Cosas que no se comprenden
Hay cosas que realmente no se comprenden. Un Gobierno como el actual de Catalu?a, tan sensible a los asuntos identitarios, mantiene bloqueado desde su llegada al poder uno de los proyectos vertebrales de la identidad catalana. Se trata del Museo de Historia de la Inmigraci¨®n de Catalu?a (MHIC). Es cierto que al nombre del museo le falta el ap¨¦ndice nacional y que tal amputaci¨®n debe de explicarse por su v¨ªnculo al municipio de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, donde el edificio originario se levanta, pero no hay duda de que es un proyecto genuinamente nacional. El museo parti¨® de una idea del alcalde de Sant Adri¨¤, de un antiguo proyecto de Imma Boj, que es la actual responsable del museo, y del impulso pol¨ªtico y econ¨®mico del Ayuntamiento de Sant Adri¨¤ y del anterior Gobierno de la Generalitat de Catalu?a. Fruto de todo ello es lo que hoy ya puede verse: el adecentamiento de una ins¨®lita y refinada mas¨ªa en el fondo de un hoyo de pol¨ªgonos de la llamada carretera de Matar¨®; un sobrio y elegante proyecto arquitect¨®nico de Jordi Mestre e Ivan Bercedo para el edificio de ampliaci¨®n; la organizaci¨®n de dos exposiciones en el limitado piso superior de la mas¨ªa; la construcci¨®n de una web estupenda, y la apertura de las expectativas: en el primer trimestre de 2005 el museo estar¨ªa ya funcionando a pleno ritmo, seg¨²n dijo la prensa.
En 1975 casi el 40% de los ciudadanos de Catalu?a hab¨ªan nacido en otros lugares de Espa?a. La naci¨®n catalana cogi¨® forma en pleno franquismo
Ni siquiera han comenzado las obras. Faltan cuatro millones de euros, una cantidad que sobrepasa los recursos municipales y que requiere el apoyo del Gobierno. Cuando Pasqual Maragall lleg¨® a la presidencia se encontr¨® con el proyecto y lo pas¨® de inmediato al Departamento de Cultura, donde ha pasado un a?o muy tranquilo.
Hay cosas que no se comprenden.
La inmigraci¨®n es el componente central de la naci¨®n catalana, y estando el Gobierno dedicado a la redacci¨®n de un nuevo Estatuto donde el concepto de naci¨®n quiere figurar como novedad destacada, lo bien que ir¨ªa un museo para aclarar, fijar y representar los esplendores... En la ¨¦poca franquista se produjo una gran inmigraci¨®n hacia Catalu?a. Va a hacer un a?o que este mismo peri¨®dico public¨® una estimaci¨®n de la dem¨®grafa Anna Cabr¨¦ sobre el asunto. Una de las conclusiones era realmente espectacular: si no se hubiera producido la gran inmigraci¨®n, centrada sobre todo en los sesenta, en Catalu?a vivir¨ªan hoy 2,6 millones de personas. Dado que viven 6,6 millones, alguna importancia habr¨¢ tenido esa migraci¨®n interior en la construcci¨®n de la naci¨®n catalana realmente existente.
Sin embargo, la importancia de la inmigraci¨®n no es s¨®lo de orden demogr¨¢fico, cuantitativo. La inmigraci¨®n refuerza de modo decisivo el imaginario nacionalista y consolida su certeza de comunidad. Era realmente inesperado que la naci¨®n catalana cogiera forma y color en pleno franquismo. Pero as¨ª fue. En 1975 casi el 40% de los ciudadanos de Catalu?a hab¨ªan nacido en otros lugares de Espa?a. S¨ª, mucha gente, desde luego. Pr¨¢cticamente el mismo porcentaje de habitantes de Madrid que hab¨ªan nacido fuera de la ciudad. Els altres madrilenys? ?Je, je! Pocas cosas habr¨¢n contribuido tanto a la extensi¨®n y consolidaci¨®n de la naci¨®n catalana como esta formulaci¨®n, els altres catalans, donde la novedad, por supuesto, est¨¢ en el adjetivo. La dem¨®grafa Cabr¨¦ ya tiene un elemento de tipo cualitativo que a?adir a su ucron¨ªa. Ser¨ªan 2,6 millones y la naci¨®n ser¨ªa mucho menos naci¨®n. Para las naciones, y mucho m¨¢s en construcci¨®n, la emulsi¨®n del otro es fet¨¦n. Oli en un llum. An¨®tese: aportaron trabajo... y conciencia nacional. ?Las vueltas que da la vida parad¨®jica! Tambi¨¦n ser¨ªa injusto no reconocer, en este sentido, la innegable y profunda aportaci¨®n de la izquierda catalana, representada principalmente por el PSUC, que fue el primero, en plena posguerra, en teorizar sobre la necesidad de no dividir a Catalu?a en dos comunidades. No s¨®lo evitaron el peligro, sino que, muy creativamente, lo identificaron. ?Salve!
En Madrid, hasta el momento presente, no han cre¨ªdo necesario organizar un museo de la inmigraci¨®n. Quiz¨¢ porque se confundir¨ªa con el museo de historia de la ciudad o cosa semejante, vete a saber. En modo alguno eso puede deberse a que los madrile?os ignoren su reciente historia. Por supuesto que la conocen y saben que su ciudad la hicieron los inmigrantes. S¨®lo que no eran otros.
Hay otra raz¨®n muy poderosa para que el actual Gobierno catal¨¢n ponga en marcha de una vez ese museo. Se trata de las nuevas inmigraciones. No har¨¢n m¨¢s que reforzar la conciencia nacional. En la web del MHIC he visto, como en un crisol entreverados, antiguos ciudadanos de Gambia y de Soria, hablando de sus cosas, de sus tristes y tambi¨¦n energ¨¦ticas historias del ir y venir y del ir y no volver. Ese apuntalamiento del otro mediante la expresi¨®n gambiana es muy eficaz, siempre desde el punto de vista nacional. Y adem¨¢s, y esto es especialmente importante para un Gobierno de izquierdas, proscribe de manera radical la tentaci¨®n de la discriminaci¨®n. ?C¨®mo vamos a discriminar entre los otros? ?Todos los otros son iguales!
La naci¨®n necesita este museo. Bajo la superficie de un homenaje a los esforzados, hay un autohomenaje. No se comprende que dejen pasar oportunidades tan claras.
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