"El enga?o pol¨ªtico llega a niveles inaceptables"
John le Carr¨¦ est¨¢ enojado. El maestro de la novela de suspense, que descubri¨® en la globalizaci¨®n sin conciencia social una salida creativa tras el final de la guerra fr¨ªa, se siente defraudado por la l¨ªnea pol¨ªtica que marca Washington y Londres sigue sin rechistar. Pero, en la madurez de sus 74 a?os, no ha perdido la esperanza y, si acaso, ha reforzado su idealismo. En un encuentro en Londres con un grupo de periodistas internacionales, el escritor y ex esp¨ªa ingl¨¦s se mostr¨® convencido del eco positivo de su pen¨²ltima novela, El jardinero fiel, en la que delata la corrupci¨®n en ?frica de la industria farmac¨¦utica.
A los cuatro a?os de su publicaci¨®n, esta historia de enga?os, pasi¨®n y amor vuelve al primer plano de la actualidad con la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica del mismo t¨ªtulo, a cargo del brasile?o Fernando Meirelles. Con Ralph Fiennes y Rachel Weisz en los papeles principales, gui¨®n de Jeffrey Caine y una banda sonora firmada por el donostiarra Alberto Iglesias, la pel¨ªcula se ver¨¢ en Espa?a en el invierno tras un estreno previsto en el Festival de Venecia. "Llega en un momento muy oportuno y creo que, por cinco minutos, har¨¢ que la gente escuche, observe y piense", dice el abuelo de la literatura de espionaje.
"Debemos contenernos un poco a la hora de imaginar que isl¨¢mico significa extremismo"
"La miseria de hoy es que en el Reino Unido y EE UU no existe una oposici¨®n parlamentaria"
"En un mundo de noticias virtuales, el documental de ficci¨®n nos acerca a la verdad"
Pregunta. ?Qu¨¦ esperanzas abriga con la adaptaci¨®n de El jardinero fiel?
Respuesta. Nunca me aproximo a una adaptaci¨®n con sentimientos de pertenencia. No quiero la pel¨ªcula del libro, quiero la pel¨ªcula por la pel¨ªcula, un trabajo creado con sustancias diferentes. Fernando aporta su visi¨®n con una convicci¨®n genuina. Trajo parte del esp¨ªritu que informa su trabajo Ciudad de Dios, un gran sentido del horrible desperdicio de vidas humanas. En las barriadas de Nairobi est¨¢n los ni?os que nunca ir¨¢n al colegio ni probar¨¢n una comida adecuada. Son quiz¨¢ los goethes, thomas mannes y dantes de la futura civilizaci¨®n africana, pero no hay forma posible de liberar ese talento. El filme llega en un momento muy oportuno, con el G-8 centrado en combatir la pobreza. Puede realmente provocar que la gente escuche, observe y piense.
P. La atenci¨®n pronto se desvi¨® hacia los atentados de Londres.
R. No creo que la gente separe mentalmente los or¨ªgenes del terrorismo de la necesidad de poner fin a la pobreza. La gente corriente, cuando se le permite pensar, reconoce que si se contin¨²a explotando a una comunidad durante mucho tiempo, se crea, por muy psic¨®tico y err¨®neo que sea, no odio, sino un af¨¢n de venganza. Lo inteligente hoy es no aportar una l¨®gica al terrorismo, ya que eso implica dignificarlo. Pero en la percepci¨®n p¨²blica no creo que se diferencie entre un tipo de privacidad u otra. Y, a nivel colectivo, comenzamos a darnos cuenta de que terminaremos con el tiempo recolectando lo que sembramos.
P. ?C¨®mo explica entonces que los presuntos suicidas brit¨¢nicos tuvieran una existencia relativamente acomodada?
R. No creo en excusas, pero si alguien intenta matarte conviene descubrir el porqu¨¦. Seg¨²n mi experiencia, en la hermandad isl¨¢mica, el sentido colectivo de que han sido humillados, explotados, enga?ados, divididos y enfrentados unos a los otros es muy fuerte. Los inteligentes, la clase media, se sienten herederos de esta carga colectiva y, cuando caen en un radical y sistem¨¢tico lavado de cerebro, se creen los escogidos para cometer estos actos.
