Naciones m¨¢s unidas y m¨¢s comprometidas
El mundo sigue girando y Europa corre el riesgo de quedarse atrapada en s¨ª misma, enredada en la crisis del proceso de ratificaci¨®n del Tratado Constitucional. Los europeos tenemos cierta tendencia a creernos el centro del universo, o al menos de la humanidad, por el bagaje de una larga historia. Sin embargo, el mundo evoluciona cada vez m¨¢s deprisa y la comunidad internacional, con o sin nosotros, va a tomar muy importantes decisiones sobre el futuro de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU).
La Uni¨®n Europea (UE) no ha sido capaz de defender un planteamiento ¨²nico en el proceso de reforma de este organismo, ni siquiera cuando el proyecto de Constituci¨®n que tendr¨ªa que reforzar una pol¨ªtica exterior com¨²n pasaba por sus mejores momentos, y no s¨®lo por la cuesti¨®n que absorbe (en exceso) la atenci¨®n en esta materia: la reforma del Consejo de Seguridad en el que dos Estados europeos son miembros permanentes y un tercero (Alemania) aspira a serlo, sino tambi¨¦n por otras cuestiones. La realidad de hoy es, en cualquier ¨¢mbito, global: en lo que ata?e a la paz, la pobreza, la seguridad, los derechos humanos, a sus logros y a sus fracasos. A todos nos afecta y requiere respuestas globales. S¨®lo desde mecanismos multilaterales adecuados y firmes ser¨¢ posible enfocar de modo efectivo las aspiraciones de prosperidad de la humanidad.
Hemos hecho un esfuerzo para unir voces diferentes que refuercen la posici¨®n de Espa?a
El pr¨®ximo septiembre va a celebrarse en Nueva York la sesi¨®n plenaria de Naciones Unidas que va a reunir a jefes de Estado y de Gobierno, que debe culminar la pretendida reforma de esta instituci¨®n. Esta tarea se abri¨® hace ya unos a?os y la realidad la ha hecho imprescindible. M¨¢s a¨²n despu¨¦s de la Declaraci¨®n del Milenio del a?o 2000, de los atentados del 11-S del a?o siguiente y de lo acontecido despu¨¦s como, entre otras cosas, la invasi¨®n de Irak y la ruptura de un multilateralismo que nunca se debi¨® perder.
En este marco, es evidente que desde la creaci¨®n de la instituci¨®n en 1945 han cambiado muchas cosas en el mundo, han surgido nuevos retos, nuevas necesidades, nuevos problemas, nuevas amenazas y nuevos pa¨ªses, como demuestra que de los 191 miembros actuales, s¨®lo una cuarta parte formaban parte de este organismo en el momento de su fundaci¨®n.
De la misma manera, la ONU que naci¨® tras la firma de la paz debe tener como objetivo prioritario declarar la guerra a aquello que m¨¢s mata, millones de personas al a?o, la pobreza. Los datos son infames: 800 millones (de personas) no tienen acceso a comida suficiente para alimentarse; 1.100 millones (de personas) sobreviven con menos de un d¨®lar diario; 10 millones de ni?os y ni?as mueren antes de cumplir los cinco a?os. Si frente a esta verg¨¹enza colectiva no somos capaces de articular mecanismos m¨¢s comprometidos, nuestra tan avanzada "civilizaci¨®n" en otras ¨¢reas no ser¨¢ sino un fracaso. Esta inmensa injusticia no deja de crecer, poniendo en cuesti¨®n por insuficientes e inefectivas las soluciones dadas hasta ahora. Tanta indigencia obliga a reforzar mecanismos multilaterales para dar respuesta a este problema. La reforma de la ONU es la oportunidad que no podemos perder.
