Comillas y la modernidad
?ramos muchos los que quer¨ªamos devolver al antiguo Seminario de Comillas su labor docente, elimin¨¢ndole la caspa que pesaba sobre ¨¦l desde hac¨ªa m¨¢s de un siglo. ?ramos cu¨¢ntos los que quer¨ªamos dar un nuevo uso m¨¢s acorde con la idea original de centro docente, de espacio de di¨¢logo que no de silencio, mando y ordeno que hab¨ªa sido hasta ahora. Hubo quienes nos reunimos en el bar Metropol (regentado por la tristemente desaparecida Pilar¨ªn) de la plaza de la Constituci¨®n para especular sobre esa idea de devolver la laicidad al sitio, como tambi¨¦n se hizo con la de cambiar los nombres del callejero con reminiscencias franquistas, como as¨ª fue.
Y ahora tocaba salvar de la especulaci¨®n inmobiliaria las m¨¢s de 1.000 hect¨¢reas de tierras, de presentar un proyecto con credibilidad que permitiera conservar el uso docente que siempre quiso que tuviera su fundador, el marqu¨¦s de Comillas (Comillas, 1817-Barcelona, 1883) cuando decidi¨® proyectarlo como una Escuela de Artes y Oficios, una vez acabados los fastos del verano de 1881 en los que se hab¨ªan lucido los artistas y artesanos catalanes. Una rese?a en el diario La Renaixen?a mencionaba la maravilla de aquel quiosco dise?ado por Gaud¨ª acompa?ada de un escrito en el que alertaba del estado de desatenci¨®n a estos menesteres por parte del Estado.
Todo est¨¢ en marcha para que el abandonado seminario jesu¨ªtico de Comillas sea un centro de estudios internacional
Fue como un ensayo general de la Exposici¨®n Universal del 1888 en Barcelona lo que sucedi¨® en Comillas esos d¨ªas de est¨ªo. All¨ª se estren¨® la nueva luz incandescente que acababa de inventar Edison y que los ingenieros catalanes Dalmau y Xifr¨¢ ven¨ªan de patentar. Tambi¨¦n apareci¨® la flota de la Compa?¨ªa Trasatl¨¢ntica con su nuevo buque de casco de acero, el primero de pabell¨®n espa?ol, y el poeta Verdaguer celebr¨® misa y poema en homenaje a la inauguraci¨®n de La M¨ªstica Capella en lo alto del barrio del Sobrellano. Se trataba de la capilla pante¨®n que dise?ara el arquitecto Joan Martorell -llamado el patriarca de los arquitectos modernistas- y amueblara el joven Gaud¨ª.
Fue a ra¨ªz del buen hacer de aquellos artistas y artesanos cuando el mecenas comillano quiso construir un Centro de Artes y Oficios para que los j¨®venes de por all¨ª no se vieran obligados a emigrar como le sucedi¨® a ¨¦l. Pero pudo m¨¢s la sumisi¨®n a los jesuitas de su hijo Claudio, y acab¨® siendo un centro religioso donde se formar¨ªa lo m¨¢s granado de la cat¨®lica Espa?a. Durante tiempo, el Seminario de Comillas iba a tener una gran trascendencia en la instrucci¨®n de la ¨¦lite religiosa del siglo pasado, tan determinante en la Guerra Civil. Obispos, arzobispos y cardenales c¨¦lebres se formaron en ese centro, y hasta el ¨²ltimo duque de Alba, Jes¨²s Aguirre, estudi¨® en aquella suerte de fortaleza que dise?ara Joan Martorell y mejorara Dom¨¨nech i Montaner a?os despu¨¦s. All¨ª se conservan las impresionantes puertas de bronce -las puertas de la Santidad y las puertas del Sant Jordi- que proyect¨® Dom¨¨nech y que modelar¨ªa Eusebi Arnau, el escultor que mejor y m¨¢s trabajara para los arquitectos modernistas. En el Seminario trabaj¨® la piedra, model¨® y repuj¨® el bronce marcando el paso del naturalismo hacia el idealismo.
Todo llegaba de Barcelona, concretamente del Taller que Dom¨¨nech hab¨ªa instalado en el Caf¨¦ Restaurant del parque de la Ciudadela, una vez finalizada la Exposici¨®n Universal de 1888. En el Taller, adem¨¢s de concretarse los principales postulados del Modernismo, se redactan, se discuten y se proyectan los principios te¨®ricos de car¨¢cter nacionalista: las Bases de Manresa. Ser¨¢ un foco en el campo de la pol¨ªtica catalana como en el de la arquitectura. Y un preludio del papel pol¨ªtico que desarrollar¨¢n los arquitectos en los movimientos vanguardistas del siglo XX. El Taller se estrena, entonces, con las obras de reforma del Seminario.
Comillas vuelve a ser un campo de ensayo de la modernidad, a?os despu¨¦s de que Gaud¨ª acabara El Capricho en aquel mismo lugar. El valor pl¨¢stico que tiene esa casa irrumpe con una fuerza que apabulla: se dir¨ªa que anuncia aquella m¨¢xima de Andr¨¦ Breton: ?La Belleza ser¨¢ convulsa o no ser¨¢! Se trata de una presencia embarazosa, ya sea debido a su excesiva arrogancia y extravagancia, a sus estridentes pulsiones, a su agitaci¨®n desmesurada: por su abrumadora presencia, por su avasalladora insolencia, por ese pathos que revela una capacidad de transportar el esp¨ªritu a otras esferas m¨¢s vibrantes.
Ha pasado m¨¢s de un siglo y Comillas recobra su lugar en el mundo. Aquellas especulaciones del Metropol van tomando vuelo, y, aunque se est¨¢n a¨²n definiendo contenidos, todo est¨¢ en marcha para que el abandonado Seminario jesu¨ªtico de Comillas sea un Centro de Estudios internacional que bien podr¨ªa dar cabida a todas las lenguas hispanas, una Universidad de todas las lenguas de la Espa?a plural, un centro de conocimiento de la cultura hispana... Finalmente se ha entendido que las lenguas son una fuente de riqueza.
Aunque el Metropol cerr¨®, la buena nueva lleg¨® en forma de partida en los Presupuestos del Estado y el nombramiento de un director, Juan Gimeno. Pronto se convocar¨¢ un concurso internacional de arquitectura para proyectar el programa, el nuevo uso como centro de conocimiento, como nuevo espacio de di¨¢logo, y as¨ª reciclar lo que su actual propietario, Caja Cantabria, no quiso o no pudo asumir. Y que ello suponga un reto constructivo a la altura de su tradici¨®n, potenciando las nuevas t¨¦cnicas de restauraci¨®n y preservando el paisaje. E la nave va!
Mar¨ªa del Mar Arn¨²s es historiadora y cr¨ªtica de arte. Autora de Comillas, preludio de la modernidad (Triangle).
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