P. En sus ¨²ltimas novelas e intervenciones p¨²blicas delata cierto radicalismo pol¨ªtico. ?Se siente defraudado?
R. Enfadado s¨ª, pero no entiendo el significado de radical. El enga?o pol¨ªtico ha alcanzado niveles inaceptables. La alianza Blair-Bush es una cat¨¢strofe. Ya escrib¨ª en su d¨ªa que pondr¨ªa en peligro nuestra seguridad nacional. Eso no es ser radical, sino la posici¨®n de cualquier liberal brit¨¢nico. El hueco de la verdad es alarmante, insultante y peligroso. Se quejan de que los j¨®venes se enajenan del proceso pol¨ªtico brit¨¢nico cuando de lo que deber¨ªan quejarse es del fracaso de los partidos pol¨ªticos. No se han diversificado ni representan lo que realmente pensamos.
P. ?Ve alguna alternativa a la presente situaci¨®n?
R. En el Reino Unido y en EE UU no existe una oposici¨®n parlamentaria. ?sa es la miseria a la que nos enfrentamos. Y el peso de esta responsabilidad ha pasado a gente de mi profesi¨®n y a los medios de comunicaci¨®n. Es una herej¨ªa moderna sugerir hoy que la guerra de Irak puede ser responsable de los actos terribles que se est¨¢n cometiendo. No digo que la guerra los excuse, pero es un insulto a la inteligencia sugerir que la invasi¨®n de Irak no ha inflamado las llamas del terrorismo.
P. ?La adaptaci¨®n de El jardinero fiel se encuadra dentro de esta nueva responsabilidad del autor?
R. Representa la naturaleza esencial de un filme semidocumental, pues aporta informaci¨®n sobre el terreno en un momento en que nos enga?an, nos mienten y pasan la verdad por el centrifugado de la conveniencia pol¨ªtica. En este mundo de noticias virtuales, el documental de ficci¨®n nos acerca a la verdad, rellena ese hueco que se ha quedado vac¨ªo de conocimiento dada la inanidad de la informaci¨®n recibida en la forma en que se nos transmite actualmente.
P. ?Qu¨¦ le llev¨® a elegir la industria farmac¨¦utica como objeto de denuncia?
R. Me sirve de met¨¢fora de la explotaci¨®n del Tercer Mundo y de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo que se aprecia en todos los campos. Es un objetivo muy sexy y bien podr¨ªa haber apuntado a la industria del petr¨®leo en Nigeria o a cualquier direcci¨®n que delata lo absurdo que resultan las ayudas destinadas a rebajar la deuda exterior si no van acompa?adas de un control responsable de la globalizaci¨®n. Se habla de corrupci¨®n en ?frica, pero ?qui¨¦n les corrompi¨®?
P. ?A?ora sus a?os dedicados al espionaje?
R. Fueron tiempos extraordinarios. Fascinantes incluso para un pececito nadando en el charco del secretismo. Es el mundo donde se toman las decisiones, donde parece que te aproximas m¨¢s y m¨¢s al centro de tu pa¨ªs. No creo que existe un centro secreto, sino que detr¨¢s de la ¨²ltima puerta est¨¢ el vac¨ªo. Tampoco imagino qu¨¦ implica ser esp¨ªa hoy. Durante la guerra fr¨ªa, el mundo del espionaje estaba muy estructurado, con unas normas de comportamiento que todos observaban. Era esencialmente un pasatiempo europeo, no muy sangriento, salvo por el ocasional asesinato o secuestro de algunos agentes. En la situaci¨®n actual no sabr¨ªa penetrar en este mundo.
P. ?Por qu¨¦?
R. Podr¨ªa captar a un chaval que va a la mezquita, a la mezquita equivocada, e invitarle a dejarse seducir por el im¨¢n o mul¨¢. Pero m¨¢s all¨¢, ?qu¨¦ se puede hacer? El agente de inteligencia se aprovecha de las rivalidades humanas, de las ambiciones pol¨ªticas o econ¨®micas, de los que necesitan protecci¨®n o quieren revancha... ?C¨®mo puedes penetrar en estas nuevas c¨¦lulas? ?C¨®mo te adentras en algo tan fragmentado y, por lo general, tan incorruptible?
P. ?Es el islam el motor del terrorismo moderno?
R. El camino hacia el extremismo militante no s¨®lo se da en el islam, sino tambi¨¦n en la extrema derecha de los movimientos cristianos y del sionismo. El se?or Bush reitera que el estilo de vida estadounidense es el ¨²nico que merece la pena vivir. Esto es, para m¨ª, una declaraci¨®n fundamentalista, y la idea de que esa forma de vida es exportable me resulta obscena. Debemos contenernos un poco a la hora de imaginar que isl¨¢mico significa extremismo. No nos dejan sugerir que una forma de extremismo produce otra, pero yo ciertamente pienso que s¨ª podemos decir que una forma de simplificaci¨®n produce otra. Si adoptamos el concepto orwelliano de "Am¨¦rica, buena; islam, malo", no queda espacio a la flexibilidad.
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