Textos mirados como paisaje
En el nuevo libro de ensayos La desnudez como naufragio, que recopila art¨ªculos previos, Margo Glantz incluye una carta de sor Juana In¨¦s de la Cruz a su confesor, donde la monja se quejaba de no poder hacer gala de buena letra y de verse obligada a disimularla, fruncirla, "malearla". La pulcra caligraf¨ªa es un atributo masculino, porque "el hombre escribe con la cabeza" y en la mujer, la escritura es operaci¨®n de la mano, una tarea manual y dom¨¦stica como lavar, coser o cocinar platos.
Si escribir es en el XVII americano un trabajo corporal m¨¢s, ello implica tener que seguirla en su variante material y f¨ªsica, en sus vicisitudes manuscritas y en la aventura del rasgu?o del papel por la pluma, dentro de una especie de hermen¨¦utica del trazo que constituir¨ªa la utop¨ªa cr¨ªtica de Margo Glantz pr¨¢cticamente desde sus inicios, en lo que es ya una de las carreras m¨¢s sobresalientes del ensayismo hispanoamericano. Sus calas en la narrativa mexicana del XX -Repeticiones (1980), Esguince de cintura (1984) o Intervenci¨®n y pretexto (1980)- insist¨ªan en este tipo de ex¨¦gesis que ahora se aplica, con causa citada, a la producci¨®n de la colonia: una observaci¨®n sensible a las condiciones reales en la redacci¨®n de lo estudiado -tinta, papel, tijera, borr¨®n y borradura-, condiciones que sin duda se imprimen en el resultado y de las que se puede extraer sentido. Detr¨¢s de esta insistencia en el avatar mat¨¦rico de la escritura no est¨¢ sino su conversi¨®n en fisiolog¨ªa, la escucha en lo escrito de su encarnaci¨®n org¨¢nica y la imagen que aparec¨ªa en un temprano pr¨®logo de Glantz del texto como carne que sufre todos sus accidentes: texto como cuerpo desnudo, maleado, disgregado, cuerpo borrado, cuerpo naufragado, fragmentado, "cuerpo en pedazos".
LA DESNUDEZ COMO NAUFRAGIO. BORRONES Y BORRADORES
Margo Glantz
Iberoamericana/Vervuert Madrid/Francfort, 2005
222 p¨¢ginas. 18 euros
Por tanto, el sistema de estudio sigue las etapas de una disecci¨®n o de un despiece, casi de una lecci¨®n anat¨®mica. Ah¨ª est¨¢n, para testimoniar la viabilidad del mecanismo, art¨ªculos suyos sobre la lengua de la Malinche, la nariz de Djuna Barnes, la matriz de Armon¨ªa Sommers o el culo "en" (que no "de") Bataille. Podr¨ªa afirmarse incluso que un ensayo de Margo empieza siempre por los pies y se escribe con ellos. Y no s¨®lo por esa din¨¢mica vertical y ascendente que desde su base m¨¢s inferior la lleva a elevarse en sus lecturas sobre sor Juana In¨¦s hacia una altura no necesariamente celeste, sino ante todo porque un ensayo de Margo Glantz se sit¨²a frente al texto que va a comentar como ante un paisaje y lo recorre puntualmente, paso a paso, rasgo a rasgo, en cada recodo y en cada grafo, al "pie exacto de la letra". Articulada como un recorrido, un viaje sin prisa, esta mirada desde abajo y a ras de suelo del ensayismo de Glantz descubre detalles quiz¨¢ irrelevantes en la tect¨®nica del texto, pero jugosos y apreciables en su sem¨¢ntica.
Descubre, por ejemplo, el lino de que estaban tejidas las velas de los barcos naufragados que Fern¨¢ndez de Oviedo comenta; las tunas y algarrobos que el hambre del pobrecito Alvar N¨²?ez Cabeza de Vaca le obliga a roer; las virtudes de la sangre de las tortugas que salvan de la muerte al n¨¢ufrago Zuazo; la semejanza entre los sacrificios paganos y el sacrificio de la Eucarist¨ªa que alarma a los predicadores y que sor Juana convierte en piedra angular de un "holocausto feliz"; los martirios que se impone en los conventos novohispanos para reproducir el cuerpo mortificado de Cristo. Y descubre sobre todo aquellos momentos en que el texto vacila, se calla y "va mudo y sin lengua". Descubre los malos pasos de un texto que incluyen su anulaci¨®n, su borr¨®n o borradura; malos pasos que en el caso de la literatura colonial resultan notables, puesto que la conquista produce una alta cantidad de vida marginada, de contexto puesto aparte y, por tanto, de creaci¨®n anulada, de voz enmudecida y de naufragio, momentos escritos de exclusi¨®n historiogr¨¢fica.
Para su estudio, para el estudio de lo que la historiograf¨ªa anula, no parece conveniente la escuela anal¨ªtica m¨¢s convencional. Quiz¨¢, por eso, en el camino reflexivo de Glantz hay una voluntad expresa de no formar sistema ni extraer conclusiones globales, maneras de imposici¨®n demasiado sint¨¦tica sobre la multiplicidad imprecisa de los textos, sobre sus omisiones. Ya que, para ella, no hay diferencia expresa entre cr¨ªtica y literatura -el ensayo no es m¨¢s que novela sin personajes-, en el fondo no se trata de cumplir las pautas taxon¨®micas de una ex¨¦gesis, sino de articular una escritura, no se trata de escribir "sobre" un texto, se trata de escribir "desde" ¨¦l. De sus comentarios sobre la producci¨®n colonial americana, Margo no obtiene una interpretaci¨®n fija, sino un relato apasionante, sobrecogedor y curioso y adem¨¢s obtiene una nueva pr¨¢ctica heur¨ªstica. El problema que dicha pr¨¢ctica resuelve es el fundamental de hab¨¦rselas, no con lo enunciado dicho -de lo que tratan las otras cr¨ªticas-, sino con lo eliminado, tachado, rechazado, con lo borrado de lo legible.
Sor Juana In¨¦s de la Cruz ped¨ªa que, al ser el silencio algo negativo y ambiguo, se le pusiera un breve r¨®tulo para indicarlo, para decir que algo se calla. Los ensayos de Margo Glantz en este libro ser¨ªan ese cartel para lo que se niega. Funcionar¨ªan como el icono reclamado por sor Juana precisando que ah¨ª se ha producido un enmudecimiento, un vac¨ªo: son el signo alzado que se?ala el silencio.
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