Otra vez el barroco
Dec¨ªa Jos¨¦ Luis Brea que lo propio del barroco es regresar una y otra vez, inscrito en un loop sin fin, carente tanto de comienzo como de final. De all¨ª que parezca inevitable este en¨¦simo retorno del barroco a nuestra escena art¨ªstica, promovido por los festejos del quinto centenario de la Plaza Mayor de Salamanca y consistente en una secuencia de exposiciones centrada en el neobarroco. A dicha secuencia pertenecen las exposiciones de Adriana Verej?o y de Tony Oursler que ahora comento y que est¨¢n realiz¨¢ndose en Da2 porque los tres comisarios del equipo curatorial responsables de la totalidad del proyecto salmantino est¨¢n convencidos de que las obras de estos dos artistas -as¨ª como las de MP&MP Rosado y las de Inka Essenheit, que exponen con ellos- responden a los esquemas conceptuales del neobarroco. Y no carecen enteramente de raz¨®n, sobre todo en los casos de Verej?o y Oursler. De hecho, las videoinstalaciones de Tony Oursler pueden considerarse neobarrocas dadas algunas de sus caracter¨ªsticas m¨¢s relevantes y su prop¨®sito reiterado de ofrecer una imagen del propio artista, sus fantasmas y sus obsesiones en clave grotesca o directamente teratol¨®gica. La monstruosidad o por lo menos la anomal¨ªa est¨¢ inscrita desde siempre en el programa de un movimiento como el barroco, que descubri¨® su nombre en la palabra portuguesa que nombra a ciertas perlas deformes. Son monstruosos los humanoides sin cuerpo que protagonizan las obras de este artista neoyorquino, reducidos en unos casos a cabezas de huevo y en otros a unos ojos sanguinolentos o a unas bocas desencajadas. Y son an¨®malas las voces de estos humanoides, tan beckettianos, siempre altisonantes o pasadas de rosca y siempre entregadas a unos discursos o a unos relatos tan embrollados que terminan confundidos con la verborrea. Cab¨ªa preguntarse, sin embargo, si la charlataner¨ªa es un rasgo neobarroco. ?O es simplemente un dato sociol¨®gico convertido por los media en parodia o pastiche del parlamentarismo cl¨¢sico? La respuesta se queda en unas zonas de indecisi¨®n equiparables con los recovecos y los extrav¨ªos de la arquitectura donde Oursler gusta de situar ciertas piezas. El barroco no es el espacio di¨¢fano de la duda met¨®dica sino la "c¨¢mara de ecos" de la incertidumbre perpetua.
TONY OURSLER, ADRIANA VEREJ?O, INKA ESSENHIGH Y MP & MP ROSADO
Da2. Salamanca
Hasta el 15 de septiembre
Las credenciales con las que Adriana Verej?o opta el t¨ªtulo de neobarroca son sin embargo muy distintas. Las aberraciones no faltan desde luego en su obra, donde est¨¢n representadas por esos muros rotos y recubiertos de azulejos que ella planta en la mitad de una sala, dejando al descubierto sus entra?as sanguinolentas. Pero el efectismo de estas piezas es atemperado en otras obras suyas en las que el barroco hist¨®rico reaparece directamente, bajo la forma de citas. Son obras que traen a cuento tanto el soporte como la iconograf¨ªa de los azulejos de los barrocos lusitano y brasile?o. S¨®lo que ese aparato de citas de figuras y de grecas y volutas ornamentales es mezclado por la artista brasile?a con im¨¢genes y escenas tomadas de los grabados de artistas como Theodore de Bry que, durante las primeras fases de la conquista de Am¨¦rica, ofrecieron las primeras representaciones visuales del m¨ªtico salvajismo de los indo americanos, canibalismo incluido.
La tercera parte de la exposici¨®n de Verej?o la integran cuadros cuyos motivos son lugares como los cuartos y las salas de ba?o, los quir¨®fanos, los mataderos o las piscinas p¨²blicas, donde se intenta garantizar la asepsia mediante el revestimiento de los muros por azulejos monocromos, ortogonales, escuetos. El v¨¦rtigo no lo producen en estos cuadros las entra?as sanguinolentas ni los documentos del terror expuestos en las otras obras, sino el abismo hacia donde nos arrastran las formas geom¨¦tricas m¨¢s elementales cuando se repiten hasta el infinito. No lo olvidemos: el barroco prolifera repiti¨¦ndose.
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