El crimen organizado campa en Nuevo Laredo
La guerra entre dos carteles del narcotr¨¢fico ha convertido la ciudad fronteriza con EE UU en la m¨¢s violenta de M¨¦xico
"En esta esquina mataron a un municipal; en aquel cruce ametrallaron a un jefe de la Polic¨ªa Federal Preventiva desde dos camionetas con tipos disfrazados de agentes judiciales; a dos cuadras del Gobierno municipal, asesinaron a dos comandantes; esta casa fue sellada porque era de un narcotraficante; en aquella, capturaron a un capo". Un recorrido por Nuevo Laredo de la mano del periodista Raymundo Ramos es un recuento de los cr¨ªmenes que ensangrientan diariamente esta ciudad de la frontera norte de M¨¦xico, la m¨¢s violenta del pa¨ªs y que desde hace un mes est¨¢ sin polic¨ªa local.
La lista es interminable. Cualquier vecino de Nuevo Laredo tiene una historia de muerte que contar. En lo que va de a?o, 100 personas han sido asesinadas, 13 de ellas polic¨ªas, y los detenidos no llegan a la decena. En 2004, hubo 64 muertos. A finales de junio se descubri¨® una vivienda donde hab¨ªa 43 personas dadas por desaparecidas. Los secuestradores, pertenecientes a una banda criminal, interrogaban a las v¨ªctimas para decidir luego qu¨¦ hacer con ellas. Algunas tendr¨ªan lazos con el crimen organizado o eran familiares de traficantes.
En 1848, la Villa San Agust¨ªn de Laredo, fundada por el espa?ol Tom¨¢s S¨¢nchez, qued¨® dividida en dos tras el tratado que puso fin a la guerra en la que M¨¦xico perdi¨® Tejas. Muchas de las familias originales no se resignaron a pertenecer a una nueva naci¨®n (Estados Unidos) y cruzaron hacia la margen derecha del r¨ªo Bravo, donde fundaron Nuevo Laredo.
Actualmente, los cuatro puentes entre Nuevo Laredo y Laredo Tejas son el paso fronterizo m¨¢s importante del continente americano, por el que transitan diariamente entre 8.000 y 10.000 camiones de gran tonelaje. Como v¨ªa de acceso a los mercados de EE UU, Nuevo Laredo es un punto estrat¨¦gico para el comercio legal y el ilegal. Quien controla los cruces fronterizos est¨¢ en posici¨®n de fuerza frente a cualquier organizaci¨®n, mexicana o extranjera, para negociar el paso de la droga.
Objetivo: las familias
Desde agosto de 2002, dos bandas de narcotraficantes pelean por tan preciada plaza. El cartel de Sinaloa de Joaqu¨ªn Guzm¨¢n Loera, alias El Chapo Guzm¨¢n, trata de arrebatar el control al cartel del Golfo, de Osiel C¨¢rdenas Guill¨¦n, cuya fuerza de choque es conocida como Los Zetas. Nacidos de un grupo de desertores del Ej¨¦rcito, estos sicarios se han convertido en una temida fuerza con autonom¨ªa creciente dentro de la banda. Los vecinos de Nuevo Laredo hablan de "la guerra entre los Zetas y los Chapos" con la misma naturalidad con la que afirman que en la ciudad "siempre hubo narcotr¨¢fico".
El comportamiento de los carteles de la droga ha cambiado en los ¨²ltimos a?os. Seg¨²n cuenta Ramos, hasta la d¨¦cada de los noventa "los narcos respetaban una regla no escrita: las diferencias se dirim¨ªan entre los implicados, pero no se tocaba a los familiares". Hoy, los parientes son el objetivo de los ajustes de cuentas. La falta de reglas, la debilidad de las instituciones y la corrupci¨®n de la Polic¨ªa Municipal permitieron el avance del crimen organizado. Los sicarios eran (y son) capaces de matar en cualquier lugar y a cualquier hora, y exhib¨ªan sus armas en la calle, donde han llegado a controlar el paso de veh¨ªculos como si tuvieran competencias policiales. La connivencia de la Polic¨ªa Municipal, que jur¨ªdicamente depende del alcalde, era un secreto a voces.