El hambre y la pobreza son la principal causa de mortalidad del planeta. Si a ello se suman los efectos de las violaciones de los derechos humanos y cualquier forma de vulnerabilidad obtenemos el cuadro principal de causas de injusticia y miseria del planeta. Al mismo tiempo existe un caldo de cultivo muy propicio para la amenaza de la paz: el hambre, la injusticia, la pobreza, las dictaduras, el fanatismo, la destrucci¨®n del medio ambiente, la insalubridad... S¨®lo luchando de modo efectivo contra todos estos factores podr¨¢n sentarse las bases s¨®lidas de la seguridad colectiva.
La intensificaci¨®n de la lucha contra la pobreza como objetivo prioritario debe venir acompa?ada de un refuerzo global y de un mayor compromiso con la extensi¨®n de valores como la justicia, la libertad, la igualdad, la democracia. La lucha por la paz y la seguridad necesita consolidarse con un mayor apoyo a los pa¨ªses en desarrollo. Es importante tambi¨¦n destacar que las respuestas deben de ser las justas, para evitar efectos contrarios, y baste como ejemplo preguntarse si las acciones recientes de los m¨¢s poderosos son ajenas a la situaci¨®n de radicalismo y fobia a las que se ha llegado en un pa¨ªs como Ir¨¢n, con el riesgo que ello conlleva.
No obstante, para que las respuestas globales a estos retos globales sean efectivas, la ONU necesita una reforma profunda y no un simple lavado de fachada. La ONU tiene que recuperar la auctoritas pol¨ªtica, el prestigio y el reconocimiento no s¨®lo pol¨ªtico, sino tambi¨¦n social. Es urgente que las ideas de transparencia, compromiso, democratizaci¨®n interna y participaci¨®n tomen fuerza. Conseguir respuestas eficaces ante las hambrunas, los genocidios, los desplazamientos masivos de refugiados, la proliferaci¨®n de armas, las amenazas para la paz, las respuestas r¨¢pidas en caso de cat¨¢strofes naturales, etc., requiere que la autoridad de organizaci¨®n sea toda una realidad y no una ficci¨®n m¨¢s. Tambi¨¦n requiere, sobre todo antes de cerrar la reforma, una gran generosidad y esfuerzo por lograr el consenso.
Espa?a es el octavo mayor contribuyente de la ONU. Debemos, pues, tener una posici¨®n activa y comprometida con los valores expresados. Internamente hemos hecho un esfuerzo para unir voces diferentes y as¨ª poder reforzar nuestra posici¨®n. Aunque en otras materias de pol¨ªtica exterior discrepamos, desde el PSOE y el PP hemos propiciado en este tema una proposici¨®n no de ley firmada conjuntamente y tambi¨¦n por los dem¨¢s grupos. Desde que en enero pudimos participar y conocer de primera mano los trabajos que todas las instancias realizaban en Nueva York, en el seno de la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores constituimos un grupo de trabajo que ha posibilitado algo importante buscando los elementos de encuentro y acuerdo.
En esta iniciativa parlamentaria, adem¨¢s de lo ya expresado, destacamos temas de importancia en la reforma como el concepto de responsabilidad de proteger, siempre bajo el mandato del Consejo de Seguridad; la creaci¨®n de la Comisi¨®n de Consolidaci¨®n de la Paz; el reforzamiento de los objetivos de Desarrollo de la Declaraci¨®n del Milenio; la trasformaci¨®n del Consejo Econ¨®mico y Social (Ecosoc); el fortalecimiento de los v¨ªnculos y la coordinaci¨®n entre instituciones financieras como el FMI y la ONU; el apoyo a una reforma del Consejo de Seguridad para adecuar a la realidad actual su composici¨®n, sus m¨¦todos de trabajo, aumentando la transparencia, la rendici¨®n de cuentas y su v¨ªnculo con la Asamblea General, que debe ser el verdadero ¨®rgano de representaci¨®n de la comunidad internacional.
Jes¨²s L¨®pez-Medel y Juan Moscoso del Prado son diputados a Cortes por el PP y el PSOE, vocales de la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Congreso.
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