El nuevo santo irland¨¦s
"Creo que lo mejor es que, en ocasiones como ¨¦sta, la boca del poeta permanezca en silencio", escribi¨® W. B. Yeats en uno de sus poemas, a prop¨®sito de la pertinencia de que los artistas opinen sobre cuestiones pol¨ªticas. Esta l¨ªnea es una curiosidad porque Yeats era un poeta que no s¨®lo opinaba sobre la pol¨ªtica de Irlanda, su pa¨ªs, tambi¨¦n participaba, con notorio entusiasmo, durante los primeros a?os del siglo pasado, en la construcci¨®n de la rep¨²blica y en la reconstrucci¨®n del ga¨¦lico, la lengua que, en buena medida gracias a ¨¦l, todav¨ªa se habla en la isla. Aquella l¨ªnea de Yeats sobre el silencio que, en ciertos temas, deben observar los poetas, es puesta en pr¨¢ctica hoy, un siglo despu¨¦s, por Seamus Heaney, el gran poeta contempor¨¢neo irland¨¦s, que se niega, por ejemplo, a hacer cualquier tipo de declaraci¨®n sobre el conflicto, ya casi eterno, entre la Rep¨²blica de Irlanda e Irlanda del Norte, donde, por cierto, naci¨®. Heaney no opina de esto ni de ning¨²n otro tema pol¨ªtico y tiene sus razones: en sus poemas queda claro que, por la v¨ªa po¨¦tica, ha llegado a conclusiones importantes y que ha dicho todo lo que ten¨ªa que decir, ha ido poema tras poema desenterrando huesos y reliquias de los pantanos del Ulster y nos ha ense?ado que el conflicto entre las dos Irlandas es tan viejo como la isla y que tiene ra¨ªces profundas, en las que no reparan ni los pol¨ªticos ni los noticiarios de televisi¨®n.
Desatendiendo el consejo de Yeats y el ejemplo de Heaney, Bob Geldof y Bono, otro par de poetas irlandeses, que adem¨¢s cantan, dedican buena parte de su tiempo y su energ¨ªa a hacer discursos, a entrevistarse con pol¨ªticos, a organizar actos y a conseguir dinero para paliar la pobreza en ?frica. Se trata de un proyecto admirable, pero tambi¨¦n art¨ªsticamente resbaladizo, sobre todo en el caso de Bono, que es el cantante de U2, la banda de rock m¨¢s famosa del mundo, que a finales del siglo pasado hizo la obra musical m¨¢s influyente, poderosa y conmovedora de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Lo resbaladizo del proyecto estriba en que la imagen, ligeramente mesi¨¢nica, de Bono como m¨²sico se ve estropeada cuando aparece en una fotograf¨ªa abrazado a George W. Bush, despu¨¦s de un almuerzo donde acaba de plantearle el problema del hambre y el sida en ?frica; o peor, con el senador republicano Jesse Helms, ese pol¨ªtico de pensamiento cavern¨ªcola que dice que los homosexuales son "miserables moralmente enfermos", y de ideas delirantes como aquella de que la industria de la m¨²sica est¨¢ asociada con Sat¨¢n. Sin embargo, el senador Helms ha cooperado con el proyecto africano de Bono, y de paso le ha hecho el flaqu¨ªsimo favor de asistir a sus conciertos y de declarar que es su fan. En su gesta para conseguir dinero y lograr que los gobiernos de los pa¨ªses poderosos perdonen sus deudas a los pa¨ªses del Tercer Mundo, el cantante irland¨¦s ha aparecido tambi¨¦n en im¨¢genes comprometidas junto a Tony Blair, Vlad¨ªmir Putin, Arnold Schwarzenegger o el papa Wojtyla, personas cuya cercan¨ªa era y es veneno para su estatus de rockstar; y adem¨¢s ha levantado proyectos exc¨¦ntricos, y probablemente muy efectivos, como invitar a Olusegun Obasanjo, presidente de Nigeria y c¨¦lebre baptista, a que invite a todas las iglesias del sur de los Estados Unidos para que apoyen y cooperen con la cruzada del cantante.
