Nuevo arranque del CNIC
El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) quiere arrancar de nuevo, bajo la direcci¨®n del doctor Valent¨ªn Fuster tras el fallido intento liderado por el doctor Salvador Moncada. En la gran capacidad creativa del doctor Fuster y en una enorme inversi¨®n p¨²blica y privada se depositan la confianza para hacer que la investigaci¨®n cardiovascular en Espa?a alcance metas hasta ahora s¨®lo so?adas. Se pone como antecedente, quiz¨¢ como ejemplo, el Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas, otro gran instituto de investigaci¨®n puesto en su d¨ªa bajo la direcci¨®n de otro ilustre investigador espa?ol que estaba trabajando en EE UU. Estos hechos, llamativos, noticiosos, deben dar pie a una reflexi¨®n sobre el estado actual de la investigaci¨®n cardiovascular en nuestro pa¨ªs, las causas de sus dificultades y a un an¨¢lisis de la potencial eficacia de un nuevo CNIC.
Ser¨¢ una buena iniciativa si es parte integrada, por muy principal que sea, de las redes de investigaci¨®n ya existentes
Como muy bien sabe Valent¨ªn Fuster, que ha sido modelo de muchos investigadores dentro y fuera de Espa?a, la investigaci¨®n no florece necesariamente donde hay medios materiales y la mejor tecnolog¨ªa. Es cierto que hace falta un m¨ªnimo de tecnolog¨ªa para buscar respuestas a las preguntas que plantea la observaci¨®n de la realidad; pero el elemento fundamental es la inquietud cient¨ªfica, una predisposici¨®n mental que impide al investigador descansar hasta que encuentra alguna respuesta, con alta o con baja tecnolog¨ªa. Esta inquietud cient¨ªfica puede no ser permanente, por lo que la renovaci¨®n de los equipos de investigaci¨®n ha de ser constante para mantener una actividad productiva de calidad.
En Espa?a ha florecido en los ¨²ltimos 30 a?os un movimiento investigador fuerte, que es bien reconocido en el mundo. Los nombres de investigadores que desarrollan su labor en Espa?a son hoy la regla, ya no la excepci¨®n, en cualquier reuni¨®n internacional de expertos en medicina cardiovascular. El Sistema Nacional de Salud (SNS) ha sido un instrumento eficaz para este desarrollo cient¨ªfico, que se ha producido en gran medida a sus espaldas, aunque con su tolerancia. Los investigadores que han trabajado en el SNS lo han hecho en condiciones muy dif¨ªciles, robando tiempo a su tiempo, usando la tecnolog¨ªa disponible para el diagn¨®stico cl¨ªnico o, en algunos casos, consiguiendo becas p¨²blicas y privadas de escaso monto y cobro incierto. Pero lo que en la d¨¦cada de 1980 era un esfuerzo tit¨¢nico y oscuro de unos pocos locos se ha ido convirtiendo en un movimiento colectivo importante, reconocido por instituciones como el Fondo de Investigaciones Sanitarias, La Comisi¨®n Interministerial de Ciencia y Tecnolog¨ªa y la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n. La pol¨ªtica de apoyo a la investigaci¨®n ha mejorado significativamente desde mediados de la d¨¦cada de 1990 con una asignaci¨®n m¨¢s inteligente de ayudas, apoyo a becarios, ayudas para dedicaci¨®n a la investigaci¨®n compartidas por los hospitales, etc¨¦tera. El ¨²ltimo y quiz¨¢ m¨¢s significativo paso ha sido la creaci¨®n de redes de investigaci¨®n que coordinan varios equipos de investigadores, que han emprendido proyectos de ¨¢mbito imposible para un solo grupo.
Y en este momento aparece el CNIC como una superestructura, empezando por un gran edificio y ahora grandes inversiones de dinero, para convertirse en el Centro de la Investigaci¨®n Cardiovascular en Espa?a. Uno no puede menos que preguntarse si es una buena idea. Si el CNIC se integrase en el floreciente movimiento cient¨ªfico existente en el SNS ser¨ªa una importante contribuci¨®n y un gran est¨ªmulo. Pero si, por el contrario, se convierte en otra estructura independiente, de fines y plantilla propios y financiaci¨®n privilegiada, corremos el riesgo de desperdiciar preciosos recursos y da?ar el crecimiento de la actual comunidad investigadora. Quiz¨¢ porque es imposible que Valent¨ªn Fuster no vea esto con claridad, es por lo que su incorporaci¨®n a la direcci¨®n del CNIC puede ser tan esperanzadora.
