Culpabilidad, miedo y silencio hist¨®rico
A ra¨ªz de un encuentro internacional que tuvo lugar recientemente en Alemania sobre la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica en aquel pa¨ªs y en Espa?a, ha habido una respuesta en amplios sectores medi¨¢ticos subrayando que la sociedad espa?ola deber¨ªa perder el miedo a su pasado y hacer lo que la sociedad alemana ya hizo hace a?os, adoptando una visi¨®n cr¨ªtica de su historia. En esta reflexi¨®n se asume frecuentemente que las situaciones en Alemania y en Espa?a han sido comparables. En ambos casos se considera que el silencio sobre su pasado se ha debido a un sentimiento de culpabilidad de la sociedad hacia lo ocurrido en sus pa¨ªses, se?al¨¢ndose que la madurez pol¨ªtica y sensibilidad democr¨¢tica exigen ahora una autocr¨ªtica sobre su pasado, una situaci¨®n que ha ocurrido en Alemania, pero todav¨ªa no ha sucedido en Espa?a. Incluso algunos polit¨®logos de bien merecido prestigio han escrito recientemente que el hecho de que comience a recuperarse la memoria hist¨®rica en nuestro pa¨ªs se debe al surgimiento de generaciones m¨¢s j¨®venes que no se sienten culpables por lo ocurrido en Espa?a. As¨ª, la polit¨®loga Paloma Aguilar Fern¨¢ndez, en un art¨ªculo publicado en el n¨²mero 140 de la revista Claves titulado 'Guerra Civil, franquismo y democracia' escribe que el hecho de que "el principal impulsor de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica sea una persona nacida en la d¨¦cada de los a?os setenta demuestra que las partes m¨¢s espinosas del pasado s¨®lo han podido ser abordadas con el advenimiento de una nueva generaci¨®n libre de miedo y de sentimientos de culpa". Se presenta as¨ª la culpabilidad como la causa del silencio hist¨®rico sobre lo que ocurri¨® en la Guerra Civil y durante la dictadura. Esta interpretaci¨®n de las causas de la falta de recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica asume, sin embargo, que la situaci¨®n en Alemania y en Espa?a ha sido comparable, ignorando que en Alemania Hitler alcanz¨® el poder pol¨ªtico a trav¨¦s de un proceso democr¨¢tico, gozando de una gran popularidad, puesto que la gran mayor¨ªa del pueblo alem¨¢n apoy¨® aquel r¨¦gimen pol¨ªtico. El sentimiento de culpabilidad en aquel pa¨ªs es, por lo tanto, merecido.
No es as¨ª, en cambio, en Espa?a, donde Franco alcanz¨® el poder a trav¨¦s de un golpe militar que interrumpi¨® un proceso democr¨¢tico, instaur¨® el terror en contra de la gran mayor¨ªa de las clases populares (y muy en especial en contra de la clase trabajadora) y tard¨® tres a?os en consolidar su poder como consecuencia de la enorme resistencia que tales clases populares ofrecieron al golpe militar apoyado con las armas por Hitler y Mussolini. El terror que la dictadura instaur¨® fue enorme y alcanz¨® un nivel de crueldad con pocos equivalentes en Europa, y se establecieron no s¨®lo campos de concentraci¨®n, sino tambi¨¦n de exterminio, todav¨ªa desconocidos en nuestro pa¨ªs. Es m¨¢s, republicanos espa?oles exiliados fueron tambi¨¦n enviados a campos nazis para su exterminio, en contra de lo que se ha escrito recientemente. A la luz de estos hechos, es comprensible que los grupos y clases dominantes vencedores en aquel conflicto (entre los cuales se incluye la Iglesia) se sintieran culpables (aunque de sus declaraciones parece deducirse lo contrario: que contin¨²an orgullosos de ello, de lo cual podr¨ªa deducirse que lo har¨ªan de nuevo si las circunstancias se repitieran). Pero no veo, sin embargo, por qu¨¦ la mayor¨ªa del pueblo espa?ol, incluidos los padres y abuelos de mis buenos amigos los impulsores de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, deber¨ªan sentirse culpables. Antes al contrario, fueron luchadores por la libertad, hecho del que ellos y sus descendientes deber¨ªan sentirse orgullosos. En este aspecto la mal llamada Guerra Civil no fue una guerra entre las dos Espa?as o dos zonas divididas territorialmente como constantemente es presentada por historiadores que han gozado de grandes cajas de resonancia, como el recientemente fallecido Javier Tusell, que calific¨® al general Queipo de Llano (al que describi¨® como "un general que en t¨¦rminos relativos era un liberal o un izquierdista en el seno de la direcci¨®n sublevada", Franco en la Guerra Civil, p¨¢gina 329) de "muy popular en la zona sublevada", ignorando que en tal zona -Andaluc¨ªa- la gran mayor¨ªa de las clases populares -que eran la mayor¨ªa de la poblaci¨®n- lo odiaban por su enorme represi¨®n y brutalidad, bien documentada por Antonio Bahamonde, jefe de propaganda del odiado general (Un a?o con Queipo de Llano, 2005). No fueron dos Espa?as, sino unas minor¨ªas que, para asegurarse el poder, aterrorizaron a la mayor¨ªa de las clases populares que lucharon en su gran mayor¨ªa por la democracia y la libertad. Y es tambi¨¦n el miedo lo que explica la Ley de Amnist¨ªa del a?o 1977, que protegi¨® a los responsables de las enormes violaciones de los derechos humanos que ocurrieron durante la dictadura, y que el magistrado del Tribunal Supremo Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Pall¨ªn defini¨® como inconstitucional en una presentaci¨®n que realiz¨® durante las jornadas por la Universitat Progressista d'Estiu de Catalunya. Este mismo miedo tambi¨¦n explica la moderaci¨®n en la propuesta de decreto sobre los desaparecidos (personas asesinadas por el franquismo cuyo paradero se desconoce) que ha hecho el Gobierno de la Generalitat de Catalu?a, que, siendo un paso adelante respecto a la situaci¨®n actual, se queda muy corta en comparaci¨®n con lo que la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resoluci¨®n del 18 de diciembre del 1992, estableci¨®. En ella exig¨ªa al Estado espa?ol (y por tanto tambi¨¦n a la Generalitat)que se encontraran los cuerpos de los desaparecidos, se les identificara y se publicaran sus nombres en los medios p¨²blicos de informaci¨®n, instrucci¨®n todav¨ªa ignorada por nuestros gobiernos. Este temor a ofender a los responsables de aquellas atrocidades empobrece enormemente nuestra democracia, como bien denunciaron varios observadores extranjeros que asistieron a aquellas jornadas.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas. de la Universidad Pompeu Fabra.
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