De 45 grados bajo cero a 45 a la sombra
David Pearce es un constructor canadiense que lleg¨® del Polo ?rtico a las tierras andaluzas para construir casas de madera
David Pearce lleg¨® a Sevilla en 1991. Este canadiense de 48 a?os cambi¨® el Polo ?rtico por la costa gaditana, donde se dedica a la construcci¨®n de casas de madera.
Pearce lleg¨® para trabajar en la edificaci¨®n de un bar alem¨¢n y un sal¨®n del viejo Oeste en la Exposici¨®n Universal de 1992. Cuando en 1993 termin¨® de desmontar las construcciones de madera de la Cartuja, no se march¨® como el resto de sus compa?eros. Ten¨ªa una raz¨®n para quedarse: hab¨ªa conocido a la sevillana que despu¨¦s ser¨ªa su mujer y la madre de su hija.
Pearce hab¨ªa convivido con los esquimales inuit del Polo ?rtico, donde edificaba casas de madera, s¨®lo tres meses antes de pisar tierras andaluzas. Cuando lleg¨® al aeropuerto hispalense, no pod¨ªa creer que la temperatura fuera real. "Cre¨ªa que el calor se deb¨ªa a los motores del avi¨®n. Cuando llegu¨¦ al centro y vi que era el tiempo que hac¨ªa, me qued¨¦ de piedra. Hab¨ªa pasado de 45 grados bajo cero a 45 grados a la sombra", dice en perfecto castellano con acento norteamericano.
En el Polo tuvo que construir casas con tanto fr¨ªo que calentaba las herramientas con fuego. "Con el viento, las temperaturas descend¨ªan a 60 grados bajo cero. Por eso vine, para descongelarme", explica con una sonrisa.
Desde que termin¨® las obras de la Expo, Pearce se ha dedicado a construir casas de madera. Sobre todo, trabaja en la costa gaditana. "Hago casas en Vejer, El Palmar y Ca?os de Meca", afirma. Aunque tambi¨¦n ha construido en Sevilla y en las sierras de Huelva y de Ja¨¦n. "Conozco toda Andaluc¨ªa por mis casas", comenta.
Pearce utiliza materiales espec¨ªficos, t¨ªpicos de los edificios n¨®rdicos. "Uso madera de pino, porque es lo que se emplea m¨¢s aqu¨ª", explica. Sus casas est¨¢n siempre protegidas del fr¨ªo y del calor con un doble pl¨¢stico aislante. "En verano, son como una nevera. Los muros no dejan pasar la humedad, de modo que pueden durar m¨¢s de cien a?os".
El precio, unos 660 euros por metro cuadrado, es, a su juicio, bastante econ¨®mico. "A la gente le gustan mis casas porque tienen un coste fijo. No a?adimos nada al presupuesto, como hacen otros constructores", alega.
?l se llama a s¨ª mismo constructor. Aunque no es arquitecto, se encarga de los planos, de dirigir la obra y de edificar la casa con sus manos. "Para que sea legal, necesito la supervisi¨®n y la firma de un arquitecto", explica. "En las playas, la gente construye por la cara. Yo les advierto siempre a los clientes sobre qu¨¦ es lo reglamentario, pero a algunos no les importa", argumenta.
Este verano David tiene un nuevo encargo. Un amigo estadounidense lo ha contratado para hacer una nueva casa en Olivares (Sevilla). El pago no se har¨¢ en met¨¢lico. "Viviremos aqu¨ª durante unos a?os y no pagaremos alquiler", explica mientras muestra orgulloso el edificio.
Pearce mira al futuro y se ve en Andaluc¨ªa. No quiere volver a Canad¨¢ porque, para ¨¦l, su tierra es un para¨ªso siempre que se vaya de visita. "No quiero empezar de nuevo otra vez", dice. Lo ¨²nico que no entiende es la desconfianza de la gente: "en Canad¨¢, aunque roben, dejamos todo abierto", recuerda.
El estilo de vida andaluz le gusta porque es tranquilo y abierto. Quiere tener calidad de vida y prefiere no coger muchas obras y ganar menos, pero vivir bien: "Lo que yo quiero es disfrutar", dice.
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