Los grupos de investigaci¨®n activos en Espa?a tienen ideas, planes y necesidades, saben muy bien lo que pedir¨ªan para poder continuar su esfuerzo con mayor ¨¦xito. Sin embargo, no se est¨¢n teniendo en cuenta. Dar¨ªa la impresi¨®n de que se quisiera trasplantar algo ajeno, distante, siguiendo modelos de contexto sociocultural y econ¨®mico muy distinto, como si todo lo hecho hasta el momento no tuviese consistencia ni fututo. Por bueno que sea ampliar las perspectivas de los investigadores espa?oles con ideas nuevas, no parece prudente dejar de preguntar a los que han conseguido avanzar, c¨®mo lo han hecho a pesar de las dificultades, y c¨®mo les parece que se debe seguir avanzando.
Probablemente un obst¨¢culo para el desarrollo de la investigaci¨®n tanto o m¨¢s importante que la escasa asignaci¨®n econ¨®mica es que el SNS da la espalda a los investigadores, que podr¨ªan ser sus mejores pilares. Conviene ser consciente de que si Valent¨ªn Fuster o uno de los investigadores del CNIC consiguiesen la cura definitiva de la aterosclerosis y luego se quisieran dedicar a una labor cl¨ªnica en un hospital del SNS, sus m¨¦ritos alcanzar¨ªan un m¨¢ximo del 10% en el baremo para la consecuci¨®n de la plaza y que ser¨ªan irremisiblemente desplazados por cualquier m¨¦dico que hubiese desempe?ado una plaza asistencial en una consulta. La dedicaci¨®n en exclusiva a la investigaci¨®n est¨¢ penada en el SNS con el cierre de las perspectivas profesionales y esto es un gran obst¨¢culo para la generaci¨®n de potentes grupos de investigaci¨®n en Espa?a.
En los pa¨ªses con vigorosos programas cient¨ªficos la regla es que m¨¦dicos j¨®venes dediquen a la investigaci¨®n b¨¢sica los a?os m¨¢s inquietos, quiz¨¢ los m¨¢s productivos de su vida, y luego se dediquen m¨¢s al diagn¨®stico y tratamiento de los enfermos. Con estas dedicaciones temporales se forman muchos equipos de investigaci¨®n y adem¨¢s, el esp¨ªritu investigador cultivado en los primeros a?os de profesi¨®n enriquece la pr¨¢ctica cl¨ªnica. Pero es que, adem¨¢s, los mejores centros de investigaci¨®n m¨¦dica est¨¢n estrechamente unidos a los hospitales y a las consultas, fomentando el flujo de ida y vuelta, de preguntas y respuestas, problemas y soluciones, entre la vida real y el laboratorio.
Un centro de investigaci¨®n con una plantilla propia, superpuesto a un SNS que no reconoce el m¨¦rito y las ventajas de que sus profesionales dediquen parte de su carrera a la investigaci¨®n, corre el riesgo de que los miembros de su plantilla, sin otras salidas profesionales, pasen a engrosar en poco tiempo las filas de un funcionariado poco motivado que acepta un sueldo escaso a cambio de estabilidad en el empleo. Y de esto y de su futilidad tenemos ya claros ejemplos en Espa?a. Por otro lado, el despilfarro poco ¨²til de medios puede ser un motivo m¨¢s de frustraci¨®n para los investigadores actualmente activos, que quiz¨¢ ve¨ªan algo de luz al final de un t¨²nel de a?os duros.
Desde esta perspectiva el CNIC ser¨¢ una buena iniciativa en la medida que no sea centro, sino parte integrada, por muy principal que sea, de las redes de conocimiento y trabajo investigador ya existentes. Si ha de hacerse una inversi¨®n espec¨ªfica debe ser, en lo posible, en l¨ªneas que no compitan por los fondos disponibles con las ya existentes, sino que las complementen y las apoyen. En la medida en que esto se consiga y el SNS se abra a la movilidad del personal dedicado a la investigaci¨®n se garantizar¨¢ el ¨¦xito a trav¨¦s de la colaboraci¨®n y la renovaci¨®n. Pero esto requiere cambios muy profundos en la filosof¨ªa y estructura del SNS y en la idea que parecen tener nuestros gobernantes de c¨®mo se desarrolla un esfuerzo investigador eficaz. ?ste es el verdadero reto que espera a Valent¨ªn Fuster, el mismo que ilusiona y empuja desde hace a?os a los investigadores espa?oles. ?Bienvenido a esta empresa!
Francisco Garc¨ªa-Cos¨ªo es jefe del Servicio de Cardiolog¨ªa del Hospital Universitario de Getafe, miembro de la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa y fellow de la American College of Cardiology y de la European Society of Cardiology.
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