Humano, demasiado humano
El reparto de espacios en el peri¨®dico suele ser sintom¨¢tico de la importancia de las cuestiones de las que se informa. Por eso, llama la atenci¨®n no s¨®lo que la Universitat de Val¨¨ncia reivindique el t¨ªtulo de Humanidades, ahora que el Ministerio parece querer suprimirlo, o que sea su Rector quien se comprometa p¨²blica y personalmente en su defensa, sino tambi¨¦n que este diario dedique una atenci¨®n preferente a tan irrelevante noticia. ?Irrelevante? Desde luego, que una universidad ponga Humanidades no tiene nada de noticioso. Lo acaban haciendo casi todas, en ocasiones sin infraestructuras ni profesorado, m¨¢s que nada porque resulta barato y por practicar ese canibalismo del todo a cien acad¨¦mico en el que vivimos y en el que cualquiera se cree con fuerzas para tener lo del vecino (y de paso, robarle unos cuantos estudiantes). No estamos hablando de esas Humanidades. Estamos hablando de una carrera seria, de una vocaci¨®n comparable a Qu¨ªmica, a Medicina o a Derecho. Vamos, de una carrera de las de toda la vida, lo que antiguamente se llamaba Filosof¨ªa y Letras, t¨ªtulo en el que conviven armoniosamente fil¨®logos reticentes, historiadores de toda condici¨®n, fil¨®sofos de vario pelaje y, si se descuidan, hasta periodistas y gentes del cine.
Pero, ?para qu¨¦ sirven estos entremeses en los que hay un poco de todo? ?No ser¨ªa mejor que los licenciados se especializasen? ?Ah, la sagrada especializaci¨®n! Pues bien: no, en este caso ser¨ªa desaconsejable, es desaconsejable. Ya era hora de que alguien tuviese sentido com¨²n y acabase con ese disparate de la especializaci¨®n que -hablo como ling¨¹ista, otros podr¨ªan decir lo mismo cambiando los r¨®tulos- primero nos priv¨® de la Filosof¨ªa y de la Historia, luego del Lat¨ªn, luego de la Literatura y que a este paso amenaza con dejarnos en los puros huesos filol¨®gicos. Porque lo que no se quiere entender es que una cosa son las Humanidades y otra las Ciencias y la Tecnolog¨ªa. Es evidente que un ingeniero que sepa algo de aviones, algo de minas y algo de puentes, en realidad no sabe nada de nada porque los conocimientos relativos a esas rarezas crecen geom¨¦tricamente. En el mundo de la ciencia y de la t¨¦cnica se camina hacia la especializaci¨®n, aunque no por ello dejen de cursarse materias comunes -de Matem¨¢ticas y F¨ªsica- en sus respectivas carreras. Pero las Humanidades no admiten la especializaci¨®n, so pena de convertirse en el ca¨®tico expositor de un todo a cien. Como su nombre indica, tratan del ser humano y este vive gracias al lenguaje y a sus textos en sociedad, la cual a su vez es el sustento de la m¨²sica, de las artes pl¨¢sticas y de la historia. O sea que si un m¨¦dico internista necesita desentra?ar los informes del analista y del radi¨®logo antes de emitir un diagn¨®stico, ?con qu¨¦ derecho puede pontificarse sobre una lengua sin tener en cuenta la historia de sus hablantes, c¨®mo estudiar arte sin conocer los textos literarios o religiosos en los que se basa la iconograf¨ªa, qu¨¦ filosof¨ªa es esa que se pretende intemporal y ajena a la historia de las ideas?
La proliferaci¨®n esperp¨¦ntica de t¨ªtulos de Letras, de la que la docena actual de Filolog¨ªas tal vez constituya el ejemplo m¨¢s estridente, no se sostiene ni cient¨ªfica ni econ¨®micamente, pero lo peor no es que enfrente a los licenciados a un vac¨ªo laboral deprimente, sino sobre todo que constituye el s¨ªntoma de algo mucho m¨¢s preocupante: aislados en sus disputas gremiales y empe?ados en estudiar incansablemente una m¨ªnima parte de la realidad humana, los antiguos profesores de Letras, que anta?o fueron la conciencia cr¨ªtica de la sociedad, han dejado de comprender el mundo y se contentan con retener una plaza fija en alg¨²n escalaf¨®n. Los ¨¢rboles no les dejan ver el bosque y los intelectuales se convirtieron en menestrales. Vivimos en un mundo chato, lleno de libros basura que exhiben imp¨²dicamente su fecha de caducidad en los grandes almacenes, un mundo que el d¨ªa menos pensado se sacudir¨¢ a las inoportunas moscas de Letras de un manotazo. Claro que se lo habr¨¢n ganado a
pulso: porque, con su aquiescencia, los convirtieron en aparcamiento de ni?os y adolescentes inc¨®modos y, para eso, francamente, son mucho m¨¢s eficaces olos c¨®mitres de las galeras o los payasos del circo. A elegir. Hoy que tanto se habla de la globalizaci¨®n m¨¢s valdr¨ªa pararse a pensar un momento y obrar en consecuencia. De nada sirve lamentarse y comprobar c¨®mo nuestros sectores productivos tradicionales van cayendo uno tras otro ante los embates de la competencia que viene de allende los mares. Esto s¨®lo se soluciona con I+D (sin nombres rid¨ªculos, por favor: lo de "proyecto ingenio" suena a patio de Monipodio). Pero mientras que la investigaci¨®n y el desarrollo de los de Ciencias tiene que ver con la sociedad del conocimiento, el I+D de los de Letras se llama comprensi¨®n. El conocimiento se profundiza intensionalmente y s¨®lo puede ser especializado; la comprensi¨®n se incentiva extensionalmente y es generalista por naturaleza. Nada m¨¢s pat¨¦tico que el especialista en un solo escritor -?para qu¨¦?-, en un solo estilo art¨ªstico -como si hubiera surgido de la nada- o en la historia de una sola localidad -casi siempre, la del investigador-. Nuestro horizonte vital se ha ensanchado enormemente y nuestros hijos tendr¨¢n que v¨¦rselas con lenguas y con culturas a las que no es que no estemos acostumbrados, es que antes ni siquiera pertenec¨ªan a nuestro imaginario mental. El futuro o la falta de futuro es de ellos, pero la responsabilidad de ayudarles sigue siendo nuestra. Y la carrera de Humanidades es un instrumento imprescindible para formar a este tipo de personas.
?ngel L¨®pez Garc¨ªa-Molins es catedr¨¢tico de Teor¨ªa de los Lenguajes de la Universidad de Valencia. (lopez@uv.es)
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