Un tost¨®n de casi tres horas
El piso de la Plaza de Valencia est¨¢ mal, fatal, pero no es algo nuevo. Viene de lejos. Est¨¢ machacado por otro tipo de espect¨¢culos que se dan y nadie parece preocupado por arreglarlo. Ayer, ese piso lleno de hoyos, de arena en exceso removida, adem¨¢s de haber sido regado sin control, puso contra las cuerdas del peligro a los toreros. Hasta los toros lo acusaron, pues el tercero y el primer sobrero volvieron a los corrales lesionados por tan lamentable ruedo. ?ngel de la Rosa resbal¨® al recibir al que abri¨® plaza y se qued¨® indefenso en la cara del toro, y en el segundo, el banderillero Roque Vega tropez¨® en un hoyo y se parti¨® un menisco. Alguien deber¨¢ tomar cartas en el tema para evitar mayores males. Entre el piso, el bochorno y la falta de inter¨¦s de la corrida, la tarde fue una carga muy pesada. Un plomazo de dos horas y tres cuartos.
Valdefresno, Vellocino / Rosa, Alberto, Ramos
Cinco toros de Valdefresno y uno, tercero tris, de Vellocino. Bien presentados, flojos. ?ngel de la Rosa: pinchazo y casi entera desprendida, saludos; bajonazo (palmas). Juan Alberto: tres pinchazos y estocada baja (saludos); cinco pinchazos, descabello -aviso- y ocho m¨¢s (silencio). Paco Ramos: pinchazo y media (silencio);] dos pinchazos, estocada -aviso- y cuatro descabellos (vuelta). Plaza de Valencia, 17 de julio. 2? de feria. Media. El banderillero Roque Vega fue asistido de posible rotura del menisco izquierdo.
De lo poco que se vio, la faena de Juan Alberto al segundo. Bien estudiado el toro y su distancia, las primeras series con la derecha tuvieron temple y lentitud. Un buen toro el de Valdefresno que, sin embargo, puso fuera de combate a Alberto cuando ¨¦ste se ech¨® la muleta a la izquierda. Por ese lado ni un pase. M¨¢s y mejor lograda la primera parte de esa labor, lo enterr¨® todo con la espada. El quinto repiti¨® ca¨ªdas y fue un ejemplo de descaste. Alberto ech¨® mano de recursos f¨¢ciles y mat¨® a la ¨²ltima. Un mitin con la espada.
Ninguno de los dos toros de De la Rosa tuvo entrega. Su primera faena nunca alcanz¨® nivel. En su segunda, todo transcurri¨® entre protestas y desarmes. Los esfuerzos de Ramos con el manso de Vellocino fueron est¨¦riles. Con el muy ofensivo sexto anduvo irregular, combin¨® buenos naturales con demasiados enganchones.
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