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Eduardo Zaplana habl¨® la noche del viernes ante los suyos como si no existiera la Generalitat Valenciana. Invit¨® a los militantes y cargos del PP alicantino a apoyar a Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, presidente de la Diputaci¨®n, convertido en "hombre fuerte" de lo que es ya todo un dominio provincial en la organizaci¨®n del partido. Aqu¨ª empec¨¦ yo hace quince a?os y aqu¨ª voy a seguir, vino a decir el portavoz en el Congreso de los Diputados, que antes fue ministro y antes presidente del Consell. Si la obscena exhibici¨®n de apoyo a Carlos Fabra hace unos d¨ªas en Castell¨®n no resultaba ya bien elocuente de qui¨¦n mueve los hilos del poder en las comarcas del norte, envuelto en un intenso tufo de corrupci¨®n, el tono y el discurso de la cena veraniega de los zaplanistas en Alicante confirma los peores presagios sobre el conflicto interno de los populares valencianos: divididos y enrocados en sus cacicatos provinciales a la espera de lo que ha de venir. Tremendo panorama el de Francisco Camps, cuyo liderazgo partidista y auton¨®mico aparece socavado con tanta nitidez. Sobre todo porque, adem¨¢s de constatar la fragmentaci¨®n del PP regional, resultado del pulso turbulento por el control de la organizaci¨®n mantenido a lo largo del curso, el mensaje de Zaplana contiene una ambivalencia letal: por un lado, la advertencia sobre un juego de equilibrios y contrapesos en el que anuncia a medio plazo una dura pelea por la cuota que corresponde a su gente en las instituciones, y por otro, la revelaci¨®n del retorno freudiano a una historia que vuelve a empezar. El proceso que atraviesa el PP valenciano adquiere, as¨ª, los contornos de una involuci¨®n, como un feedback del estado originario de divisi¨®n interna que viv¨ªa la principal formaci¨®n de la derecha antes de llegar al poder. Aunque todav¨ªa ocupa Camps el Palau de la Generalitat, la intemperie envuelve poco a poco en un irritado desaliento al partido de Mariano Rajoy desde que ha pasado a la oposici¨®n. Por eso desempolva Alicante los viejos tambores de una lucha cruenta que desata instintos de supervivencia y alimenta la guerra tribal.
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