Solos ante el decreto antitabaco
Una mujer joven, entrada en los cuarenta, confiesa ante un modesto auditorio de apenas una docena de personas que el resto de su existencia va a ser insatisfactorio. La mujer dice que los mejores momentos de su vida han pasado ya, que es mejor morir m¨¢s joven si a cambio puede disfrutar de unos a?os m¨¢s fumando. La mujer tiene dudas: para ella, en esos momentos, la felicidad depende del tabaco. Sin tabaco sufre. Lleva dos meses sin fumar y a veces cree que no puede m¨¢s. Enfrente suyo, un hombre cercano a los 60 a?os reconoce que ya no disfruta de las ma?anas del s¨¢bado como antes, cuando acud¨ªa al despacho para adelantar trabajo sabiendo que pod¨ªa encender un cigarrillo sin nadie que le molestara. Ese placer solitario ya no le pertenece.
Espa?a se incorporar¨¢ a la vanguardia de los pa¨ªses sin humo. Pero ?qu¨¦ papel les tocar¨¢ interpretar a los fumadores, v¨ªctimas y culpables al mismo tiempo?
"Ahora mismo no hay una sola unidad de tabaquismo propiamente dicha en la sanidad p¨²blica, con su autonom¨ªa de medios", dice Jos¨¦ Mar¨ªa Carreras
El hombre y la mujer son parte de una docena de ex fumadores que se cuentan sus penas en p¨²blico. Es una sesi¨®n de terapia. La mayor¨ªa de ellos han elegido libremente dejar de fumar y someterse a un programa. Todos usan parches de nicotina. Casi todos mascan chicle. Vi¨¦ndoles parecen aut¨®matas. Se ven unos a otros como drogadictos en tratamiento. Esa es la realidad de su dependencia al tabaco, la misma que le hace a la mujer decir que no hay felicidad sin nicotina.
Cuando acaba la sesi¨®n, todos prometen p¨²blicamente no fumar en los pr¨®ximos 15 d¨ªas. Algunos de ellos lo est¨¢n intentando por segunda vez. En este asunto, las estad¨ªsticas no enga?an: entre un 15% y un 40% fracasar¨¢ en su primer intento. Sin embargo, son unos privilegiados: tienen ayuda. Ahora mismo recibir una terapia en Espa?a dentro del sistema sanitario p¨²blico significa entrar en una lista de espera. En unos meses, esa lista se har¨¢ todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de gestionar y sobrepasar¨¢ con facilidad el a?o en muchos lugares. Ese es el panorama que se cierne sobre los 14 millones de fumadores espa?oles, a partir del 1 de enero: fumar estar¨¢ prohibido por ley, pero dejar de hacerlo ser¨¢ un verdadero problema por muchos motivos. El Estado s¨®lo habr¨¢ cumplido la mitad de su trabajo.
Consejos y campa?as
El cerco se cierra sobre los fumadores. A seis meses de la entrada en vigor de una ley que supone una restricci¨®n total al tabaco en centros de trabajo y locales p¨²blicos, las autoridades sanitarias apuran todo tipo de medidas preventivas, desde la realizaci¨®n de la pen¨²ltima campa?a publicitaria a la edici¨®n de una gu¨ªa para ayudar a los fumadores a tomar la decisi¨®n. Dentro de unos meses se pondr¨¢ en marcha un tel¨¦fono de ayuda. Los mensajes tratar¨¢n de infundir ¨¢nimos en el fumador, aunque hay que reconocer que los consejos no son a veces muy estimulantes. "No tenga en la nevera alimentos que le gusten demasiado", dice uno de tantos.
Todo este entramado legal y propagand¨ªstico se ha resuelto sin necesidad de negociaci¨®n: la sociedad asume incondicionalmente que los d¨ªas de la tolerancia al tabaco est¨¢n contados. Los sindicatos aceptan las medidas sin rechistar, aunque en privado confiesen sus dudas sobre una imposici¨®n que deja al trabajador desamparado. S¨®lo queda la oposici¨®n marginal y est¨¦ril del sector tabaquero, que se da por sobreentendida.
Dir¨ªase que el escenario est¨¢ preparado y los ciudadanos est¨¢n avisados con suficiente antelaci¨®n. Sobre el papel, Espa?a se incorporar¨¢ a la vanguardia de los pa¨ªses sin humo. Pero, ?qu¨¦ papel les tocar¨¢ interpretar en todo este asunto a los fumadores, v¨ªctimas y culpables al mismo tiempo? El fumador se encontrar¨¢ solo en la mayor¨ªa de los casos, sin posibilidad de recibir ayuda. "Ahora mismo, no hay una sola unidad de tabaquismo propiamente dicha en la Sanidad p¨²blica espa?ola, con su autonom¨ªa de medios", dice Jos¨¦ Mar¨ªa Carreras, del hospital Carlos III de Madrid. Su afirmaci¨®n la corrobora Maria ?ngeles Planchuelo, presidenta de la Sociedad Espa?ola de Expertos en Tabaquismo.
