Los amos de Espa?a
YO (CONCRETAMENTE) no creo en la cr¨ªtica constructiva. A m¨ª la cr¨ªtica constructiva me da por saco, por decirlo finamente. Puestos a elegir, prefiero mil veces una cr¨ªtica destructiva. Cuando un cerdo te hace una cr¨ªtica destructiva, todo el mundo te dice: "Ese t¨ªo te tiene gato, ese t¨ªo no te traga". Quieras que no, es un consuelo. Pero, dime t¨², ?a qu¨¦ te aferras cuando la cr¨ªtica es constructiva? Yo creo que los verdaderos malafoll¨¢s son los que hacen cr¨ªticas constructivas. Yo, que personalmente no creo en la violencia f¨ªsica, en estos casos, f¨ªjate, la justifico. Cuando un t¨ªo te hace una cr¨ªtica constructiva, yo (concretamente) le volver¨ªa la cara del rev¨¦s, por decirlo finamente. Todo esto viene a cuento porque me ha escrito un individuo que dice que es admirador (ja, ja, admirador). Se pasa la mitad de la carta dici¨¦ndome que me admira (s¨ª, s¨ª, que me admira) y la otra mitad a hacerme cr¨ªtica constructiva. Pero, t¨ªo atravesao, ?no me admirabas tanto? Pues adm¨ªrame ciegamente, t¨ªo. El t¨ªo es jubilado y de La Manga, y, no s¨¦ c¨®mo ni por d¨®nde, se ha hecho con mi direcci¨®n de Nueva York. Mi sospecha fundada es que la direcci¨®n se la ha dado mi padre, porque el mundo de la jubilaci¨®n est¨¢ muy organizado y tienen canales de informaci¨®n que las personas normales ni olemos. El t¨ªo se ha decantado por el correo tradicional, con lo cual sospecho que es un jubilado de esos de La Manga que una vez que se han dado todos los barros, se han comido todas las paellas y se han zampado todos los cornetes, que es, sin lugar a duda, el helado preferido de los jubilados espa?oles, se aburre, el t¨ªo se aburre, y me manda una carta a mi buz¨®n, que es lo que hacen actualmente los jubilados, mandar cartas a los buzones. Bien es cierto que son los que mantienen vivo el correo tradicional, y a ellos deber¨ªan hacerle los carteros un homenaje; pero creo que deber¨ªamos frenarles un poquito, no s¨¦ de qu¨¦ manera, pero frenarles, porque el mundo de la jubilaci¨®n est¨¢, a mi modo de ver, desatadillo. El t¨ªo dice que le encanta que yo escriba tan a la patalallana, que ¨¦l fue franquista ("era lo que se llevaba"), pero que ahora est¨¢ a favor del matrimonio gay, de que todos podamos investigar con c¨¦lulas madre incluso en nuestros propios domicilios, hacer hijos a la carta ("mejor saldr¨ªan"), adoptar sin condiciones y ser adoptados sin l¨ªmite de edad: "Yo mismo", dice el t¨ªo, "me ofrezco para que me adopten dos se?oritas sea cual sea su opci¨®n sexual. A mi edad, me basta con que me mimen y con la mera contemplaci¨®n, como un beb¨¦ de pecho". Ser¨¢ asqueroso. Despu¨¦s de esta significativa introducci¨®n que nos muestra que los abuelos han confundido la libertad con el libertinaje, el t¨ªo la emprende conmigo; dice que lo que le molesta de mis art¨ªculos no son las soeces referencias sexuales (tipo El Higo, Clases de Felaci¨®n en el Soho, y tal), que son para ¨¦l lo ¨²nico que merece la pena; la cr¨ªtica viene porque dice el t¨ªo que mis art¨ªculos adolecen de informaci¨®n pura y dura, que s¨®lo tratan de gilipolleces, hablando en plata. Dice que un grupo de jubilados residentes en La Manga est¨¢ preparando para el oto?o un viaje a la ciudad de los rascacielos, subvencionado, por cierto, por no s¨¦ qu¨¦ consejer¨ªa (ganas me dan de ser neo-con y cortarles un poquito el grifo de tanto viaje), y piensan que mis art¨ªculos, a nivel gu¨ªa tur¨ªstica, no les sirven para nada; que los leen y los releen y hay coloquio, y se han preguntado c¨®mo es que un peri¨®dico serio no reconduce a una columnista que, si bien posee buena materia prima (?gracias!), no acaba de centrarse en los temas que aborda. "Muy al contrario", dice el viejo capullo, "ah¨ª tenemos el libro Ventanas de Manhattan, que estamos todos leyendo como la Biblia, y que rebosa informaci¨®n de inter¨¦s cultural [ser¨¢ cerdo]". Y sigue: "Dicho ejemplar de Ventanas fue donado por una librera solidaria el pasado 23 de abril a nuestra asociaci¨®n, y el Ayuntamiento, muy amablemente, nos lo fotocopi¨® cuarenta veces, porque nosotros", dice el cretino, "defendemos la pirater¨ªa de cara a los mayores de sesenta a?os". Ya te digo, hunden Espa?a. "Espero", acaba diciendo, "que todo esto se lo haya tomado como cr¨ªtica constructiva de un colectivo de cuarenta ancianos que ven en usted un diamante en bruto y que la leen con simpat¨ªa, pero sin que dicha simpat¨ªa les ciegue el juicio cr¨ªtico; porque somos ancianos, pero no idiotas. Suyo siempre, Florencio".
Despu¨¦s de leer atentamente esta carta, me doy cuenta de que esto me pasa por buena, por ser cercana al lector. "Al lector, ni agua", es mi nuevo lema. La mala sombra que tiene la cosa es que Florencio y La Manga me pillan tan a trasmano actualmente que si se diera el caso de que yo le quisiera partir la boca a Florencio (que es lo que me pide el cuerpo actualmente), entre que tengo el billete para Madrid el 8 de julio, que llego a Madrid, que el consabido jet-lag, que c¨®gete un autob¨²s a La Manga, que localiza a Florencio -que estar¨¢ d¨¢ndose un masaje subvencionado, o en un buf¨¦ de esos donde se ponen morados los abuelos (que est¨¢n arruinando la hosteler¨ªa con su voracidad), o ba?¨¢ndose en los barros-, la verdad, se le quitan a una las ganas. Imag¨ªnate que me tengo que meter en el barro para saltarle al cuello a Florencio, seguro que se me echan cinco abuelas encima para defenderlo, y cinco abuelas espa?olas impregnadas en barro te conducen a una muerte segura por aplastamiento en primer grado. Y encima la ley no puede con ellos, qui¨¦n los mete en la c¨¢rcel. Lo que yo te diga; los amos, se han hecho los amos.
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