Juncker evoca las guerras europeas para pedir el 's¨ª' a la Constituci¨®n
Partidarios y detractores del Tratado cierran su campa?a en Luxemburgo
La batalla por el s¨ª o por el no a la Constituci¨®n europea concluy¨® ayer en Luxemburgo de manera desigual, como a lo largo de la campa?a. Partidos pol¨ªticos, sindicatos, asociaciones de alcaldes e intelectuales hicieron sus ¨²ltimos llamamientos en apoyo del moribundo texto ya rechazado por franceses y holandeses. Enfrente, un espont¨¢neo Comit¨¦ por el No creado por sindicalistas aislados, estudiantes, funcionarios y desempleados que no esperan ganar. El primer ministro, Jean-Claude Juncker, record¨® la II Guerra Mundial y la de los Balcanes para ara?ar m¨¢s votos.
La noche del jueves fue un fiel reflejo de la campa?a. En el centro c¨ªvico Hesperange, en un acto organizado por el poderoso sindicato cristiano LCGB, hombres trajeados y elegantes mujeres, junto con sus hijos en algunos casos, se acomodan en los centenares de sillas para escuchar al democristiano Juncker, que en diciembre prometi¨® dimitir si gana el no, aunque ahora cree que fue "un error". Cuenta lo bien que le ha ido a este peque?o y rico pa¨ªs estar en la UE, pero advierte de que nada est¨¢ garantizado y alerta sobre "el flagrante escaso entusiasmo por Europa" en los ¨²ltimos a?os.
"Nuestra generaci¨®n es la ¨²ltima que puede hacer irreversible el proceso europeo porque conserva la memoria colectiva de la guerra mundial. Y a quienes dicen que eso no volver¨¢ a ocurrir, les recuerdo que, hace apenas diez a?os, los Balcanes han conocido la realidad de la guerra: los campos, las matanzas, las violaciones masivas..." Su padre fue obligado a luchar con la Wehrmacht durante la guerra y Juncker recuerda ahora que la UE es, por encima de todo, una garant¨ªa de paz y democracia, como se ha demostrado, precisamente con Espa?a y Portugal, "unas dictaduras hace 30 a?os".
En ayuda de Juncker, el eurodiputado alem¨¢n verde Daniel Cohn-Bendit dice horas antes, en el centro cultural Neum¨¹nster, que "los que voten no no pueden decir que est¨¢n a favor de Europa". Es un acto organizado por el partido de los verdes (D¨¦i Jonk Gr¨¦ng). "Un s¨ª en Luxemburgo har¨¢ que este texto siga sirviendo como referencia", dice Cohn-Bendit, consciente de que el no dejar¨¢ enterrado el proyecto y que el s¨ª ser¨¢ "un punto de inflexi¨®n" que aliviar¨¢ la crisis por el rechazo franco-holand¨¦s.
A una veintena de kil¨®metros, en Esch-Alzette, el antimundialista franc¨¦s Jos¨¦ Bov¨¦ es recibido en otro centro cultural, un local de negras paredes con muy pocas sillas, usado como discoteca. Corren las cervezas entre los j¨®venes y los adultos con vaqueros, mochilas y pelo largo. Hay excepciones, como Claude, un funcionario encorbatado del Ministerio de Econom¨ªa que reniega "de esta Europa neoliberal".
Hijo de un luxemburgu¨¦s, Bov¨¦, vestido de negro y con una mochila azul a la espalda, dice sentirse "en casa" y quiere quitar el miedo al votante. "Nos dijeron que vendr¨ªa el caos si sal¨ªa el no en Francia, pero la tierra ha seguido dando vueltas", dice entre aplausos, para criticar enseguida "la econom¨ªa productivista" que est¨¢ fomentando la UE "y que amenaza a la humanidad". Los del no se dan ya por perdidos. A falta de encuestas en el ¨²ltimo mes, auguran un 60% de votos a favor del s¨ª. A unos y otros, sin embargo, les une Europa: en Luxemburgo no se escucha ni una sola cr¨ªtica a la integraci¨®n.
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