Juventud, divino tesoro
Caras j¨®venes sobre el escenario y frente al mismo: justo, lo que el jazz necesita. La jornada pen¨²ltima del festival se inici¨® con Hiromi, diminuta pianista japonesa de veintipocos a?os, verdadera "chica dinamita". Tiene tanto que decir que se hace un l¨ªo y uno ya no sabe si existe alg¨²n pianista en la historia del jazz al que no copie. No para quieta: la ¨²ltima pieza, en homenaje a Bruce Lee, la toca de pie y mene¨¢ndose toda ella. El d¨ªa en que Hiromi se encuentre a s¨ª misma, el mundo temblar¨¢. La sesi¨®n del pabell¨®n comenz¨® con Madeleine Peyroux (31 a?os). Fr¨¢gil, fuera de su tiempo, una cantante como la copa de un pino, alguien capaz de jugarse el tipo a cada estrofa. Hace virtud del hecho de irse de tono y eso le aproxima a Billie Holiday mucho m¨¢s que la obvia similitud de tono en sus voces. Tambi¨¦n se parece a Maria Muldaur y a Leonard Cohen. Cant¨® un repertorio cautivador y llev¨® a m¨¢s de uno al borde de la l¨¢grima. Como postre, Jamie Cullum, a toda potencia y con la plana mayor de la cr¨ªtica especializada vi¨¦ndole: un par de piezas y ya estaba la mayor¨ªa huyendo. Uno, aun as¨ª, encontr¨® argumentos para confiar en quien, tan escaso en a?os, arrastra la l¨®gica empanada mental: demasiado ¨¦xito, demasiado pronto. Desde luego, no es el mejor cantante de jazz del mundo, pero tan malo tampoco es.
M. Peyroux / Jamie Cullum / Hiromi
M. Peyroux / Jamie Cullum, Polideportivo de Mendizorrotza; Hiromi, Teatro Principal. Vitoria, 15 de julio.
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