Aprendiendo a convivir
El soci¨®logo Francesc Torres analiza en un estudio el proceso de inserci¨®n de inmigrantes en la ciudad de Valencia
La convivencia entre los residentes inmigrantes y los aut¨®ctonos en Valencia es "pac¨ªfica" pero en t¨¦rminos generales "distante". Ambos colectivos comparten espacios comunes y "no se han dado tensiones importantes". Un estudio del soci¨®logo Francesc Torres analiza el proceso de integraci¨®n y socializaci¨®n de los inmigrantes en Valencia, Barcelona y Montreal (Canad¨¢). El trabajo se titula ?mbit urb¨¤, sociabilitat, inserci¨® social dels immigrants. El cas de Russafa (Valencia), fue presentado en la Universitat d'Estiu de Gandia, y forma parte de la tesis doctoral de Torres, fundador de la Mesa de Entidades de Solidaridad con los Inmigrantes.
El investigador compara Barcelona y Valencia por "sus similitudes estructurales, lengua, marco institucional, mismas leyes de extranjer¨ªa y mercado laboral", pero con diferencias en el asentamiento de su poblaci¨®n extranjera. En el caso de la ciudad condal, su centro hist¨®rico se fue consolidando desde el principio como espacio de acogida de la inmigraci¨®n. "El 48% de los vecinos de El Raval de Barcelona son extranjeros", indica Torres. "Montreal, como Barcelona, se consolid¨® como ciudad de inmigraci¨®n, pero la ciudad se dividi¨® en angl¨®fonos y franc¨®fonos", explica.
El proceso de asentamiento en Valencia ha sido muy diferente. La capital del Turia recibi¨® en una primera fase inmigraci¨®n de su entorno agr¨ªcola. En los sesenta llegaron manchegos y murcianos. Pero el centro no fue un polo de atracci¨®n. "La riada de 1957 arras¨® el centro hist¨®rico y la parte m¨¢s modesta de la ciudad, por lo que cuando lleg¨® esta poblaci¨®n, en el centro hist¨®rico no hab¨ªan infraestructuras", dice Torres. La pol¨ªtica de viviendas del franquismo desplaz¨® la inmigraci¨®n espa?ola hacia los barrios de Orriols y Torrefiel, entre otros.
En el caso valenciano, la concentraci¨®n de poblaci¨®n inmigrante en un barrio concreto "es menor" que en Barcelona o Montreal. Un ejemplo es Russafa. Seg¨²n datos del investigador, en 2004 viv¨ªan en esta barriada tan s¨®lo "un 8% de los vecinos marroqu¨ªes" asentados en Valencia, "y es el m¨¢ximo de concentraci¨®n de un grupo ¨¦tnico" en un distrito. En el caso de Barcelona, en cambio, el 66% del colectivo de filipinos reside en Ciutat Vella.
?Este mayor grado de concentraci¨®n de poblaci¨®n extranjera afecta a la convivencia? "A diferencia de lo que pensaban los soci¨®logos de la Escuela de Chicago, la buena o mala convivencia no depende del n¨²mero, sino del tipo de convivencia y relaciones", argumenta Torres. En el caso de Valencia, "la inserci¨®n es tranquila". "Los incidentes m¨¢s importantes fueron provocados por el grupo de extrema derecha Valencia 2000 en Russafa, pero no alteraron la convivencia", afirma.
Ahora bien, considera que "habr¨ªa que seguir con atenci¨®n los incidentes entre pandillas de j¨®venes". Torres advierte que "la vida social comporta peque?as tensiones, y la cuesti¨®n es que hay que reducirla y tener capacidad social para abordarla". A este respecto, muestra su preocupaci¨®n por la "falta de recursos" en la Comunidad Valenciana en cuanto a pol¨ªticas para actuar ante el nuevo proceso de llegada de extranjeros. "Hay colegios con agobios" para atender a los alumnos extranjeros, y "faltan ayudas y servicios sociales". Para el soci¨®logo ser¨¢n las segundas generaciones, los j¨®venes que desde la infancia han convivido con esta nueva poblaci¨®n inmigrante, las que determinar¨¢n si el proceso de integraci¨®n ha sido un ¨¦xito. Para ello todav¨ªa han de transcurrir a?os. Seg¨²n datos de 2004, en Valencia resid¨ªan 71.746 inmigrantes, el 90% extracomunitarios.
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