Vida privada de una idea
Cuando haya que contar lo que sucedi¨® en nuestra historia intelectual a finales de los a?os sesenta, en torno a 1968, me parece que no van a valer s¨®lo los iconos cl¨¢sicos tocados por Par¨ªs, o Berkeley o la contracultura de marras, porque la duraci¨®n y la eficiencia del trabajo de unos cuantos fue entonces una peque?a revoluci¨®n trascendental: vino a mostrar que trabajaba gente mayor y gente joven como si viviesen en un pa¨ªs de veras moderno, informado, con enlaces culturales con toda Europa y pr¨¢cticamente sin rastro de la aton¨ªa ast¨¦nica y desnutrida que solemos asociar con la etapa franquista. Tambi¨¦n este libro es, inevitablemente, hijo de la cultura franquista, porque de ah¨ª nace y en la Universidad espa?ola de su tiempo se forja y crece su autor, cerca de maestros como Mart¨ªn de Riquer o Jos¨¦ Manuel Blecua.
EL PEQUE?O MUNDO DEL HOMBRE. Varia fortuna de una idea en la cultura espa?ola
Francisco Rico
Edici¨®n de Guillermo Ser¨¦s
Destino. Barcelona, 2005
378 p¨¢ginas. 20 euros
Y nada menos que una met¨¢fora que agrupa al hombre y al mundo -"al hombre llaman peque?o mundo" (Lope de Vega)- es la pejiguera que le dio por seguir a un joven que no ten¨ªa treinta a?os, an¨¢rquico y neur¨®tico, met¨®dico, fiable y creativo maestro de la filolog¨ªa espa?ola. Algunos tuvimos la suerte de leer ese libro en la segunda edici¨®n, en 1986, porque en la de 1970 poco menos que gate¨¢bamos, y descubrir en cierto modo lo que nunca ser¨ªamos capaces de hacer y nunca renunciar¨ªamos secretamente a so?ar con hacer alg¨²n d¨ªa: saberlo todo de los cl¨¢sicos y saberlo en vivo, conectado con la vida real (aunque no s¨¦ si con la posmodernidad, como ha querido decir con hip¨¦rbole insalubre la contraportada).
Si a Rico, seg¨²n confesi¨®n propia, le adornaban varias y obvias limitaciones, a nosotros nos persegu¨ªa una mucho mayor; el deslumbramiento por la obra de un muchacho que dejaba atrapada una secuencia literaria en una novela sin enredo (como las que redacta Andr¨¦s Trapiello en sus diarios y que seguro que a Rico le encandilan) pero con enseres no de cada d¨ªa sino de las lecturas que el azar y la obstinaci¨®n le fueron poniendo delante de los ojos: la tradici¨®n culta y algo de la popular de Occidente en su variad¨ªsima y jugosa asimilaci¨®n del hombre a un mundo en peque?o, en el que todo est¨¢.
La erudici¨®n con cara y ojos no se hace s¨®lo con solvencia documental e hist¨®rica, sino con una persona real, hecha ella misma mundo reducido a las p¨¢ginas del libro con un sujeto propio, el yo de un autor que asoma aqu¨ª y all¨¢ para burlarse de un texto medieval y remoto, para manejar con gracia este o aquel dato, o para anotar con un desparpajo entre juvenil y sabio lo poco que le interesaba en esos a?os del mayo redicho una filosof¨ªa que ha "atronado los o¨ªdos -preferiblemente en alem¨¢n- con ex¨¦gesis trascendentales de poemillas inocentes, y no en balde han dejado de sorprendernos las varias metaf¨ªsicas deducidas de la caza, los toros o las teteras...
". Tanto si entre las teteras y los enigmas andan Heidegger y Ortega como si no (que es lo m¨¢s probable), el asunto de fondo de este libro est¨¢ en el espacio que ocup¨® en las letras cl¨¢sicas espa?olas la microcosm¨ªa del hombre, a distancia de la metaf¨ªsica y los "comentos escolares a la F¨ªsica" y mucho m¨¢s cerca de la literatura y los rudimentos de ella que se le pueden exigir a un autor.
Un lugar propio de este te-
ma cl¨¢sico eran, explica Rico, los libros miscel¨¢neos, por mucho que quien ha sabido contar la vida privada de esa idea en nuestras letras -que arrancan con Arist¨®teles y pasan por Cicer¨®n o S¨¦neca, se amoldan con j¨²bilo en Lope de Vega o Quevedo y alcanzan hasta Jorge Luis Borges o Jaime Gil de Biedma- no haya hecho ese tipo de libro sino un formidable estudio cuajado de fuentes y citas, con una pedanter¨ªa caliente de voz propia, valiente en la libertad con que rastrea los usos y las metamorfosis de su asunto e imaginativo siempre en la manera de comprometer al lector con una idea que fue com¨²n para los cl¨¢sicos y cuyo recorrido a muchos todav¨ªa nos deja con la boca abierta, como hace veinte a?os.
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