Oportunismo

Ya es ofensivo presentar la relaci¨®n entre hombres como unos escarceos que se basan en juegos con bisuter¨ªa (homenaje a Locom¨ªa interpuesto), alg¨²n que otro mordisco en el cuello, y estereotipos que van desde el amaneramiento a unos pasitos de baile que quieren remedar figuras de ballet acad¨¦micas. No es serio y es cursi. No es justo y resulta artificial. No es admisible. Existen admirables antecedentes de d¨²os entre hombres: Maurice B¨¦jart, Glen Tetley, John Neumeier, m¨¢s recientemente Russell Maliphant, pero en todos hay adem¨¢s de gran coreograf¨ªa, una honesta intenci¨®n de fondo. No importa el tratamiento estil¨ªstico, importa la dignidad interior que debe respirar la obra. Ahora una creaci¨®n con tem¨¢tica sobre la homosexualidad masculina suena al siempre reprobable oportunismo; hay adem¨¢s una enorme diferencia entre el indonesio Nicolaas Mackmann y el brasile?o Glaub Da Silva; mientras el primero es un bailar¨ªn de amplio espectro (estuvo en la CND), con cualidades y l¨ªnea, el segundo se mueve sobre la intuici¨®n autodidacta, se contorsiona hasta lo caricaturesco queriendo hacer creer que ah¨ª est¨¢ lo medular expresivo. No es as¨ª.