Adi¨®s a las armas
Han sido necesarios siete a?os tras la firma del acuerdo de Viernes Santo y d¨¦cadas de sufrimiento colectivo para que el IRA haya decidido el abandono de la lucha armada y proseguir por m¨¦todos pac¨ªficos su objetivo de reunificar Irlanda. En el camino han quedado varios miles de vidas segadas por el terrorismo y la violencia sectaria y generaciones marcadas por el odio en Irlanda del Norte y Gran Breta?a. El cumplimiento por el IRA de su anuncio de ayer deber¨ªa ser el definitivo punto de arranque para negociar un acuerdo pol¨ªtico duradero para el Ulster. Londres deber¨¢ aportar a este objetivo medidas muchas veces anunciadas y nunca cumplidas.
En medio de la celebraci¨®n general es comprensible el escepticismo de algunos, especialmente acusado entre los partidos protestantes de Irlanda del Norte. Incredulidad probablemente acuciada por el hecho de que el IRA no anuncia su disoluci¨®n. Y sobre su arsenal, que desde hace a?os es el principal obst¨¢culo para un definitivo acuerdo de paz, los republicanos irlandeses declaran que concertar¨¢n su inutilizaci¨®n con la comisi¨®n internacional ad hoc y en presencia de dos testigos, uno cat¨®lico y otro protestante. La existencia de toneladas de armas y explosivos escondidas en b¨²nkeres a lo largo de Irlanda contribuy¨® decisivamente al colapso del Gobierno del Ulster en 2003.
Pero tambi¨¦n es razonable la euforia de Tony Blair o la m¨¢s cautelosa de Washington. El reforzado primer ministro brit¨¢nico consideraba ayer que quiz¨¢ haya llegado el d¨ªa en que, tras tantas esperanzas defraudadas, la paz reemplace a la guerra, y la pol¨ªtica, al terror en la isla de Irlanda. Una posibilidad que sonar¨¢ sin duda a m¨²sica celestial en los o¨ªdos del mill¨®n de protestantes y el medio mill¨®n de cat¨®licos que malconviven en el Ulster, acostumbrados durante generaciones al paisaje del terror.
La imagen del IRA y de sus pol¨ªticos se ha deteriorado imparablemente en los ¨²ltimos tiempos. Sobre todo por sus reiteradas e incumplidas promesas de abandonar las armas, que a su vez dejaban sistem¨¢ticamente en la cuerda floja la pol¨ªtica norirlandesa de Blair. Dos acontecimientos recientes colmaron el vaso del descr¨¦dito y les enajenaron definitivamente el crucial apoyo de un sector pol¨ªtico estadounidense, y con ¨¦l una hucha imprescindible para los terroristas. Fueron el asesinato en enero de este a?o de un camionero cat¨®lico a manos de matones de la banda, y el robo muy poco ¨¦pico, el mes anterior, de casi cuarenta millones de euros de un banco norirland¨¦s.
Lo que hace m¨¢s cre¨ªble el anuncio de ayer es que viene precedido de intensas negociaciones entre el IRA y su brazo pol¨ªtico, el Sinn Fein, con los Gobiernos de Londres y Dubl¨ªn. Su inminencia estaba anunciada por dos hechos ins¨®litos: uno, la revelaci¨®n por Dubl¨ªn, el martes, de que los dos m¨¢ximos l¨ªderes del Sinn Fein, Gerry Adams y Martin McGuinness, hab¨ªan abandonado formalmente el directorio clandestino que gobierna la banda; el otro, el viaje de McGuinness a Estados Unidos, el mi¨¦rcoles, para anticipar a funcionarios estadounidenses y a sus apoyos en Washington y Nueva York los entresijos de la hist¨®rica iniciativa.
La decisi¨®n del IRA est¨¢ cargada de repercusiones, m¨¢s all¨¢ del vuelco sustancial que puede dar a la vida de millones de personas. Para el Gobierno brit¨¢nico, una vez adquirida la certeza de su irreversibilidad, supone en un momento crucial tener disponibles sus fuerzas de seguridad para combatir de lleno al terrorismo islamista, una amenaza mucho menos predecible y mucho m¨¢s dif¨ªcil de manejar y comprender. La reconversi¨®n del IRA a la v¨ªa pol¨ªtica tiene tambi¨¦n una importante lectura espa?ola, salvadas todas las distancias oportunas. Deja a ETA el dudoso honor de mantenerse como la ¨²nica banda de pistoleros operativa en el territorio de libertades que es Europa.
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