Mensaje desde Londres
No pod¨ªa imaginar que en una semana, tras la tragedia, tantas firmas expresar¨ªan su pasi¨®n por Londres. Antes s¨®lo Carlos Franz, escritor chileno, expresaba p¨²blicamente su pasi¨®n por Londres, que comparto, cuando bajaba en bicicleta desde Marble Arch hasta el puente de Waterloo. La fina iron¨ªa de los londinenses, su pudor para expresar las emociones, su prudencia al enjuiciar las pasiones. La lecci¨®n de que en Londres convencer es menos importante que convivir. Por ello tantos disidentes han encontrado aqu¨ª su asilo. Hist¨®ricamente, por poner dos ejemplos conocidos, desde Sigmund Freud refugi¨¢ndose en Swiss Cottage, donde pas¨® el ¨²ltimo a?o de su vida huyendo de los nacionalsocialistas vieneses, a Karl Marx cuya tumba de culto se encuentra en el cementerio de Highgate.
El respeto por la intimidad de los brit¨¢nicos alcanza al hecho de carecer hasta hoy de documento de identidad por considerarlo una posible intromisi¨®n en el ¨¢mbito de lo personal. Sinagogas como Bevis Marks, mezquitas en Regent's o Finsbury Park, o templos hinduistas, como el Mandir, el mayor fuera de la India, dan acogida a una multitud de fieles que en el caso de la poblaci¨®n india se estima en 400.000 personas y en el de la musulmana llega hasta un mill¨®n. All¨ª las diferentes religiones son practicadas, las formas de vida mantenidas y las creencias ense?adas, en lo que supone un ejemplo de convivencia multicultural, como en la pel¨ªcula East is east se pone de manifiesto.
En Londres, a¨²n siendo los espacios privados peque?os y caros, los p¨²blicos son amplios y bien organizados lo que se corresponde con una escala m¨¢s humana. Las innumerables plazas ajardinadas proporcionan una inigualable sensaci¨®n de tranquilidad. Si los r¨ªos configuran las ciudades, el T¨¢mesis, quiz¨¢s sin el reconocimiento que merece a¨²n siendo utilizado como motivo principal del cartel para las Olimp¨ªadas 2012, configura los lindes. La sociedad se revela pr¨®xima en los bancos p¨²blicos situados a cada una de las orillas, desde Richmond hasta Greenwich, donados por particulares, en memoria de padres, hijos, amantes o amigos. El cielo es una sorpresa continua que se divisa desde cualquier lugar merced a los edificios bajos de la ciudad. Quietud y cambio. Tranquilidad sin soledad.
El s¨¢bado anterior a los atentados, en Hyde Park, escuch¨¢bamos a Sting, con motivo del concierto del Live 8, enviando su mensaje de S.O.S. al mundo en una canci¨®n contra la pobreza, y advirtiendo que quedamos observantes para ver la reacci¨®n de los dirigentes de los pa¨ªses m¨¢s poderosos de la tierra, G-8 We will watching you!, cuando apenas cinco d¨ªas m¨¢s tarde las bombas en Edgware Rd., King's Cross, Liverpool St., y Tavistock, cuestionaban si de verdad entendemos qu¨¦ est¨¢ pasando.
El horror de la situaci¨®n, el silencio en los medios de comunicaci¨®n, y el alejamiento de las v¨ªctimas s¨®lo acreditan una discreci¨®n no exenta de dramatismo. Si el teatro en Londres supone una parte importante de lo que en esta ciudad se entiende por cultura, educaci¨®n y disidencia, en esta ocasi¨®n la tragedia fue interpretada por unos personajes reales que se encontraron inmersos en una fat¨ªdica ma?ana de jueves de San Ferm¨ªn en una situaci¨®n desesperada ante la cual padecieron el dolor sin dejarse llevar por la desesperaci¨®n.
Como tantos otros ciudadanos fui residente diversas temporadas en Londres, y a menudo pasaba por Edgware Rd. tras alcanzar la estaci¨®n de Paddington, y bajar hasta Marble Arch donde ante el Speaker's Corner peque?os grupos observan sorprendidos este s¨ªmbolo memorable de la libertad de expresi¨®n. Poder hablar sobre cualquier tema siempre que no se cometa blasfemia, difamaci¨®n, traici¨®n o se infrinjan las leyes de una democracia vivida que incluso como Carta Magna no necesita estar escrita. En otras ocasiones procedente del norte del pa¨ªs alcanzaba King's Cross o me acercaba a Liverpool St., desde cuya estaci¨®n renovada se divisa el nuevo icono de Foster para la City, an¨¢logo al de Nouvel para Barcelona, y visitaba los mercados de Spitafields o Brick Lane, junto a Bethnal Green donde se concentra la comunidad bengal¨ª y pr¨®ximos a uno de los lugares de los atentados.
Este contraste cruel entre la ciudad tolerante, multicultural y disidente, y el ataque por sorpresa, mortal e indiscriminado, hace plantear abiertamente las cuestiones sobre las causas, conexiones y posibles soluciones del problema. El escritor Carlos Fuentes, a quien sorprendi¨® en Londres el ataque, resume en tres consideraciones su opini¨®n, son necesarios buenos servicios de inteligencia, asedio a los Gobiernos que impunemente prestan cobijo a los terroristas y principalmente acci¨®n pol¨ªtica para el desarrollo econ¨®mico global. Y en ello lamentablemente fallamos.
En definitiva eso es lo que Bob Geldof, Bono, y muchos de los firmantes del Live 8 pretend¨ªan con los conciertos de este a?o, a¨²n cuando la iniciativa se haya podido instrumentalizar pol¨ªticamente. Reincidir en aquel famoso mensaje de anta?o con Live Aid, Do they know is Christmas time?, para no tener que repetir veinte a?os m¨¢s tarde, pero con mayor verg¨¹enza para nosotros, que desde la misma miseria contin¨²an sin saber que estamos Navidad, es un decir. Impedir nuevas coartadas a los terroristas, y no continuar apropi¨¢ndonos exclusivamente de la riqueza, la libertad y la educaci¨®n generalizada, que en esta etapa hist¨®rica nos corresponde, para contribuir por el contrario a la extensi¨®n global del sistema democr¨¢tico, pol¨ªtico y econ¨®mico, que buena parte de las sociedades del tercer mundo est¨¢n reclamando.
Alejandro Ma?es es licenciado en Ciencias Econ¨®micas y Derecho.
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