Chalaneo at¨®mico
La expectaci¨®n despertada por la cuarta ronda de conversaciones sobre el desarme nuclear norcoreano, tras 13 meses de par¨¢lisis, no tiene por el momento concreci¨®n, aparte el optimismo con que los seis interlocutores han iniciado su encuentro en Pek¨ªn. Es cierto que Bush ha suavizado su ret¨®rica belicista respecto de Pyongyang, descartando absolutamente cualquier intenci¨®n de ataque, uno de los motivos b¨¢sicos por los que Kim Jong-il ha reanudado el di¨¢logo. Pero, por el momento, el l¨ªder comunista, maestro de la dilaci¨®n y la ambig¨¹edad, se deja querer y objeta que sus interlocutores pretendan que Pyongyang mueva ficha primero; es decir, que las zanahorias de Washington y Se¨²l est¨¦n supeditadas a la verificaci¨®n del desmantelamiento de su programa at¨®mico.
Lo que se discute en Pek¨ªn -por parte de las dos Coreas, EE UU, Jap¨®n, Rusia y China- es b¨¢sicamente la propuesta de EE UU de hace un a?o, rechazada entonces por Pyongyang: garant¨ªas de seguridad estadounidenses y ayuda econ¨®mica a cambio de la renuncia al arma final. Pero el tono de la Casa Blanca, la disposici¨®n de Washington a hablar bilateralmente en el marco del di¨¢logo a seis y el audaz proyecto surcoreano de suministrar 2.000 megavatios anuales a su vecino en bancarrota representan un claro giro respecto de la absoluta intransigencia de Bush a finales de 2002, cuando estall¨® la crisis al acusar EE UU al r¨¦gimen norcoreano de desarrollar un programa militar secreto de enriquecimiento de uranio. Tras el nuevo ambiente hay meses de diplomacia callada y coordinada, orquestada b¨¢sicamente por la secretaria de Estado Rice y con un papel relevante tanto de China, aliado clave de Pyongyang, como de Se¨²l.
La cuesti¨®n sigue siendo si esta nueva cita conseguir¨¢ algo diferente de las anteriores fracasadas. Kim Jong-il pretende concesiones previas para congelar en una primera fase su programa nuclear; y garant¨ªas de normalizaci¨®n con EE UU, ayuda econ¨®mica ingente y renuncia formal a cualquier amenaza militar a cambio del desarme at¨®mico efectivo del Estado m¨¢s opaco del mundo. El gran obst¨¢culo sigue siendo que el arsenal nuclear norcoreano -que se da por hecho, pese a que no se conoce ning¨²n ensayo del mismo- es el ¨²nico activo estrat¨¦gico del r¨¦gimen estalinista y, a trav¨¦s de la alta tensi¨®n con EE UU, la palanca b¨¢sica de la supervivencia pol¨ªtica del dictador.
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