Los acontecimientos se precipitaron en junio, cuando el crimen organizado dio un golpe sin precedentes. El 8, despu¨¦s de las doce del mediod¨ªa, Alejandro Dom¨ªnguez Coello, conocido empresario de Nuevo Laredo, jur¨® como director de Seguridad P¨²blica. El d¨ªa siguiente ten¨ªa previsto renunciar al cargo de presidente de la C¨¢mara de Comercio. No le dio tiempo: siete horas despu¨¦s, cuando sal¨ªa de su oficina, fue acribillado desde un veh¨ªculo en marcha. Hay diversas interpretaciones sobre el asesinato, desde quienes creen que es un mensaje del narcotr¨¢fico para demostrar que no aceptar¨¢n un jefe de la Polic¨ªa Municipal que no sea de su agrado; otros recuerdan que en el pasado Dom¨ªnguez Coello trabaj¨® en la Fiscal¨ªa. Curiosamente, al funeral no asisti¨® casi ning¨²n representante del Ayuntamiento ni de la Polic¨ªa Municipal.
"Era una persona muy conocida, como empresario y comerciante. Fue un accidente lamentable", dice Jos¨¦ Guadalupe Vald¨¦s Gonz¨¢lez, secretario del Gobierno municipal que, en ausencia del primer edil, act¨²a como alcalde en funciones. Tras el asesinato, el cargo estuvo vacante un mes, hasta que el 6 de julio fue nombrado Omar Pimentel, que perteneci¨® a la Polic¨ªa Federal de Caminos. "Desconozco por qu¨¦ le mataron", asegura. "Se dicen muchas cosas, pero prefiero no profundizar. Es lamentable, porque a fin de cuentas era un ser humano, pero no me interesa saber por qu¨¦ lo mataron. Sus motivos debieron tener".
Pimentel se desplaza con una escolta de ocho hombres "de absoluta confianza". El nuevo secretario de Seguridad afronta el desaf¨ªo de llevar a cabo una reforma de la Polic¨ªa Municipal, un cuerpo del que el subsecretario de Pol¨ªtica Criminal del Gobierno federal, Rafael R¨ªos, ha dicho que "estaba infiltrado por el crimen organizado de manera significativa, por lo que tuvimos que romper este esquema de impunidad". EE UU ha ofrecido expertos en reorganizaci¨®n policial, seg¨²n explica el c¨®nsul en Nuevo Laredo, Michael Yoder.
Los 756 agentes est¨¢n acuartelados, sin armas y bajo examen desde el grave incidente que se registr¨® en junio, cuando un grupo de municipales se enfrent¨® a tiros con polic¨ªas judiciales enviados desde Ciudad de M¨¦xico. El caso puso de relieve hasta qu¨¦ punto el crimen organizado hab¨ªa penetrado en la polic¨ªa local. Es una cuesti¨®n de dinero: un agente cobra 350 d¨®lares mensuales (290 euros), una suma mejorable por el narcotr¨¢fico. Pimentel promete mejores salarios y agentes dignos de la confianza de los ciudadanos, aunque para ello s¨®lo queden en activo 450 agentes. ?Qu¨¦ suceder¨¢ con los que sean dados de baja? "Haremos lo posible para que no se vayan enojados. Saben que fueron dados de baja por cometer faltas", dice el secretario de Seguridad.
Las autoridades municipales conf¨ªan en los polic¨ªas que vayan saliendo, cada cuatro meses, de la Academia de Polic¨ªa. Jes¨²s de la Cruz Reyes, de 24 a?os, reci¨¦n graduado, est¨¢ listo para actuar. En su opini¨®n, "hace falta mucha organizaci¨®n con los compa?eros y los superiores para que tengamos m¨¢s capacitaci¨®n y mejores equipos. Los delincuentes tienen armas de mucho poder".
Blanco f¨¢cil
Los polic¨ªas municipales de Nuevo Laredo se han convertido en un blanco f¨¢cil. Cuatro de ellos han ca¨ªdo bajo las balas la semana pasada. Seg¨²n las autoridades, se trata de ajustes de cuentas. La estad¨ªstica mort¨ªfera no ha mejorado con la entrada en acci¨®n de la operaci¨®n ordenada por el Gobierno federal bajo el nombre M¨¦xico Seguro. Efectivos policiales y militares patrullan en varias ciudades de los Estados de Tamaulipas, Sinaloa y Baja California despu¨¦s de que el embajador de EE UU en M¨¦xico, la secretaria de Estado, funcionarios de la DEA y el sector empresarial mexicano reclamaran mayor firmeza y eficacia al Gobierno de Vicente Fox en la lucha contra el narcotr¨¢fico. El presidente de la Confederaci¨®n Nacional Tur¨ªstica, Enrique ?lvarez Prieto, hab¨ªa dado la voz de alarma al declarar que la violencia en la frontera norte provocar¨ªa p¨¦rdidas por 1.760 millones de d¨®lares en 2005.
