Islam
A menos que los musulmanes (y no s¨®lo los europeos) se tomen en serio el peligro del integrismo y pongan de su parte para erradicarlo, el islam corre el riesgo no s¨®lo de ser percibido por el resto del mundo como una secta destructiva, sino de acabar siendo m¨¢s o menos eso. Esa religi¨®n, sin duda cargada de hondos valores, est¨¢ siendo pervertida por algunos de sus principales gestores y convertida en un repulsivo justificante de matanzas indiscriminadas. Muchas de sus mezquitas se han convertido en oficinas de reclutamiento para cebar esa din¨¢mica de destrucci¨®n y miedo, y su verbo se ha vuelto incandescente y emplaza a la aniquilaci¨®n de un enemigo que a menudo s¨®lo quiere que no le fastidien la siesta. Ante la pasividad y el miedo de un islam partidario de la vida, otro islam movido por intereses espurios ha puesto la muerte en valor y est¨¢ ocupando los espacios y absorbiendo los cerebros de los adolescentes para arrebat¨¢rselos a sus padres y convertirlos en munici¨®n. Su instrumento es el suicidio y su objetivo matar en todo el mundo para conquistar el poder en unos pa¨ªses en los que -no falla- hay petr¨®leo o gas natural. Su horquilla es tan ancha que lo mismo da para destripar a una treintena de ni?os recogiendo caramelos en Bagdad que para triturar carnes de diverso credo, raza y procedencia en Nueva York, Londres o Madrid. Antes que dejarse estigmatizar por las sociedades de acogida y de ser desplazado y devorado por esa r¨¢faga de muerte, el islam partidario de la vida, el que un d¨ªa incluso apost¨® por vivir mejor lejos de su ra¨ªz, tiene la obligaci¨®n de posicionarse contra esa mara?a carnicera que, al contrario de lo que transpira su golosa metaf¨ªsica, no se nutre de injusticia y hambre, de los que no cuentan, de los que han estado apartados a la cuneta, sino de muchachos acomodados que conducen un Mercedes, de millonarios m¨ªsticos y de oligarcas muy materialistas. La amenaza integrista, ¨¦sta es la curiosidad, s¨®lo beneficia a los tiranos de los pa¨ªses musulmanes, que han visto reforzados sus pedestales con la comprensi¨®n de las grandes potencias ante la presencia de este mal mayor, y frente a cualquier atisbo de democratizaci¨®n.
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