Sobresaltos hist¨®ricos
No se requieren muchas luces para llegar a la conclusi¨®n de que la semana que nos disponemos a finalizar ha sido la que m¨¢s sobresaltos ha deparado para la elaboraci¨®n y aprobaci¨®n del nuevo Estatut. No es ¨¦sta una cuesti¨®n menor si pensamos en los muchos desencuentros que desde el inicio de la ponencia parlamentaria, hace m¨¢s de 15 meses, hasta hoy se han producido. Hasta hace muy pocas semanas nadie dudaba que estas crisis no pon¨ªan en peligro la aprobaci¨®n posterior del nuevo proyecto de Estatut. Se supon¨ªa que era correcto el razonamiento seg¨²n el cual ninguna formaci¨®n pol¨ªtica catalana, excepto el PP, podr¨ªa asumir un voto contrario al proyecto de reforma presentado. Hoy, viernes 29 de julio, la fecha prevista para que las enmiendas a la proposici¨®n de nuevo Estatut sean votadas en comisi¨®n, las dudas sobre el ¨¦xito pol¨ªtico de la aventura reformadora del texto estatutario son considerables. En el momento de escribir este art¨ªculo, entre la mayor¨ªa de los protagonistas existe el convencimiento de que s¨®lo un milagro puede conseguir que en la votaci¨®n parlamentaria de hoy se produzca una mayor¨ªa suficientemente amplia como para poder afirmar que la presentaci¨®n, discusi¨®n y votaci¨®n por el pleno del Parlament del que deber¨ªa ser el texto del futuro Estatuto, previstas para el pr¨®ximo septiembre, ser¨¢ s¨®lo un tr¨¢mite.
El motivo de la presente crisis es la pretensi¨®n de que la apelaci¨®n a los derechos hist¨®ricos de Catalu?a sea recogida en el texto estatutario como base para blindar las competencias futuras de la Generalitat. En la medida en que hay una historia pol¨ªtica catalana previa a la Constituci¨®n de 1978, con instituciones propias de gobierno, me parece fuera de discusi¨®n que los derechos hist¨®ricos referidos a la capacidad de autogobierno existen. El reconocimiento de la existencia de nacionalidades hist¨®ricas en la Constituci¨®n de 1978 es una forma de hacer referencia a la existencia de una tradici¨®n de autogobierno y, de alguna manera, de unos derechos hist¨®ricos de autogobierno que fueron en diversos momentos de la historia moderna cortados por imposiciones pol¨ªticas y militares, siempre de malas maneras. Realizada esta afirmaci¨®n, hay que decir inmediatamente que a pesar de ello no es f¨¢cil encontrar en el catalanismo pol¨ªtico contempor¨¢neo una apelaci¨®n tan directa a esos derechos hist¨®ricos, y mucho menos como eje principal en torno al cual plantear el acceso y el fortalecimiento de nuestro autogobierno.
?sta es, como el lector probablemente sabe, una de las grandes diferencias entre el catalanismo y el vasquismo, y especialmente entre el nacionalismo catal¨¢n y el nacionalismo vasco, muy anclado este ¨²ltimo en la tradici¨®n foral y los derechos hist¨®ricos. S¨®lo muy recientemente han aparecido en Catalu?a algunos trabajos de inter¨¦s, muy probablemente como complemento a los estudios sobre derechos hist¨®ricos como contribuci¨®n para abrir v¨ªas de profundizaci¨®n del autogobierno, especialmente en Euskadi, realizados a finales de los noventa por Miguel Herrero de Mi?¨®n y por el desaparecido (por asesinato de ETA) Ernest Lluch, entre otros. Creo que es en ese contexto donde debemos ubicar las pocas reflexiones s¨®lidas de que hoy disponemos sobre esta cuesti¨®n, realizadas entre otros por el notario L¨®pez Burniol y muy especialmente por Joquim Ferret (Catalunya i els drets hist¨®rics, colecci¨®n IEA 2001). Pero la existencia de esta obra y seguramente de otras (recuerdo un trabajo del diputado Joan Ridao sobre esta cuesti¨®n) no signific¨® en ning¨²n caso la incorporaci¨®n de la apelaci¨®n a los derechos hist¨®ricos como uno de los ejes del discurso pol¨ªtico catalanista, nacionalista o independentista.
Llegados a este punto, la pregunta que parece inevitable hacerse dada la magnitud de la crisis pol¨ªtica que Catalu?a aborda es por qu¨¦ precisamente en este momento del proceso de elaboraci¨®n del nuevo Estatut aparece esta cuesti¨®n con la fuerza que lo hace. La respuesta no es f¨¢cil, pero quiz¨¢ pueda ayudar a saber los motivos si atendemos el razonamiento del ponente de CiU, Francesc Homs, cuando el 14 de julio afirm¨® que acerca de la propuesta de los derechos hist¨®ricos: "Hace tiempo que la ten¨ªamos en la rec¨¢mara por si las cosas no iban suficientemente bien".
Es decir, una propuesta guardada en la rec¨¢mara, sacada a la luz en el tramo final de tramitaci¨®n del estatuto, se ha convertido en el gran obst¨¢culo para que Catalu?a pueda encarar un nuevo periodo pol¨ªtico. No creo en las casualidades y tampoco creo en la inocencia de las propuestas pol¨ªticas como la que nos ocupa. Es evidente que el PSC hace demasiados d¨ªas que se sabe presionado por el PSOE, el cual a la vez considera inaceptable el texto aprobado hace unas semanas en la ponencia con los votos del PSC, ERC e ICV. Por lo que parece, alguien que nunca ha visto con entusiasmo que en esta legislatura se pudiera aprobar un nuevo Estatut decidi¨® dar en el momento oportuno una vuelta a la tuerca para generar una nueva crisis. Y es evidente que en esta ocasi¨®n la estrategia ha funcionado e incluso han conseguido que sea el PSC el que deba dar explicaciones ante una votaci¨®n, la de hoy, en la que quienes con toda probabilidad votar¨¢n contra enmiendas que se aprobar¨¢n ser¨¢n los socialistas. La cuesti¨®n que queda por responder es sobre los motivos que a estas alturas del proceso de reforma hacen posicionar a ERC en el sentido que los derechos hist¨®ricos son una menci¨®n irrenunciable que el nuevo Estatut debe contemplar. ?Qu¨¦ espera obtener ERC de esta crisis? ?Es el inicio de un nuevo escenario pol¨ªtico o simplemente un paso en falso que deber¨¢ deshacer?
Jordi S¨¢nchez es polit¨®logo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.