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El Festival Internacional de M¨²sica y Danza de Granada debe su prestigio a una tradici¨®n tan gloriosa como imposible en la actualidad. Hab¨ªa que hacer algo con ¨¦l. Y a pesar de todas las dificultades de las que ¨¦l nunca habla, Enrique G¨¢mez, el director del Festival en los ¨²ltimos a?os, est¨¢ logrando algo extraordinario: conservar intacta la seducci¨®n de la gran m¨²sica como un goce tan necesario como el aire, y al mismo tiempo llevarnos hasta el conf¨ªn de experiencias in¨¦ditas en las que milagrosamente descubrimos que hay m¨¢s felicidad de la que cre¨ªamos posible. Para ello, G¨¢mez trae a figuras como Sokolov, Brendel, Maria Joao Pires o Baremboin. Pero ha puesto en marcha una l¨ªnea de producciones propias del Festival a la que ya debemos cosas memorables: un Fidelio absolutamente moderno que fue la mejor exaltaci¨®n de la m¨²sica misma (?recuerdan aquel final, con todo el elenco mostrando la partitura al p¨²blico?), una Juana de Arco en la hoguera con riesgos valleinclanecos, o el Edipo de Stravinsky. A eso se ha sumado el Fex, una extensi¨®n del Festival que lleva espect¨¢culos gratuitos de todos los tipos por la ciudad y los barrios, con una excelente acogida.
La producci¨®n de este a?o ha sido un milagro de dimensiones nada comunes, un acontecimiento verdaderamente ¨²nico: el estreno en el Hospital Real de la obra de Mauricio Sotelo Sonetos del amor oscuro. Cripta sonora para Luigi Nono. Luigi Nono, uno de los maestros de Mauricio Sotelo (el otro, seg¨²n el propio Sotelo, es Enrique Morente) estaba obsesionado con los Sonetos de Lorca; y cuando Nono muri¨® su viuda le entreg¨® a Mauricio los papeles en los que el maestro iba vertiendo sus ideas. Mauricio ha construido a partir de ese legado una obra que tiene, por lo menos, estos dos rasgos: la generosidad de la m¨²sica, hacer que lo que suena tenga la verosimilitud de lo vivo (vivo y doliente, vivo y conmovedor, un lenguaje dif¨ªcil pero que resulta inesperadamente inteligible), y el rigor, la obstinaci¨®n en la creaci¨®n de un campo sonoro que en s¨ª mismo es s¨®lo lo que quiere ser, que no remite a nada que no sea la m¨²sica misma.
Pero ocurre que ese campo sonoro estaba habitado, adem¨¢s, por las voces de Arc¨¢ngel y Miguel Poveda. Mauricio Sotelo est¨¢ convencido de que el flamenco, cuando no es m¨ªsero, produce una ruptura en la que se libera una m¨²sica que todav¨ªa no hemos o¨ªdo, que nos espera como un misterio necesario. Y eso es lo que ocurri¨®. El fondo de los cuatro brazos del crucero del Hospital Real estaba ocupado por enormes pantallas en las que se iban haciendo presentes, fragmento a fragmento, obras de Sean Scully. Y nosotros, el p¨²blico, est¨¢bamos de pie, movi¨¦ndonos mientras o¨ªamos y ve¨ªamos: yo creo que por primera vez en mi vida he estado dentro de la m¨²sica.
Eso fue el viernes pasado. ?Nunca m¨¢s? ?Cu¨¢ntas representaciones de esta Cripta sonora pueden pagarse con una sola de las vergonzosas galas que Canal Sur propone a los andaluces para que disfruten de lo que la televisi¨®n p¨²blica andaluza define como lo nuestro? El populismo ocupa, como una mancha de mugre s¨®lida, el lugar que merecen las cosas necesarias. Escriban a la Junta, hagan lo que puedan, pero no se pierdan esta maravilla.
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