Las l¨ªneas rojas
DESPU?S DE UN A?O largo de trabajo, la ponencia del Parlamento de Catalu?a constituida para iniciar la reforma del Estatuto de 1979 -aunque ser¨ªa m¨¢s propio hablar de un nuevo Estatuto- present¨® finalmente su dictamen con el voto de los partidos integrantes del Gobierno tripartito (PSC, ERC e ICV), la abstenci¨®n de CiU y el rechazo del PP. Las posteriores negociaciones emprendidas por el presidente del Gobierno y algunos de sus ministros con los dirigentes pol¨ªticos catalanes hacen suponer que la versi¨®n inicial de la proposici¨®n de ley estatutaria ser¨¢ enmendada a su paso por la Comisi¨®n y por el Pleno antes de llegar a las Cortes. El dictamen de la ponencia est¨¢ cosido con hilvanes: los partidos no s¨®lo de la oposici¨®n sino tambi¨¦n del Gobierno han anunciado votos particulares sobre el articulado. Las fechas probables para la conclusi¨®n de los trabajos de la Comisi¨®n es el 29 de julio y para la votaci¨®n por el Pleno, el 11 de septiembre. Si el texto fuese finalmente aprobado (el art¨ªculo 56 del actual Estatuto exige una mayor¨ªa de los dos tercios de los 135 esca?os) por el Parlamento catal¨¢n, la proposici¨®n ser¨ªa enviada a las Cortes para su debate como ley org¨¢nica; el Congreso y el Senado podr¨ªan endosar, rechazar o enmendar parcialmente el texto recibido. Si ese largo viaje legislativo llegase a su destino, todav¨ªa ser¨ªa necesario someter el texto definitivo a refer¨¦ndum vinculante de los ciudadanos de Catalu?a.
Aprobado ya el dictamen de la ponencia, los grupos parlamentarios debatir¨¢n y negociar¨¢n sus votos particulares en comisi¨®n antes de someter el texto definitivo al pleno del Parlamento de Catalu?a
El doble ¨¢mbito -auton¨®mico y estatal- de la tramitaci¨®n del Estatuto aumenta la complejidad de los juegos de estrategia entre los negociadores y dificulta al m¨¢ximo los pron¨®sticos razonables. Aunque condenada a la oposici¨®n tanto en Madrid como en Barcelona, CiU cuenta con el arma disuasoria de una inexpugnable minor¨ªa de bloqueo -46 esca?os- en el Parlamento catal¨¢n. A la hora de decidir el sentido de su voto, la coalici¨®n nacionalista deber¨¢ elegir entre dos riesgos: si bien el apoyo al nuevo Estatuto ofrecer¨ªa a sus principales adversarios en las urnas (PSC y ERC) la oportunidad propagand¨ªstica de apuntarse los m¨¦ritos de la empresa, el boicot mediante la abstenci¨®n -como en la ponencia- o el rechazo disgustar¨ªa seguramente a su clientela electoral. En cambio, ERC -y en menor medida tambi¨¦n ICV- dispone de importantes bazas negociadoras en ambos escenarios: el apoyo parlamentario al Gobierno de Zapatero y la participaci¨®n en el Consejo Ejecutivo de la Generalitat.
A los socialistas catalanes les corresponde la dif¨ªcil tarea de conciliar las aspiraciones de ERC e ICV sobre el nuevo Estatuto con el imperativo de asegurar no s¨®lo su constitucionalidad sino tambien el encaje funcional dentro del Estado auton¨®mico de sus instituciones y competencias, as¨ª como la solidaridad entre las poblaciones de los distintos territorios. El traspaso por el Parlamento catal¨¢n de las l¨ªneas rojas trazadas por el Gobierno sobre los puntos mas pol¨¦micos (desde las ambig¨¹edades terminol¨®gicas hasta el sistema de financiaci¨®n, pasando por el blindaje competencial, la organizaci¨®n judicial y la autonom¨ªa de los ayuntamientos) situar¨ªa al grupo parlamentario socialista entre la espada y la pared: aun a riesgo de perder el apoyo de ERC y de ICV en el Congreso y en el Parlamento catal¨¢n, lo que obligar¨ªa a Zapatero y a Maragall a convocar elecciones anticipadas, al PSOE no le quedar¨ªa m¨¢s opci¨®n que cerrarse en banda.
El esfuerzo para alcanzar el m¨¢s amplio consenso sobre el nuevo Estatuto catal¨¢n deber¨ªa incluir al PP. Es cierto que los populares -con sus 15 esca?os- no disponen de minor¨ªa de bloqueo en Catalu?a; el Congreso tambi¨¦n podr¨ªa aprobar sin su concurso el nuevo Estatuto: le bastar¨ªa con la mayor¨ªa absoluta exigida a las leyes org¨¢nicas. Sin embargo, ser¨ªa absolutamente conveniente -como dijo la vicepresidenta del Gobierno despu¨¦s del encuentro entre Zapatero y Rajoy el pasado enero- sumar al PP a ese consenso. Pese a la tendencia al aislamiento de los dirigentes populares, la actitud constructiva de su presidente en Catalu?a, Josep Piqu¨¦, y el pacto PP-PSOE para la reforma del Estatuto de Valencia dan cierto margen a la esperanza.
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