En 1985, un 38% de los trabajadores norteamericanos sufr¨ªan alg¨²n tipo de restricci¨®n al tabaco en sus centros de trabajo. En 1993, el porcentaje llegaba al 82%. En 1990, un 36% de las empresas norteamericanas hab¨ªan puesto en marcha entre sus empleados programas de ayuda para dejar de fumar; algunas de ellas hab¨ªan impuesto incentivos tales como horas libres o d¨ªas de vacaciones extra para quienes consiguieran abandonar el tabaco. La sociedad norteamericana ten¨ªa ese terreno adelantado antes de imponer una ley seca respecto al tabaco.
Sin planes ni ayudas
No es el caso de Espa?a: en el a?o 2005, no existen datos sobre estos pormenores y s¨ª la sensaci¨®n de que muchas empresas imponen la restricci¨®n total sin echar mano siquiera de un plan previo de ayuda como recomiendan los expertos. Al menos seis meses antes de la prohibici¨®n deber¨ªan establecerse planes de ayuda, hecho que no se produce en Espa?a salvo en contadas ocasiones.
Al fumador espa?ol se le van a plantear tres posibilidades si quiere dejar el cigarro. Una, incorporarse a un plan de ayuda en la empresa donde trabaja, si existe tal plan. Dos, acudir al mercado, donde le prometer¨¢n milagros de dudosa eficacia a un precio m¨¢s o menos razonable. Y tres, ir al m¨¦dico de cabecera.
Los expertos coinciden en afirmar que el camino recomendable es acudir a la asistencia primaria. "Lo ideal es que sea el m¨¦dico de cabecera quien trate al fumador, pero hay dificultades de que eso sea as¨ª de forma inmediata por varios motivos: por falta de formaci¨®n y por necesidad de dedicarle un tiempo, dado que se trata de un paciente que necesita una dedicaci¨®n intensiva durante las primeras semanas de tratamiento", dice Planchuelo.
El 1 de enero de 2006 ser¨¢ una fecha hist¨®rica en la lucha contra el tabaquismo en Espa?a. Los planes est¨¢n ultimados y la propaganda lista. El Estado quedar¨¢ con la conciencia tranquila. Pero ?y el fumador?
De las plantas medicinales a los mensajes SMS
EL MERCADO es interesante: en Espa?a hay 14 millones de fumadores, una parte de los cuales quiere dejar de fumar y necesita ayuda para hacerlo. Las campa?as antitabaco y las medidas prohibicionistas han alentado la oferta en el mercado de una ingente cantidad de remedios para ayudar al fumador a dejar su h¨¢bito. Todos ellos prometen el ¨¦xito en un breve periodo de tiempo. Los expertos no hacen ninguna distinci¨®n sobre estos m¨¦todos, no se?alan unos como m¨¢s eficaces que otros. "Todos", explica el doctor Jos¨¦ Mar¨ªa Carreras, del hospital Carlos III de Madrid, "tienen el mismo efecto que el placebo. Se han hecho pruebas cient¨ªficas con la acupuntura, con la hipnosis homeop¨¢tica, con buena parte de estos productos, y el resultado en todos es el mismo. Todos est¨¢n en un rendimiento del 15%, que es el mismo del placebo. Hay que tener en cuenta que por otros procedimientos m¨¢s ortodoxos se dobla este porcentaje o se alcanza incluso el 60%".
La oferta es tan variada que supera lo imaginable. A m¨¦todos ya conocidos como las hierbas medicinales, las pulseras magn¨¦ticas y la acupuntura, que podr¨ªan considerarse hasta cierto punto como tradicionales o cl¨¢sicos, se ha unido una corriente de nuevo cu?o protagonizada por los centros est¨¦ticos que han ampliado su gama de actuaci¨®n y lo mismo utilizan los rayos l¨¢ser para una cirug¨ªa reparadora que para quitarle a un fumador las ganas de fumar.
Finalmente, al mercado se han incorporado con mucha fuerza todo tipo de empresas que captan al fumador a trav¨¦s de Internet y que utilizan la Red o la telefon¨ªa m¨®vil como elemento para prestar una ayuda. Hay p¨¢ginas web que ofrecen m¨¦todos que se pueden seguir por ordenador, unos gratuitos y otros pagando a partir de la segunda o tercera sesi¨®n. Y hay una empresa catalana que ofrece ayuda a trav¨¦s de mensajes SMS. Uno de sus gestores explica que el m¨¦todo se efect¨²a previo pago de 90 euros. La empresa hace un seguimiento del fumador durante una semana: cada vez que encienda un cigarrillo debe enviar un mensaje. De esa forma fijan su patr¨®n como fumador. Hecho el estudio, el cliente elige una fecha para dejar de fumar y recibe ayuda a trav¨¦s de mensajes. "Nosotros llenamos el vac¨ªo del tabaco a trav¨¦s de mensajes SMS".
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