Zapping
Lejos de Marte
Cuando era joven, Javier Sard¨¢ sol¨ªa trasnochar viendo programas junto a Joan Ramon Mainat. Despotricaban, se divert¨ªan, y, sin saberlo, dise?aban lo que luego ser¨ªa Cr¨®nicas marcianas. Un d¨ªa, Sard¨¢ pas¨® al otro lado del espejo en calidad de auxiliar de gallifantes, ascendi¨® a oficial de debates maniqueos y se convirti¨® en el comediante m¨¢s completo de su generaci¨®n. El lunes, y en su ¨²ltima semana como marciano oficial de la galaxia, protagoniz¨® un espectacular subid¨®n anticlerical. Por la fuerza de su histrionismo y su sentido de la dramaturgia, me record¨® a Peter Finch en la pel¨ªcula Network. All¨ª donde los dem¨¢s se conforman con mon¨®logos, Sard¨¢ se atreve con una explosiva mezcla de serm¨®n, mitin y delirio.
Acelerador
Mientras Sard¨¢ ha estado al otro lado del espejo, el mundo ha evolucionado.
La percepci¨®n que hoy se tiene de la homosexualidad, por ejemplo, no habr¨ªa sido la misma sin Boris Izaguirre. Izaguirre ha llevado su proselitismo exhibicionista hasta las ¨²ltimas consecuencias y ha encontrado en Marte el lugar que confirma lo que tantas veces le dijo su padre: "Los p¨¢jaros extra?os gustan encontrarse entre ellos". Pero evolucionar tambi¨¦n implica sufrir epidemias en las que, a veces, no est¨¢ claro si lo que vemos nos inquieta por culpa de nuestros prejuicios o por la falta de escr¨²pulos de quienes manejan los mecanismos de atenci¨®n.
Reflejo
CM ha sido el reflejo de la curiosidad reactiva y multidireccional del d¨²o Sard¨¢-Mainat. Igual montaban una parodia que exprim¨ªan la maldad de A¨ªda, Marta, Antonio David y otros hijos de la fusi¨®n entre CM, T¨®mbola y Gran Hermano. CM ha creado un mundo paralelo que completa el real. Y del mismo modo que a veces lo real parece alucinante, lo marciano ha aportado momentos de gran verosimilitud. Demag¨®gico y mesi¨¢nico para unos (contra la guerra de Irak o el Vaticano) y sat¨¢nico y peligroso para otros (hablando de sexo y escandalizando al puritanismo), Sard¨¢ se ha hecho l¨ªder a cambio de perder parte de su relativismo ir¨®nico.
Saber marcharse
Al parecer, Sard¨¢ siente la necesidad de hacer otras cosas. Es un buen s¨ªntoma. Sin el est¨ªmulo de un interlocutor tan c¨®mplice como Mainat, vuelve al otro lado del espejo, probablemente para re¨ªrse de s¨ª mismo y retomar un ritmo de vida menos exigente. A algunos de sus colaboradores les veremos en oto?o y por la tarde. En estos casos, todo se mitifica, y se cae en la santificaci¨®n acr¨ªtica de un formato que ha sido referencia tanto por sus milagros como por sus pecados. Una noche, Sard¨¢ le pregunt¨® a Terenci Moix: "?Qu¨¦ es m¨¢s importante, la cultura o la medida del pene?". Es una pregunta t¨ªpicamente marciana por esa manera de tratar cuestiones profundas de un modo fr¨ªvolo. Moix no contest¨®, pero, despu¨¦s de tantas CM, me pregunto si la cultura no ser¨¢ una consecuencia de la medida del pene. Y viceversa.
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