El Tour pierde al ciclista del futuro
Alejandro Valverde abandona en el avituallamiento, a 90 kil¨®metros de la meta, la v¨ªspera de los Pirineos
En el Tour, todo lo que pasa ya ha sucedido antes.
El Tour de 1980 fue uno de los m¨¢s fr¨ªos, lluviosos, desapacibles y duros del pasado siglo. Llovi¨® en Metz, llovi¨® en Lieja, llovi¨® a mares en Lille. Hac¨ªa fr¨ªo. Pasados varios d¨ªas, los m¨¦dicos del Tour empezaron a no dar abasto diagnosticando tendinitis, intentando curar con pomadas, parches, ionizaci¨®n las rodillas doloridas de medio pelot¨®n, articulaciones machacadas por el agua, por el fr¨ªo, por el abuso de grandes desarrollos en las etapas de llano, por la acumulaci¨®n de kil¨®metros. Bernard Hinault, el l¨ªder, el ganador de los dos Tours anteriores, es uno de los m¨¢s afectados. Tanto le duele, tan inflamada est¨¢ su rodilla derecha, que decide abandonar, vestido de amarillo, a su llegada a Pau, en la puerta de los Pirineos. Lo hace subrepticiamente, acudiendo a las 11 de la noche al hotel donde cena Jacques Goddet, el patr¨®n del Tour y de L'?quipe, y explic¨¢ndole la situaci¨®n. Al d¨ªa siguiente, L'?quipe es el ¨²nico peri¨®dico que informa del abandono de Hinault, quien ya est¨¢ perdido del mundo, junto a Lourdes, cuando los dem¨¢s medios montan en c¨®lera.
Ayer, a las cinco de la tarde, Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri dio un consejo a Alejandro Valverde. "Ma?ana, despu¨¦s de la resonancia magn¨¦tica que nos diga c¨®mo est¨¢ tu rodilla, desaparece, hazte humo, vuela, tira el m¨®vil, pi¨¦rdete, y, sobre todo, descansa unos d¨ªas, no toques la bicicleta", le dijo en el autob¨²s del Balears, donde el murciano acababa de darse una ducha, su ¨²ltima ducha como corredor del Tour 2005. Antes de ordenarle esfumarse, sin embargo, el equipo organiz¨® como los tiempos medi¨¢ticos reclaman, su abandono. En el avituallamiento, se dej¨® filmar triste, lloroso, con su maillot blanco de mejor joven, dejando en los aficionados el recuerdo de una hermosa victoria en la cima de Courchevel -Lance Armstrong derrotado al rabioso sprint-, la urgencia porque comience el Tour de 2006, el primero de la era postArmstrong, el temor porque los problemas de sus rodillas no sean cosa de un d¨ªa.
Desde sus tiempos de juvenil, Valverde, de 25 a?os, ciclista de tremenda fuerza, amante de desarrollos duros, ha tenido contratiempos con su rodilla derecha. La forma m¨¢s efectiva de superarlos es el descanso, el reposo, pero es un consejo imposible de cumplir para un corredor ciclista. Otra soluci¨®n, avanzan los especialistas, es la reeducaci¨®n, el cambio de entrenamientos, de h¨¢bitos, de t¨¦cnica de pedaleo, el recurso a desarrollos m¨¢s ligeros, que producen menos da?o muscular. Pero esta soluci¨®n es peligrosa: no se puede tocar impunemente, sin provocar desequilibrios, una parte, una pieza de un puzzle, de un organismo que completo es magn¨ªfico.
En la salida, enfrente del autob¨²s de Valverde, de espaldas al tema del d¨ªa, Juan Antonio Flecha prepara su attrezzo. Pero no para de ir y volver al furg¨®n del Fassa Bortolo, su equipo. "Estoy tan concentrado en lo que pueda pasar en la etapa que se me olvida todo", dice. Luego, en la etapa, se escap¨®. Entr¨® en el grupo de fugados al que controlaron, desmoralizaron y abatieron, sucesivamente entre el Discovery Channel y el Davitam¨®n, hasta su extenuaci¨®n y desintegraci¨®n bajo el calor, y el Discovery Channel, de nuevo, que devolvi¨® el favor a sus amigos belgas llevando la caza a su culminaci¨®n y lanzando el sprint final. Hace un a?o, I?igo Landaluze, fugado, fue cazado a 300 metros de la meta. Confes¨® no haberse enterado de nada. Ayer iba en el pelot¨®n que alcanz¨® a 300 metros de la meta a Chavanel y Horner, los dos ¨²ltimos de la fuga. "No me he enterado de nada", dijo. "?Les han cogido a 300 metros tambi¨¦n? ?Y a qui¨¦nes? ?Y qui¨¦n ha ganado la etapa? Ah, McEwen. El mismo de mi etapa el a?o pasado".
Cuando m¨¢s lanzados marchaban los corredores en una etapa corrida a m¨¢s de 46 de media, a 15 kil¨®metros de Montpellier, tras esfuerzos denodados y graves riesgos para su salud, Txente Garc¨ªa Acosta logr¨® remontar el pelot¨®n y llevarle un bid¨®n de agua fresquita, exquisita, una bendici¨®n bajo el calor achicharrante del sur, a Paco Mancebo, su l¨ªder. Pero Mancebo le rechaz¨® el bid¨®n. "?Jo, Paco!", con el trabajo que me ha costado, le dijo Txente. "Es que si suelto las manos, me la doy", le respondi¨® Mancebo, soportando como pod¨ªa la tensi¨®n en la cabeza del pelot¨®n. Delante de ¨¦l, Armstrong, protegido por su equipo, no pas¨® esos apuros. Y, adem¨¢s, m¨¢s le vale beber. Se anuncian unos t¨®rridos Pirineos, y todos conocen las malas relaciones del l¨ªder con el calor, con la deshidrataci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.