Flamenco de altos vuelos en la Mezquita
M¨²sica de altos vuelos la que Paco Pe?a ha creado para este R¨¦quiem flamenco. M¨²sica de un elevado contenido m¨ªstico y l¨ªrico. El R¨¦quiem lleva el subt¨ªtulo de Canto a la tierra por su intencionalidad ecol¨®gica, que preside toda la obra. Una obra compleja, de hora y media de duraci¨®n, que va recorriendo los distintos estados de ¨¢nimo que el R¨¦quiem motiva, desde el Mea culpa hasta la Esperanza final, porque, en definitiva, la obra es un canto de esperanza. "Vivo con alegr¨ªa y esperanza en los hombres...". Y se expresa la creencia en que "los ni?os jueguen y que bailen entre flores y alegres corran los campos...".
Paco Pe?a se ha inspirado para esta creaci¨®n en textos de Peter Bunyard y versos de Homero. La grandeza de toda la obra es incuestionable. Una grandeza que va encajando con perfecta naturalidad en los estilos flamencos m¨¢s diversos, que interpretan los cantaores y, ocasionalmente, los coros. Gran papel para los coros, singularmente la Coral San Jordi, que tiene una considerable y muy significativa participaci¨®n. Esta coral suena vigorosa y dulce, con entidad propia, dando personalidad bien definida a grandes pasajes del R¨¦quiem.
R¨¦quiem flamenco. Canto a la tierra
Guitarras: Paco Pe?a, Paco Arriega, Rafael Montilla. Cante: El Chaparro, Miguel Ortega, Mar¨ªa del Mar Fern¨¢ndez, Rafael de Utrera. Percusi¨®n: Nacho L¨®pez, Juan Fra. Sopranos: Mireia Donet, Gloria L¨®pez, Inmaculada Borrego. Coral Sant Jordi, Coro Infantil de C¨®rdoba. Mezquita de C¨®rdoba, 1 de julio.
Los cantaores hacen igualmente un trabajo superior, en partes que a veces no conocen bien. Se les exige un notable esfuerzo, en cantes poco brillantes ocasionalmente, pero de una gran complejidad. Son partes poco lucidas, porque se insertan en el bloque general con partes de los coros, y as¨ª el trabajo de los cantaores queda diluido en el ambiente general. Otras veces, en cambio, sus voces brillan con sorprendente sonoridad, regal¨¢ndonos versiones excepcionales de los estilos que interpreta: la petenera, la serrana, la siguiriya y un largo, muy largo etc¨¦tera.
Las guitarras tienen una labor fundamental, pues a fin de cuentas ellas hacen la m¨²sica solitaria junto a unas ligeras percusiones. Rafael Montilla, Paco Arriga y, sobre todo, Paco Pe?a, hacen un trabajo dif¨ªcil de clasificar por su excepcional envergadura.
Hacen todos los toques imaginables, y todos los hacen bien, con oportunidad, con un sonido de relieve extraordinario. Es una maravilla c¨®mo estas guitarras marcan la pauta de toda la obra, con rigor y exactitud ejemplares. No se puede pedir m¨¢s a unas guitarras que manejaron las tonalidades con precisi¨®n absoluta, a veces incluso las de registro tan bajo que apenas se o¨ªan, y sin embargo sus sonidos nos llegaban n¨ªtidos y perfectamente perceptibles.
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