Los Gs auxiliares del imperio
La galaxia formada por las agrupaciones informales de pa¨ªses a las que conocemos por la letra G y una cifra que representa el n¨²mero de sus miembros no ha cesado de extenderse en los ¨²ltimos 30 a?os (1975-2005). Hoy son ya 12 que van desde el G-5 al G-90 y a su prop¨®sito inicial de contribuir a la estabilizaci¨®n de la vida financiera internacional ha venido a sumarse la voluntad de participar, cuando no de asumir en exclusiva, las grandes decisiones que reclama la gesti¨®n de la globalidad econ¨®mica y pol¨ªtica de las sociedades actuales. Cuando en 1971 el presidente Nixon desvincula al d¨®lar del patr¨®n oro y pone fin al sistema monetario entonces dominante, se acent¨²a una inestabilidad mundial a la que la presencia de los pa¨ªses emergentes del Tercer Mundo, la interminable guerra de Vietnam, la estanflaci¨®n, el primer d¨¦ficit comercial de EE UU, y el movimiento de los pa¨ªses no alineados parecen constituir en el horizonte permanente del futuro.
Esta generalizada conciencia de crisis econ¨®mica provoca una reacci¨®n en los principales Estados industriales que promueven una reuni¨®n de ministros de Hacienda en la Biblioteca de la Casa Blanca en la que participan EE UU, Alemania Occidental, Francia y Reino Unido, para debatir del fr¨¢gil orden econ¨®mico mundial. As¨ª surge el Grupo de la Biblioteca, al que se agregan Jap¨®n e Italia en 1975 y Canad¨¢ en 1976 dando lugar al G-7, cuyo primer objetivo fue asegurar el funcionamiento del nuevo sistema monetario de tipos de cambio flotantes. La desaparici¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica lleva al G-7 a establecer contactos con Rusia en 1991, que se traducir¨¢n en su incorporaci¨®n al Grupo en 1998, transformado a partir de entonces en G-8. Sin embargo, la discutible transici¨®n rusa al capitalismo, la guerra de Chechenia y su problem¨¢tica democracia hacen que el G-7 excluya a Rusia de determinadas reuniones de presidentes y de ministros, dando al nuevo grupo una condici¨®n particular de estar y no estar que hace que se le designe habitualmente como G-7/G-8.
Al objetivo primero de coordinar las pol¨ªticas macroecon¨®micas de sus miembros pronto se agreg¨® su intervenci¨®n en materias generales de car¨¢cter pol¨ªtico y de seguridad, como la condena de la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n en 1979, su participaci¨®n en las discusiones de la Ronda Uruguay, la crisis de la deuda en Am¨¦rica Latina, etc. Esta generalizaci¨®n tem¨¢tica lleva al G-7, en aras de la eficacia, a subdividirse operativamente en comit¨¦s especializados: finanzas, empleo, industrias de la informaci¨®n, etc¨¦tera, sin abandonar su vocaci¨®n de directorio del planeta. Pero es imposible que pueda cumplir la funci¨®n de eje central de la globalidad a que aspira si excluye las grandes econom¨ªas emergentes -Brasil, India, Sur¨¢frica, etc.- o m¨¢s simplemente si ignora a los pa¨ªses en desarrollo conjuntados desde 1964 en el G-77, que comporta actualmente 133 miembros, aunque haya conservado su apelaci¨®n inicial. Los intentos para establecer una posici¨®n com¨²n de ambos grandes grupos han fracasado con algunas excepciones, como los mecanismos creados para aplicar las propuestas de algunas conferencias internacionales.
Los grupos G-24, G-27, G-90, emanaci¨®n del G-7 y creados para acercar posiciones, se han mostrado escasamente operativos. Y esta carencia de representatividad global es una de las grandes objeciones formuladas frente al G-7 que se han o¨ªdo reiteradamente, incluso en el Foro de Davos desde 1993, donde Peter Sutherland, director general del GATT (hoy OMC) consider¨® que dicha carencia le privaba de toda legitimidad y convert¨ªa este club informal y sus cumbres anuales de jefes de Estado y de Gobierno en simples operaciones de relaciones p¨²blicas. Los shows organizados por Mitterrand en Versalles en 1982 y la fiesta napolitana de Silvio Berlusconi en 1994, con ocasi¨®n de las reuniones del G-7 en sus pa¨ªses, avalan ampliamente esa hip¨®tesis. En definitiva, el lanzamiento y promoci¨®n de la gesti¨®n informal que asumen los Gs se inscribe en el movimiento de cancelaci¨®n de la pol¨ªtica institucional al que debemos la instauraci¨®n de la gobernanza como sustituto de la gobernaci¨®n y las campa?as contra las Naciones Unidas, cuyo primer objetivo es impedir la reforma del sistema y el establecimiento de un Consejo de Seguridad que funcione. Para eso est¨¢ ya, nos dicen, el G-7/G-8.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.