En Nuevo Laredo, el operativo ha dado escasos resultados y ante la ausencia de la polic¨ªa municipal, que conoce como nadie la ciudad, el delito com¨²n se ha disparado. El director de Seguridad P¨²blica asegura que "el alcalde est¨¢ muy, muy preocupado y comprometido en que la polic¨ªa tenga una cara diferente y la gente tenga confianza en ella". Las tanquetas militares apostadas junto a los puentes sobre el r¨ªo Bravo, los controles de la polic¨ªa judicial y de la polic¨ªa preventiva, y el helic¨®ptero que sobrevuela la ciudad no han aportado mayor tranquilidad a la poblaci¨®n.
La violencia ha provocado una ca¨ªda dr¨¢stica del turismo y de los visitantes desde Estados Unidos, con el consiguiente coste econ¨®mico. La vida nocturna ha perdido el bullicio. En el centro, los bares y discotecas est¨¢n vac¨ªos, las prostitutas deambulan aburridas sin expectativas de encontrar clientes, y muchos locales est¨¢n cerrados porque no han podido resistir la crisis. "Todos los negocios hemos sido golpeados, menos las funerarias", dice un empresario que prefiere no dar su nombre. Sin embargo, el secretario de Gobierno del Ayuntamiento asegura que llegan inversiones y que "lo que ocurre aqu¨ª es parte de la problem¨¢tica de una ciudad que est¨¢ en crecimiento".
El riesgo de ser periodista
Amador del ?ngel Herrera es un reportero del Canal 2 de televisi¨®n en Nuevo Laredo. Ha perdido la cuenta de los cr¨ªmenes de los que ha informado. "Todos los d¨ªas es lo mismo", dice, sobre todo cuando hay ciertas limitaciones en el lenguaje. Amador tiene instrucciones de sus jefes de no utilizar t¨¦rminos como narco, sicario, gatillero... Explica que se han celebrado reuniones de autoridades pol¨ªticas y empresariales con responsables de los medios de comunicaci¨®n "para bajar el tono de las informaciones".
"Cuando doy cuenta de un asesinato hablo de victimado o de muerte violenta. No de cr¨ªmenes ni de disputa de territorios. Doy el hecho y nada m¨¢s. No me meto en problemas".
Varios periodistas locales consultados coinciden en se?alar que en Nuevo Laredo nadie hace investigaci¨®n period¨ªstica. Es peligroso. Raymundo Ramos, reportero del diario El Ma?ana, dice que desde hace dos a?os el trabajo de periodista "es muy arriesgado" porque la violencia "ha trastornado nuestra vida, la de nuestras familias y la de los compa?eros de trabajo". Recuerda que tras el asesinato de Roberto Mora, director de El Ma?ana, el 19 de marzo de 2004, y de Guadalupe Garc¨ªa Escamilla, reportera de radio, el 5 abril, los periodistas tienen clara una cosa: "Estamos amenazados por narcotraficantes. Tambi¨¦n vemos que los polic¨ªas y las autoridades estatales y federales no est¨¢n interesados en protegernos ni en detener a quienes han cometido los homicidios".
En la redacci¨®n de su diario han acordado que toda informaci¨®n sobre delincuencia organizada y bandas de narcotraficantes debe citar una fuente para que sea publicada, y alude a los casos de Roberto Mora y de Guadalupe Garc¨ªa, que "mencionaban constantemente a narcos por su nombre". "Tenemos que ser muy mesurados a la hora de escribir de narcotr¨¢fico", a?ade. Cuando es muy alto el riesgo no firma el art¨ªculo, simplemente se pone redacci¨®n o agencias.
Ramos asegura que si tiene acceso a "una informaci¨®n muy fuerte", es posible que el director o el due?o del peri¨®dico se nieguen a publicarla. "Hay autocensura. Si sabes que ninguna autoridad te va a proteger aunque est¨¦ en riesgo tu vida, no corres riesgos, y el director de tu peri¨®dico, menos todav¨ªa".
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