Nervios bancarios
El m¨¢ximo alcanzado en los precios del petr¨®leo, la excepcional expansi¨®n crediticia y el nivel hist¨®ricamente bajo de los tipos de inter¨¦s reales ser¨ªan los principales elementos generadores de inquietud para el BIS
LOS BANCOS CENTRALES no est¨¢n tranquilos. Frente a una realidad econ¨®mica global menos confortable que la del pasado reciente, los responsables de la pol¨ªtica monetaria y de la supervisi¨®n financiera en las principales econom¨ªas tratan de orientar sus decisiones y recomendaciones al fortalecimiento de la estabilidad sin cercenar las hoy menos evidentes posibilidades de crecimiento. La importancia relativa que en los distintos pa¨ªses se le asigna a cada uno de esos prop¨®sitos es, l¨®gicamente, desigual, incluso en el seno de Europa.
La que de forma m¨¢s expl¨ªcita ha manifestado su inquietud por las amenazas a la estabilidad ha sido la decana de las instituciones multilaterales, el Banco Internacional de Pagos (BIS), que celebra ahora su 75? aniversario. Y no lo hace precisamente echando las campanas al vuelo. Nunca se ha caracterizado este coordinador de los bancos centrales por ser la alegr¨ªa de la huerta en sus interpretaciones de la econom¨ªa y de las finanzas internacionales; en su reci¨¦n publicado informe anual tampoco regatea advertencias, forzando incluso similitudes del momento actual con la etapa del final de los sesenta y su desembocadura en los inflacionistas setenta del pasado siglo, que no invitan precisamente a la tranquilidad.
El m¨¢ximo alcanzado en los precios del petr¨®leo, la magnitud de los desequilibrios nacionales, el distanciamiento de los tipos de cambio de algunas monedas de sus referencias de equilibrio, la excepcional expansi¨®n crediticia y el nivel hist¨®ricamente bajo de los tipos de inter¨¦s reales ser¨ªan los principales elementos generadores de inquietud para el BIS. Ya han contribuido, en todo caso, a que el a?o en curso no pueda batir a 2004 como el mejor de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas.
Las preocupaciones de la Reserva Federal, seg¨²n hemos verificado esta misma semana, siguen estando m¨¢s centradas en la normalizaci¨®n de la curva de tipos de inter¨¦s: en la resoluci¨®n del conundrum de los bonos, en expresi¨®n del propio Alan Greenspan, o del correspondiente puzzle, seg¨²n el BIS: la yuxtaposici¨®n de bajos rendimientos de los bonos con una econom¨ªa aparentemente robusta y tipos de inter¨¦s de intervenci¨®n al alza. Esos bajos tipos de inter¨¦s a largo plazo, adem¨¢s de interpretarse como ausencia de amenazas inflacionistas, pueden transmitir una escasa confianza en las posibilidades de crecimiento a largo plazo.
Esta ¨²ltima preocupaci¨®n parece asumida por aquellos otros bancos centrales que ya han dispuesto la reducci¨®n de sus tipos de inter¨¦s o est¨¢n consider¨¢ndolo seriamente. A la decisi¨®n que hizo efectiva la semana pasada el Banco de Suecia, y la que acaba de hacer el Banco Central de Polonia, en medio y un punto, respectivamente, pueden sucederles movimientos similares del Banco de Inglaterra e incluso del Banco Central Europeo, al que el FMI y la OCDE le han sugerido hace tiempo la conveniencia de hacerlo. Una decisi¨®n hoy algo menos probable que cuando el euro estaba mas apreciado frente al d¨®lar, y el barril de petr¨®leo en niveles menos amenazantes de la estabilidad de los precios en la eurozona.
Esa eventual relajaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria ayuda a comprender los nervios del Banco de Espa?a. Hu¨¦rfano de capacidad de decisi¨®n en pol¨ªtica monetaria, de acciones con las que neutralizar los ya muy expl¨ªcitos riesgos sobre la estabilidad de precios, se limita, al igual que el BIS, a la emisi¨®n de alertas. Las relativas al elevado endeudamiento de las familias, derivadas en gran medida de la expansi¨®n sin precedentes de la actividad y de los precios inmobiliarios, son las m¨¢s insistentes, aunque en modo alguno las ¨²nicas.
Ocasi¨®n deber¨ªa haber en la pr¨®xima reuni¨®n del Grupo de los Ocho en Glenaglels, para no s¨®lo compartir diagn¨®sticos e inquietudes, sino para tratar de atajarlas reforzando la cooperaci¨®n entre los ministros de finanzas y banqueros centrales, como sugiere el propio BIS. Lo aconseja no tanto la dif¨ªcil preservaci¨®n del crecimiento de la econom¨ªa mundial del pasado a?o, sino la m¨¢s importante y no menos comprometida estabilidad financiera global.
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