Arte para dar aire
'El arte del abanico' recorre en Vitoria la historia de un complemento con lenguaje propio desde hace 500 a?os
M¨¢s a prop¨®sito que nunca, la exposici¨®n El arte del abanico se inaugur¨® el jueves, en una de las jornadas m¨¢s calurosas del verano, en la sala de exposiciones de la Fundaci¨®n Caja Vital. Pero, como bien se puede comprobar en la muestra, el abanico es algo m¨¢s que un complemento precedente del ventilador: los m¨¢s de 550 ejemplares exhibidos en Vitoria, propiedad de la coleccionista italina Linda de Dominicis, muestran la calidad art¨ªstica que alcanz¨® un objeto cotidiano, que casi tuvo m¨¢s usos como arma de seducci¨®n femenina que como alivio del sofoco.
En este ¨²ltimo aspecto, el del lenguaje del abanico, inciden las fotograf¨ªas que acompa?an el recorrido de la exposici¨®n. Si se deja caer el abanico, quiere decir "Te pertenezco", mientras que si la chica cierra el abanico precipitadamente significa: "Estoy celosa". Tiempo hubo para perfeccionar este lenguaje desde que se invent¨® hace cinco siglos, tal y como se muestra en esta selecci¨®n de im¨¢genes, que atienden hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle en un flirteo.
Los ejemplares expuestos van desde del siglo XVII hasta mediados del XX
"Descubr¨ª el mundo fascinante del abanico hace m¨¢s de 40 a?os, cuando todav¨ªa se trataba de algo poco conocido, por no decir olvidado", recuerda Linda de Dominicis. Su primera adquisici¨®n fue un ejemplar del XVIII, cuyo pa¨ªs (la tela del abanico cuando est¨¢ abierto) reproduce una delicada escena id¨ªlica t¨ªpica de ese siglo.
Pero a la coleccionista italiana lo que le sedujo de verdad fue la guarda de marfil (una de las dos varillas principales que cierran el abanico), que estaba tallada con una peque?a miniatura oval con el retrato de una ni?a. "Probablemente, la hija de quien hab¨ªa encargado el abanico", aventura. "Este apunte ¨ªntimo me provoc¨® un deseo s¨²bito de poseerlo". Y as¨ª comenz¨® su colecci¨®n.
En la exposici¨®n se pueden admirar ejemplares que datan desde finales del siglo XVII hasta mediados del siglo XX, procedentes de Europa y Asia. Junto a los abanicos cl¨¢sicos, se exponen abanicos-pantalla (pantalla r¨ªgida fijada a un mango central, que serv¨ªa para proteger el rostro de la reverberaci¨®n del fuego de la chimenea) y accesorios de moda , como sombrillas, bolsitos, monederos, carn¨¦s de baile, perfumeros, anteojos, bin¨®culos de teatro y porta-bouquet.
La pintura que ilustra el abanico es una de las principales referencias de la calidad de un ejemplar. As¨ª se aprecia, por ejemplo, en los abanicos italianos llamados del Grand Tour, de 1770-1780, apreciados recuerdos de los lugares art¨ªsticos italianos que los turistas europeos atra¨ªdos por Italia, sobre todo por las excavaciones arqueol¨®gicas del siglo XVIII, se llevaban de vuelta a sus pa¨ªses.
Y luego est¨¢n los que son piezas ¨²nicas, como un abanico franc¨¦s de 1780 que tiene alojados en las guardas un higr¨®metro y un term¨®metro, instrumentos cient¨ªficos min¨²sculos para medir la humedad y la temperatura que se hab¨ªan inventado justamente entonces. O un abanico austriaco, reversible, con las varillas y las guardas de marfil, construido en 1870, que lleva pintadas las horas y las medias en cada varilla, de forma que la dama, abri¨¦ndolo con destreza pod¨ªa fijar una cita en secreto con su amado.
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