No es esto, no es esto
Abren nuevo enfoque de programaci¨®n -m¨¢s ambicioso art¨ªsticamente que en ediciones anteriores- y nuevo espacio -al aire libre, en el matadero de Legazpi, al m¨¢s puro estilo Perelada- Los Veranos de la Villa del Ayuntamiento de Madrid, y lo hacen con un espect¨¢culo que, a priori, ofrec¨ªa todas las garant¨ªas imaginables de combinar calidad, originalidad y hasta popularidad. La compa?¨ªa Helikon, de Mosc¨², tiene un merecido prestigio en nuestro pa¨ªs, despu¨¦s de sus actuaciones en Santander, Perelada, San Sebasti¨¢n o Salamanca. En concreto, en esta ¨²ltima ciudad deslumbraron con una ¨®pera pr¨¢cticamente desconocida por estos lares -Pedro I, de Gr¨¦try- a base de combinar un irresistible ritmo esc¨¦nico con una lectura musical de vitalidad envidiable. Las cosas no han ido igual de bien en Falstaff. Es m¨¢s, el patinazo ha sido tan inesperado como demoledor. Sobre todo -y esto es lo m¨¢s sorprendente- en el apartado conceptual y esc¨¦nico.
Los Veranos de la Villa
Falstaff. De Giuseppe Verdi. Helikon ?pera Teatro de Mosc¨². Direcci¨®n esc¨¦nica: Dmitry Bertman. Direcci¨®n musical: Theodore Kurentzis. Con M. Davydov, I. Tarasov, M. Karpechenko, T. Kuindzhi, L. Kostiuk y N. Dorozhkin, entre otros. Matadero de Legazpi, Madrid, 7 de julio.
Desequilibrios
Bien es verdad que el origen de todos los desequilibrios hay que buscarlo en la tediosa direcci¨®n musical, de tiempos morosos y una evidente falta de pasi¨®n. Si el burbujeo vibrante y brillante de los dos primeros actos de Falstaff pasa inadvertido, es que algo sustancial est¨¢ fallando. La orquesta se mostraba con una languidez fuera de lo com¨²n, y as¨ª dif¨ªcilmente se pueden sacar a la luz las mil y una pinceladas vitales de la ¨²ltima ¨®pera verdiana. Pero lo m¨¢s grave ven¨ªa de la escena, con una lectura facilona y bufa hasta la groser¨ªa, una caracterizaci¨®n de los personajes insostenible -Falstaff, por ejemplo, encajaba m¨¢s con el perfil del h¨¦roe y, en concreto, de Siegfried, que con la actitud bonachona y desenfadada que dibuj¨® en origen Shakespeare y recogi¨® despu¨¦s Verdi-. Y en cuanto al tono de la comedia, desprend¨ªa una sensaci¨®n rutinaria, cansina, artificial, con tics sobradamente conocidos. No fue, desde luego, una gran noche teatral, y todo ello repercuti¨® negativamente en la valoraci¨®n global del espect¨¢culo.
El positivo esfuerzo de Los Veranos de la Villa merec¨ªa algo m¨¢s que esta lectura ins¨ªpida y, por momentos, sopor¨ªfera. Es muy positiva, por contraste, la incorporaci¨®n del matadero a la ¨®pera (y a otro tipo de espect¨¢culos), por mucho que haya que mejorar todav¨ªa. Es de valorar, por ejemplo, el ofrecimiento de la organizaci¨®n para trasladar a los espectadores a Cibeles en autobuses despu¨¦s del espect¨¢culo, habida cuenta de las dificultades para aparcar en la zona o las de hacerse con los servicios de un taxi a la hora de terminaci¨®n del espect¨¢culo.
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