V¨ªsperas alemanas
El presidente alem¨¢n, Horst K?hler, comunicar¨¢ esta semana su decisi¨®n respecto a la disoluci¨®n del Bundestag y la convocatoria de elecciones anticipadas que ha solicitado el canciller federal, Gerhard Schr?der. Todo sugiere que K?hler anunciar¨¢ los comicios para septiembre, pese a las dudas existentes sobre la constitucionalidad de la f¨®rmula elegida por el canciller para forzar el fin de la legislatura: convencer a diputados de su partido para que se abstuvieran en una votaci¨®n de confianza. Probablemente K?hler considere que, en las actuales circunstancias, prolongar la legislatura sumir¨ªa al pa¨ªs en un caos pol¨ªtico que nadie quiere. El jefe del Estado, los grandes partidos y hasta sus socios en la Uni¨®n Europea est¨¢n deseando que acabe la interinidad pol¨ªtica alemana.
La falta de crecimiento y estabilidad en la m¨¢xima potencia del continente pesa como una losa sobre las expectativas de la UE de superar la crisis global y la recuperaci¨®n de la confianza en el proyecto com¨²n. Tras siete a?os en el poder y ante la oposici¨®n de gran parte de su partido a aplicar las reformas propuestas por su Gobierno, Schr?der se declar¨® incapaz de terminar la legislatura y solicit¨® a K?hler elecciones federales en septiembre que, seg¨²n todos los sondeos, perder¨¢. Las encuestas dan a la oposici¨®n cristianodem¨®crata una ventaja de entre 15 y 19 puntos.
La Uni¨®n Cristianodem¨®crata (CDU) present¨® la pasada semana un programa de Gobierno que a muchos ha sorprendido por lo que consideran moderaci¨®n en las reformas. Su l¨ªder, Angela Merkel, se ha querido despojar de su fama de emuladora de Margaret Thatcher y ha preferido anunciar un paquete de medidas deliberadamente vago, en el que las novedades son la subida del IVA del 16% al 18%, para financiar los recortes previstos en los costes laborales, y una discreta bajada en los impuestos sobre la renta. Har¨¢n falta sin duda pasos m¨¢s valientes que la CDU no quiere a¨²n presentar a una opini¨®n p¨²blica que se ha mostrado tan reacia a reformas como la francesa.
A este hecho se puede atribuir el ins¨®lito ¨¦xito en esta fase preelectoral del nuevo partido Coalici¨®n Electoral por el Trabajo y la Justicia, del ex presidente y ex ministro de finanzas del SPD Oskar Lafontaine. Con un mensaje agresivo de hostilidad a las reformas liberalizadoras y tintes claramente populistas, los sondeos dan al partido de Lafontaine un 12% en todo el pa¨ªs y lo convierten en el primer partido, con el 31%, en los Estados federados de la antigua Alemania oriental.
La candidatura de Lafontaine y la manifiesta inestabilidad general hacen veros¨ªmil un gran cambio en el escenario pol¨ªtico germano. Todos parecen conscientes de que ni el pa¨ªs ni la UE pueden permitirse la par¨¢lisis actual. Europa necesita un Gobierno en Berl¨ªn que supere el profundo des¨¢nimo ciudadano y acabe con un letargo que amenaza sus propias iniciativas para salir de la crisis continental.
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