Rescoldos de grandeza
Aparte grabaciones, las cuatro visitas valencianas realizadas por Jim Hall permiten una cierta perspectiva: julio 1984 en d¨²o con Ron Carter, noviembre de 1988 en Perdido (con Gil Goldstein y Steve LaSpina), abril de 1999 en Torrent con Chris Potter, Scott Colley y Terry Clarke. Y la actual, que viene a confirmar y aumentar los interrogantes de la anterior. B¨¢sicamente, es incontestable que ha cambiado de forma de tocar. Lo m¨¢s habitual es que el m¨²sico de jazz, tras un periodo de consolidaci¨®n y puesta a punto de su estilo, suela explotar m¨¢s o menos permanentemente sus hallazgos. En el lado contrario, encontrar¨ªamos a un Coltrane capaz de hacer dos revoluciones (una de ellas contra s¨ª mismo). Aunque nunca sabremos a donde habr¨ªa llegado. Entonces, podr¨ªa parecer un sano inconformismo las b¨²squedas y tanteos actuales de Jim Hall. No estoy tan seguro. Es dif¨ªcil valorar el papel que juega una cierta decrepitud f¨ªsica, a sus casi setenta y cinco a?os.
Jim Hall Quartet
Jim Hall (guitarra), Geoffrey Keezer (piano), Steve LaSpina (contrabajo), Terry Clarke (bater¨ªa). Festival La Guitarra en el Jazz., l'Auditori de Torrent. Viernes, 1 de julio 2005.
Se podr¨¢ aducir que intenta construcciones intrincadas y novedosas. Pero, en muchas ocasiones, los acordes no se resuelven y da la impresi¨®n de estar experimentando sin tener clara la direcci¨®n. El timbre se ha hecho m¨¢s oscuro y perdido su nitidez y claridad de anta?o, tan caracter¨ªsticas. El ataque ya no tiene su otrora punzante precisi¨®n. Por suerte, no ha ca¨ªdo en la electrificaci¨®n excesiva y el abuso de pedales, tan caros a los Metheny, Scofield, Stern y otros de su misma ¨ªndole. Nunca ha sido un guitarrista exuberante y siempre ha dominado en ¨¦l la econom¨ªa de notas, la utilizaci¨®n del espacio y los dise?os r¨ªtmicos sorprendentes, aprendidos de Rollins (lo record¨® con el c¨¦lebre calipso St. Thomas). Ahora, todo eso se encuentra con cuentagotas. Lo mismo pasa con ese lirismo que lo emparentaba en cierta medida con el pianista Bill Evans.
Evidentemente, cuando se ha sido uno de los m¨¢s importantes guitarristas de jazz y un innovador, quedan rescoldos de su pasada grandeza. A¨²n conserva algo de su peculiar manera de tratar los est¨¢ndares, como en How my Heart Sings y, en cierta medida, el ellingtoniano In a Sentimental Mood, uno de sus temas fetiche, aunque son preferibles grabaciones anteriores. Los temas del folklore de Burkina Fasso y americano hacen a?orar su participaci¨®n en el tr¨ªo del clarinete y saxo Jimmy Giuffre. Pero, a¨²n es capaz de generar alg¨²n logro con la inteligente relectura, en d¨²o con el excelente bater¨ªa canadiense Terry Clarke, de For Dancers Only, que Sy Oliver escribi¨® en 1937 para la orquesta de Jimmie Lunceford. El t¨¢ndem r¨ªtmico La Spina-Clarke, que colabora con ¨¦l desde los a?os setenta, carbur¨® espl¨¦ndidamente. Y el pianista Keezer, un tanto apagado, por lo menos no fue obstructivo. Bueno, en el peor de los casos, nos queda una obra magnifica suya y junto a Giuffre, Rollins, Art Farmer, Paul Desmond, Bill Evans y muchos m¨¢s. Siempre ser¨¢ un refugio y la constataci¨®n de su inmenso talento.
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