El gran momento de Paco Mancebo
La movida preparaci¨®n del abulense, primer espa?ol en la general, que espera llegar al podio en Par¨ªs
Antes de los Alpes, con el coche del Illes Balears-Caisse d'?pargne ya en marcha por las calles de Grenoble, camino de Courchevel, Eusebio Unzue, saca la cabeza por la ventanilla y deja te?ir su permanente sonrisa de estos d¨ªas con una peque?a arruga en los labios. "El que me preocupa es Paco", dice. "Me preocupa porque se ve tan bien, porque est¨¢ tan optimista, tan deseoso de mostrar lo fuerte que marcha, que temo que si las cosas no le salen tan bien como ¨¦l piensa se venga abajo. Y s¨ª, ya s¨¦ que ¨¦l nunca se hunde del todo, que no se deja ir, pero no s¨¦, no s¨¦...".
Unas horas despu¨¦s, la sonrisa de Unzue luce radiante, sin sombra. Celebra con la Viuda de Cliquot su gran d¨ªa, su primer gran d¨ªa en el Tour desde los tiempos de Indurain. El d¨ªa de la victoria de Valverde, s¨ª; el d¨ªa de Paco Mancebo, tambi¨¦n. "Me alegro, me alegro por Paco", continu¨® con su discurso el director del Balears. "Me alegro porque ya era hora de que se viera en ese grupo, con Armstrong, tirando de ¨¦l tambi¨¦n; me alegro porque ya llevaba muchos a?os haciendo lo mismo, la estampa viva del sufrimiento sobre la bicicleta, pero solo, detr¨¢s del grupo, no muy lejos, pero detr¨¢s, del grupo de los mejores".
Unzue se alegr¨®, Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, el hombre que ve¨ªa hace 10 a?os en sus piernas torneadas, en su joroba, los rasgos del nuevo ?ngel Arroyo, vio confirmadas sus ilusiones ese d¨ªa, pero Paco Mancebo (Navaluenga, ?vila, marzo de 1976) ya sab¨ªa desde hac¨ªa unas semanas que este Tour, su s¨¦ptimo Tour, ser¨ªa su Tour.
"Este a?o me veo en el podio", dijo como quien no quiere la cosa, un d¨ªa caluroso de primeros de junio. "Este a?o estoy haciendo las cosas bien". Lo dice y mira el reloj, con prisa. "Pide el caf¨¦, r¨¢pido, que he quedado con Luisa, que tenemos curso de preparaci¨®n al parto". Si nadie puede dudar, vistos los resultados hasta los Alpes por lo menos, que Paco Mancebo ha preparado el Tour m¨¢s concienzudamente que nunca, tampoco nadie podr¨ªa dudar de que lo ha hecho con menos tranquilidad, con m¨¢s agobios de horario, con m¨¢s ajetreo que nunca.
El d¨ªa que no ten¨ªa que madrugar para ir con Luisa, su mujer, en la fase final de su embarazo en junio, madre desde el d¨ªa de San Ferm¨ªn, al hospital a la ecograf¨ªa y a la revisi¨®n, y a sus consiguientes horas en la sala de espera, pod¨ªa hacer con un poco m¨¢s de calma su ronda ciclista de Gredos, sus entrenamientos extenuantes, en solitario, por Serranillos, Mijares, Pedro Bernardo y el Puerto del Pico desde abajo del todo. Pero tampoco sin sobrarse, porque por la tarde, si no le tocaba curso de preparaci¨®n a un parto al que finalmente no pudo asistir -y que culmin¨® con ces¨¢rea-, ten¨ªa que hacer un hueco para ir al h¨ªper con el carrito de la compra. Y tampoco las noches fueron m¨¢s tranquilas. Las ¨²ltimas semanas durmi¨® en su cama de siempre, pero solo y a m¨¢s de 3.000 metros de altitud, una altura alcanzada progresivamente sin moverse de casa gracias a una c¨¢mara hipob¨¢rica, una especie de tienda de campa?a, una burbuja, acoplada sobre la cama en cuyo interior se roba parte del ox¨ªgeno y se reproduce la atm¨®sfera baja en presi¨®n de las alturas monta?osas. A esa pobreza en ox¨ªgeno, el cuerpo se adapta fabricando m¨¢s gl¨®bulos rojos transportadores de ox¨ªgeno en la sangre con lo que, dice la teor¨ªa, aumenta la resistencia del organismo.
El cuerpo de Mancebo, eso parece, reaccion¨® a la perfecci¨®n a la ausencia de ox¨ªgeno, pero la cabeza m¨¢s que a atm¨®sfera pobre parece haberse sometido a una cura de sobreoxigenaci¨®n, dado el extremado optimismo con que adopt¨® un temperamento atacante en los Alpes. Una forma de correr que pretende continuar en los Pirineos.
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