El mundo de la m¨²sica, y del espect¨¢culo en general, est¨¢ lleno de gestas humanitarias; recordemos el concierto de Woodstock que pretend¨ªa acabar, a fuerza de canciones, consignas y buenas vibraciones, con la guerra de Vietnam; o la cr¨ªtica agud¨ªsima al poder y a sus pol¨ªticos que hacen Bob Dylan o Bruce Springsteen en algunas de sus canciones; o aquel desplante humanitario raro y algo rid¨ªculo que ejecut¨® el cantante Sting al lanzarse hace algunos a?os con una campa?a para salvar la selva del Amazonas, cuyo resultado fue un rastro de fotograf¨ªas bochornosas, donde sal¨ªa ¨¦l mismo, guapo, reci¨¦n pasado por la ducha y vestido de lino, abrazando a una tribu de adultos morenos de lanza y taparrabos que le llegaban a las tetillas. M¨¢s all¨¢ de aquellas fotos hubo poco y, vista la devastaci¨®n que prima en aquella regi¨®n, queda claro que aquel desplante ecologista sirvi¨® m¨¢s a la imagen del cantante que a la conservaci¨®n de la selva. Pero el caso de Bono es distinto, no s¨®lo es un cantante famoso que protesta, tambi¨¦n hace lobby con gente oscura y consigue cantidades importantes de dinero para combatir el hambre y la enfermedad en el Tercer Mundo, es decir, que se moja y mucho para sacar adelante ese proyecto personal que ha puesto en riesgo m¨¢s de una vez su imagen, su carrera de estrella de la m¨²sica y, consecuentemente, la de sus colegas de U2, que ven con cierta desesperaci¨®n c¨®mo su l¨ªder invierte demasiado tiempo, tiempo que le quita al grupo, en su misi¨®n africana. En las pocas ocasiones en que el cantante irland¨¦s ha accedido a hablar sobre su peligrosa dicotom¨ªa de celebridad musical y misionero del Tercer Mundo, sobre el silencio del poeta que recomendaba W. B. Yeats y que ¨¦l no observa, ha dicho: "Soy bastante infeliz con esta yuxtaposici¨®n de montar este proyecto siendo un m¨²sico millonario. Me gustar¨ªa que alguien que no estuviera tan comprometido como yo hiciera esto. Me siento mal de posar para esas fotos, pero reunirme con esa gente es importante. Este proyecto es m¨¢s importante que mi confort".
Lo cierto es que el empe?o de Bono produce resultados, y que su presencia y sus discursos, m¨¢s los conciertos de la nueva gira de U2 que le sirven de plataforma para su misi¨®n, han cooperado significativamente para que los l¨ªderes del mundo y la opini¨®n p¨²blica en general, integren el hambre y el sida africanos a sus preocupaciones. Hace unos d¨ªas fue a Bruselas a plantarse a la sede de la Uni¨®n Europea para decirles a los gobiernos de Europa que se olviden de la pol¨ªtica nacional y que saquen sus billeteras para ayudar a la gente que muere "en esa pobreza est¨²pida". "No lo arruinen todo" -dijo ante los asombrados art¨ªfices de la UE, que ya bastante tienen con lo que tienen-, "no hay todos los a?os un momentum como ¨¦ste".
Ahora Bono tiene apuntadas sus bater¨ªas hacia la cumbre del G-8 que se celebrar¨¢ en Escocia, donde uno de los dos grandes temas a tratar ser¨¢, y aqu¨ª algo habr¨¢ influido el ruido que durante a?os ha hecho el cantante irland¨¦s, la pobreza del Tercer Mundo. Para darle m¨¢s resonancia al tema y tambi¨¦n para meter un poco de presi¨®n, Bono ha organizado, junto con Bob Geldof, el pasado fin de semana, el evento planetario de nombre Live-8: diez conciertos simult¨¢neos y multitudinarios en diez ciudades distintas, donde las mejores bandas del momento tocaron con el objetivo de llamar la atenci¨®n sobre el hambre y el sida en ?frica.
En su poema Un artista, Seamus Heaney tiene una l¨ªnea que parece escrita para Bono: "Su obstinaci¨®n contra la piedra". Hace unos d¨ªas un diario ingl¨¦s contaba c¨®mo el cantante, tirado boca abajo en su cama en un hotel en Alemania, con un dolor de espalda que le hab¨ªa provocado el concierto de la noche anterior, se somet¨ªa a 23 inyecciones porque quer¨ªa asistir puntualmente, y con buena cara, a una serie de entrevistas en televisi¨®n donde aprovechar¨ªa para hablar de su misi¨®n en ?frica, y adem¨¢s hab¨ªa quedado a comer con su amigo Win Wenders y ten¨ªa la firme intenci¨®n de enrolarlo en su proyecto.
Lo que empez¨® hace seis a?os como el alarde humanitario de otro rockstar, es hoy una empresa seria y s¨®lida que invita a seguir de cerca a este irland¨¦s ins¨®lito que a los veinte a?os hac¨ªa veranos caritativos en Etiop¨ªa y que hoy es una personalidad dif¨ªcil de definir; no se sabe si es un cat¨®lico lacerado por la culpa o el misionero medi¨¢tico del nuevo milenio o el primer santo de la generaci¨®n del rock.
Jordi Soler es escritor.
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