Una biblioteca para Barcelona
La Biblioteca P¨²blica de Nueva York es una municipal, pero sus fondos y servicios la equiparar¨ªan a lo que nosotros llamamos una biblioteca nacional. La Biblioteca Nacional de Dinamarca, ampliada recientemente con una moderna edificaci¨®n que ha recibido el nombre de Black Diamond y situada en el centro de la capital, sirve a ciudadanos y a visitantes de Copenhague y ejerce de biblioteca municipal. La Biblioteca de la Universidad de Helsinki es a su vez la biblioteca nacional de Finlandia. Lejos, pues, de los debates nominalistas a los que somos dados por estos pagos, hay quien se preocupa de construir bibliotecas que persiguen que sean ¨²tiles a la gente.
?Qu¨¦ hacen estas bibliotecas que nos aconseje tomarlas de modelo? Tienen informaci¨®n (libros, pero tambi¨¦n informaci¨®n digital), ofrecen servicios (para los investigadores y tambi¨¦n para los ciudadanos de a pie) y son accesibles (es decir, se ubican en una posici¨®n central de la ciudad). Parece f¨¢cil.
Barcelona empez¨® tarde a cubrir su gran d¨¦ficit en bibliotecas municipales. Lo hizo a finales de la d¨¦cada de 1990 con unos 20 a?os de retraso con respecto a lo que hubiera sido deseable. Lo empez¨® tarde, pero lo empez¨® bien, con un plan de bibliotecas que defin¨ªa una amplia red de bibliotecas de barrio y una central. La ejecuci¨®n del plan ha supuesto ampliar, reformar y crear bibliotecas. El acierto de la planificaci¨®n se ha visto refrendado por la aceptaci¨®n del p¨²blico, que en los ¨²ltimos a?os ha aumentado sin cesar y de forma espectacular, como muestran las cifras repetidamente citadas por el Ayuntamiento.
Pero a los 20 a?os de retraso en hacer bibliotecas de la Barcelona democr¨¢tica se deben sumar los muchos de incuria cultural del franquismo. Demasiado d¨¦ficit para poder ser cubierto con facilidad. Las bibliotecas de Barcelona no tienen unos fondos documentales muy importantes. Quien las use, pronto notar¨¢ los estrechos l¨ªmites de la informaci¨®n disponible. Las bibliotecas tienen por funci¨®n fomentar la lectura y esto pueden empezar a hacerlo con fondos modernos aunque limitados. Pero tienen tambi¨¦n por funci¨®n dar un soporte activo a la formaci¨®n, al ocio y al crecimiento personal, y esto solo puede hacerse ofreciendo al lector un conjunto representativo de la cultura mundial actual y pret¨¦rita.
La biblioteca central de Barcelona -la que ha tenido ubicaciones tan diversas como la plaza de las Gl¨°ries, el Marem¨¤gnum, el Born y ahora la estaci¨®n de Francia- deb¨ªa cubrir esta funci¨®n de ofrecer un gran conjunto documental. Pero la biblioteca de Barcelona ha sido m¨¢s una biblioteca donde que una biblioteca para que. De ella hemos conocido m¨¢s sus m¨²ltiples posibles emplazamientos que sus intenciones. El descubrimiento de restos arqueol¨®gicos de valor en el subsuelo del antiguo mercado del Born ha retrasado a¨²n m¨¢s su construcci¨®n y ha desplazado su emplazamiento a un punto a¨²n menos adecuado que el mencionado.
Mientras esperamos qui¨¦n sabe cu¨¢nto tiempo m¨¢s una biblioteca para Barcelona, la Biblioteca de Catalu?a (la que recibi¨® el nombre de Biblioteca Central) ha emprendido hace poco el esfuerzo de abrirse a la ciudad. Ha modificado sus normas de acceso para facilitar la consulta de sus fondos y el uso de sus servicios a los ciudadanos de Catalu?a y a los barceloneses en especial. Ha abierto sus espacios a la realizaci¨®n de exposiciones y una obra de teatro. Ha empezado a definir proyectos para dar acceso electr¨®nico a sus fondos.
La Biblioteca de Catalu?a tiene centralidad ciudadana, tiene estos fondos amplios que el lector no encontrar¨¢ en otras bibliotecas, tiene acceso electr¨®nico a importantes colecciones de revistas y libros digitales... La Biblioteca de Catalu?a, nacional por funci¨®n, puede ser tambi¨¦n de Barcelona, es decir, municipal por situaci¨®n.
La tremenda fuerza de la espina dorsal de La Rambla se est¨¢ viendo duplicada por el interior del Raval: el Centro de Cultura Contempor¨¢nea (CCCB), el Museo de Arte Contempor¨¢neo (Macba), el Institut d'Estudis Catalans... La Biblioteca de Catalu?a viene a continuaci¨®n, pero la fuerza de atracci¨®n demogr¨¢fica que ejerce es insuficiente. Los espacios de los que dispone son escasos e inadecuados para cumplir correctamente la funci¨®n de biblioteca de la ciudad. El recinto del antiguo hospital de la Santa Creu (patio incluido) ofrece estos espacios. La biblioteca ha ocupado t¨ªmidamente algunos dedicados no hace mucho a otras funciones, pero no son suficientes para reorganizarse y abrirse a los lectores, investigadores y curiosos.
Hace unos a?os se determin¨® el emplazamiento de los equipamientos culturales nacionales. Se opt¨® por nuevos edificios en unos casos (teatro y archivo nacionales) y por la reforma de antiguos en otros (Museo Nacional de Arte y Biblioteca de Catalu?a). Las reformas del Museo Nacional de Arten de Catalu?a (MNAC) se han completado recientemente, pero en el caso de la biblioteca la modernizaci¨®n qued¨® a medio camino. La reforma se planific¨® en dos fases. La primera dignific¨® el edificio y mejor¨® sus prestaciones, pero abri¨® a¨²n poco la biblioteca a sus lectores y no la dot¨® de todo el espacio que necesitaba. La segunda no lleg¨® a buen puerto.
Nacionales, municipales o universitarias, las bibliotecas son para ser usadas. Los adjetivos no hacen a las bibliotecas m¨¢s o menos ¨²tiles; sus servicios, s¨ª. La amplia utilizaci¨®n del recinto de alrededor del patio de la Santa Creu como biblioteca para la ciudad tendr¨ªa el doble beneficio de dar continuidad a los equipos culturales del Raval y de proporcionar una gran biblioteca para Barcelona.
Llu¨ªs Anglada es director del Consorcio de Bibliotecas de Catalu?a.
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