'Gar?onniere' 2005
Nada hay nuevo bajo el sol ni se detiene el progreso. Se acaba de abordar la cuadratura del c¨ªrculo en un aspecto primordial de la existencia ciudadana. Me refiero al eterno problema de la vivienda, elevado ya a la m¨¢xima categor¨ªa, seg¨²n nos dijo la ministra del ramo, al que atribuy¨® el hecho de que los j¨®venes no se emancipen hasta los treinta y cinco a?os. Muy bien observado y acotado el asunto. En otras edades la mayor¨ªa de edad estaba fijada, precisamente, en el momento en que los individuos abandonaban el nido y fijaban sus plumas en otra parte, en nombre de la libertad individual y con el alivio de los progenitores. Se emprende una animosa campa?a con un plan de choque que consiste en la construcci¨®n de cientos de miles de habit¨¢culos, entre los 35 y los 40 metros cuadrados, encomiable empresa que ataca el problema en su ra¨ªz, pero que a mi modesto e insignificante juicio, se queda en el umbral del problema.
Los hijos -y las hijas, por supuesto- tardan en abandonar el hogar primigenio porque no encuentran, a su alcance, el alojamiento m¨ªnimo donde instalarse. Y ah¨ª es donde adivino las pegas de futuro. En la primera edad independiente cualquier lugar es aceptable. Un hombre, una mujer, una pareja tradicional o sobrevenida, en el primer tramo de la existencia se acomoda en cualquier parte y en ellos se ha pensado, urgido por la importancia de la cuesti¨®n. Treinta y cinco o cuarenta metros son suficientes para acomodar un par de cuerpos e incluso ese beb¨¦ que completa el c¨ªrculo, sea natural o adoptado. Pero hay quienes no se detienen ah¨ª, por considerar que la reproducci¨®n humana est¨¢ condicionada por normas que pueden desbordar la planificaci¨®n hogare?a. Y entonces esos metros ya no sirven. En el normal desarrollo de una familia puede pasar y entonces la humanidad desborda la cuadr¨ªcula inicial. Si el desarrollo profesional y la prosperidad lo permite, se buscar¨¢ otra vivienda m¨¢s amplia. Incluso puede darse la circunstancia -cada vez m¨¢s extra?a, es cierto- de tener que acoger a los padres, viejos, impedidos y sin ganas o posibilidades de vegetar en una residencia para mayores.
En cualquier caso la pr¨®vida Administraci¨®n, que est¨¢ a la que salta y desconf¨ªa de la probidad de los administrados, conviene en que no se pueda disponer de esos 35 o 40 metros cuadrados hasta pasados 30 a?os, per¨ªodo que engloba a un par de generaciones. ?Qu¨¦ hacer? ?Dormir por turnos? Un viejo chiste dec¨ªa que el piso era tan peque?o que cuanto entraba el sol ten¨ªan que salir ellos. El ¨¢mbito es inmodificable y la condici¨®n de no enajenarlo, prevista ante la codicia especuladora, convertir¨ªa el nidito inicial en un espacio inadecuado e intransitivo. Legislar a largo plazo es condicionar el futuro de quienes vayan incluidos en las normas y no estoy seguro de que, sea legal o no, contrar¨ªe normas o derechos inamovibles. Estamos hartos de las en¨¦rgicas disposiciones en cuanto a inutilidad de los terrenos que hayan sido pasto del fuego, con la loable intenci¨®n de impedir la especulaci¨®n inmobiliario del suelo y, que se sepa, nada hay escrito con fuerza para obligar, al respecto. Se desde?a, por razones hip¨®critamente humanitarias, el castigo duro y ejemplar, no s¨®lo para el pir¨®mano, sino para quienes colocan la tea en sus manos. Siguen alz¨¢ndose urbanizaciones sobre la tierra calcinada.
La "soluci¨®n habitacional" -?Dios, qu¨¦ retorcida mentecatez!- ya estaba inventada. En los felices veinte del siglo pasado florecieron los pisitos diminutos, donde hab¨ªa un par de butaquitas, un amplio lecho y un somero cuarto de ba?o, para ocupar transitoriamente por el var¨®n conquistador: se llamaban, a la francesa, gar?onni¨¨res y all¨ª no habr¨ªa nunca ni?os, simplemente se gestionaban. Hay un tango famoso que habla de uno de estos pisitos, amueblados por Maple en el 348 de la calle Corrientes. En Madrid se hablaba de ellos en las comedias de sal¨®n y era algo que pon¨ªan los caballeros a las se?oritas que visitaban de seis a nueve de la tarde. La finalidad de su utilizaci¨®n se correspond¨ªa con los metros cuadrados, pero por mucho que se planifique la natalidad, el fin ¨²ltimo de las parejas es la procreaci¨®n -ahora tambi¨¦n la adopci¨®n- y habr¨ªa que inventar el espacio para la cunita, el corralito y el cochecito. Por mucho que utilicemos los diminutivos, en esos 30 metros no caben, ni unas encima de otras. Se resuelve el problema urgente y quedan celdas donde pasar una condena de 30 a?os y un d¨ªa.
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