L¨¢grimas y castings
Operaci¨®n Triunfo (Tele 5) ha vuelto como una potente secuela de s¨ª misma. A diferencia de lo que ocurr¨ªa en ediciones anteriores, ahora el f¨ªsico es tan relevante como la voz. Otros pa¨ªses tambi¨¦n han optado por esta f¨®rmula y prefieren las estrellas-sex symbol a las estrellas a secas.
Llanto estrat¨¦gico
Lo que no cambia es la facilidad lacrim¨®gena de ciertos concursantes. Movidos por un extra?o mecanismo, sus lacrimales se disparan como si fueran actores de Amarte as¨ª, Frijolito (TVE-1). Imitan a Bustamante: creen que enfatizar las emociones les puede beneficiar y hacerles parecer m¨¢s sensibles. Otros reality show tambi¨¦n abusan de este recurso y consiguen que la parrilla se transforme en un lacrim¨®dromo. Tambi¨¦n existe la posibilidad de que la especie est¨¦ mutando y que los humanos lloren m¨¢s que antes. No descarto que la televisi¨®n tenga algo que ver con este fen¨®meno.
Llanto cebollino
No s¨®lo lloran los inquilinos de la academia de OT. Durante semanas, vimos a cientos de aspirantes acudiendo a un casting con elementos de martirio. Los eliminados reaccionaban de modo diverso: serenidad, histeria, pasotismo, gratitud. Tambi¨¦n hubo l¨¢grimas m¨¢s justificadas que las de quienes disfrutar¨¢n de un formato que s¨®lo conserva una parte de su encanto fundacional. Lo del casting es un g¨¦nero con futuro: aprovecha la materia prima rechazada para producir una nueva fuente de beneficio con subestrellas propias, como ese Michael Jackson de C¨¢diz, acelerado aspirante a triunfito que se quedar¨¢ en freaky. Como estrella invitada de la primera gala vimos a la gran Shakira, reencarnaci¨®n p¨¦lvica de Elvis Presley (conocido en su tiempo como Pelvis Presley). En su v¨ªdeo, la cantante llora, pero es por culpa de unas cebollas cortadas con el arte de un Argui?ano. La cebolla, pues, podr¨ªa ser un buen s¨ªmbolo mercadot¨¦cnico de OT.
Llanto aut¨¦ntico
Madrid fue v¨ªctima de la l¨®gica del casting. La retransmisi¨®n de la presentaci¨®n ol¨ªmpica tuvo lagunas, como cuando uno de los miembros del COI hizo una pregunta en ¨¢rabe que nadie se tom¨® la molestia de traducir. La propuesta de Madrid se defendi¨® con mucha energ¨ªa, pero desemboc¨® en una l¨®gica decepci¨®n y en alg¨²n llanto, compartido por Par¨ªs. Al enterarse del veredicto, un reducido grupo de espectadores presentes en la plaza Mayor de Madrid empez¨® a gritar acompasadamente: "?Hijos de puta!". Veinticuatro horas m¨¢s tarde, tras la matanza terrorista de Londres, el insulto cambi¨® de destinatario y se impuso un silencio solidario con las v¨ªctimas. La televisi¨®n inglesa tuvo la inteligencia de no convertir el dolor en espect¨¢culo. Pudimos ver la contenci¨®n emocional de los supervivientes y la serenidad de las autoridades, a a?os luz de ese lloriqueo barato y facil¨®n con el que se ali?an tantas y tantas horas de televisi¨®n.
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