la encontraron en casa: los colores de una de sus c¨¦lebres chocolatinas sirvieron para vestir a topos blancos y rojos al mejor en la monta?a. Este a?o, una empresa de supermercados paga 300 euros al d¨ªa a quien vaya vestido de chocolatina. En el Tour todo tiene precio menos la gloria.

Hoy, antes de que el primer ciclista baje la rampa en Formentine, una retah¨ªla de coches y autocares, alineados y ordenados en funci¨®n de lo que paguen por estar ah¨ª, pasar¨¢ por el trazado, como har¨¢ durante las tres pr¨®ximas semanas, como aperitivo. Doscientos veh¨ªculos en representaci¨®n de 40 marcas comerciales distintas formar¨¢n 20 kil¨®metros de desfile. Durante 45 minutos, quienes se agolpen en las cunetas recibir¨¢n un espectacular bombardeo a golpe de regalitos: 11 millones de objetos se repartir¨¢n por el camino.

Es tan divertido de ver un d¨ªa como insoportable si se vive desde dentro. "A los cuatro d¨ªas de caravana, empieza a ser una tortura", confesaba ayer monsieur Bivou, conductor de uno de los Citro?n 2CV que, pintados a cuadros rojos y blancos, como un mantel, con una cesta de mimbre sobre el cap¨®, representan a los embutidos Cochonou. "Usamos tapones en los o¨ªdos para soportarlo", explicaba.

Entre los veh¨ªculos tuneados destacan dos Land Rover que pasean a dos canguros en bici para anunciar la Vuelta a Australia, as¨ª como los coches de una firma de estilogr¨¢ficas con r¨¦plicas hinchables y unos con enormes vacas y cajas de quesitos en porciones: La Vaca que R¨ªe vuelve al Tour.