Verano festivo en el coraz¨®n de la Toscana
Siena, Arezzo, San Gimignano y Pisa, en una ruta exquisita
Esta es la parte nueva del Duomo, es s¨®lo del siglo XIV". El gu¨ªa no est¨¢ siendo pedante, es simplemente uno de tantos que le prestan su alma a la piedra y cuya suma de entusiasmos mantiene viva una ciudad medieval de pasado etrusco. Estamos en Siena y esto no es un museo, est¨¢ vivita y coleando; por eso atrapa al viajero, que la a?ora aun antes de decirle adi¨®s. La Toscana ha vivido siempre a la sombra de su capital, Florencia, y tan poderosa reina ha ensombrecido la belleza de cuanto hay a su alrededor, a excepci¨®n de dos plazas: la de los Milagros, en Pisa, y la del Campo, en Siena. Pero la regi¨®n guarda otras muchas maravillas para cualquiera que est¨¦ dispuesto a descubrirlas. Maravillas con nombres de pintores, como los frescos de Piero della Francesca, en Arezzo, o La Anunciaci¨®n de Fra Ang¨¦lico, en Cortona; en forma de casas torre, como las esbeltas y desafiantes de San Gimignano, o convertidas en transparencias gracias a los alabastros etruscos de Volterra. Proponemos un recorrido por la Toscana, al noroeste de Italia y a orillas del mar Tirreno, dejando de lado Florencia, uno de los destinos m¨¢s populares de Italia y cuyo aeropuerto puede servir como punto de partida para acercarse a una corte tan atractiva como su soberana. Una corte en cuya mesa se sirven suculentas viandas regadas con buenos vinos, como puede comprobarse en infinidad de lugares. Por ejemplo, en la Enoteca de Italia, que ocupa la Fortaleza M¨¦dicis en Siena.
El canon est¨¦tico de la ciudad medieval
En pleno siglo XII, el 'skyline' de San Gimignano no tendr¨ªa nada que envidiarle al de Nueva York. De hecho, hay torres gemelas como las que construyeron los Ardinghelli. El viajero no debe pasar sin subir a la Torre Grande, en el Palacio del Pueblo
Pisa es perfecta para merodear por sus calles y sentarse en las terrazas de sus bares, tomadas por universitarios al atardecer
Arezzo
Una buena elecci¨®n para iniciar el recorrido por la Toscana, casi 23.000 kil¨®metros cuadrados con 3,6 millones de habitantes. Arezzo se convertir¨¢ en la meca de los amantes del arte renacentista a finales de 2006, cuando se inaugure una gran exposici¨®n de Piero della Francesca que reunir¨¢ sus obras de caballete en torno a los famosos 12 frescos de la Leyenda de la Vera Cruz, que el pintor realiz¨® en la iglesia de San Francisco entre 1452 y 1464. La sutileza de los colores y la audacia de la perspectiva hacen que muchos de sus visitantes, sin mediaciones m¨ªsticas, entren en trance. Uno de ellos fue el pintor franc¨¦s Balthus, quien visit¨® la ciudad en la primera mitad del siglo XX, se enamor¨® de los frescos y se qued¨® a trabajar en una trattoria de Arezzo para poder disfrutarlos cada d¨ªa.
Roberto Benigni es otro de los que quedaron prendados de la armon¨ªa y la belleza de Arezzo, y rod¨® en sus calles la pel¨ªcula La vida es bella, como relata cualquier lugare?o a la menor oportunidad. Lo que no cont¨® en su cinta es que esta ciudad, con 92.000 habitantes y una tasa de paro de tan s¨®lo el 6%, fue cuna de los grandes banqueros en el pasado y hoy sigue siendo "la rica de familia". Es decir, que tiene 1.600 talleres de orfebrer¨ªa y un amplio surtido de tiendas outlet de las primeras marcas de moda italianas e internacionales. Una suma perfecta para los adictos a las compras.
Pero volvamos a los colores de Piero della Francesca. La humedad y las malas restauraciones del siglo XIX se hab¨ªan cebado hasta tal punto con la Leyenda de la Vera Cruz que el Estado italiano inici¨® una restauraci¨®n integral en 1985. Tras 15 a?os de trabajo, la capilla que se pint¨® por encargo de la familia Bacco Bacci volvi¨® a abrir al p¨²blico en 2000. El Duomo, la catedral que comenz¨® a construirse en el siglo XIII, tambi¨¦n conserva un fresco de Piero della Francesca, Magdalena, una obra en la que los expertos aseguran que el pintor de Sansepolcro (una villa de la provincia de Arezzo) plasm¨® su ideal de belleza gracias a las matem¨¢ticas y a la filosof¨ªa.
Un paseo sin rumbo, si es posible al atardecer, es la mejor forma para descubrir esta ciudad amurallada ocho veces, desde la fortificaci¨®n de los etruscos en el siglo IV antes de Cristo hasta la que costearon los M¨¦dicis a mediados del XV. Tarde o temprano, el forastero se topa con la plaza Grande, en la que a¨²n se yerguen los edificios que proyect¨® Giorgio Vasari, un verdadero hombre del Renacimiento que naci¨® en Arezzo en 1511 y fue arquitecto, pintor y escritor. Vasari, autor entre otras maravillas del Palazzo degli Uffizi de Florencia, levant¨® una casa para ¨¦l y su joven esposa en Arezzo que est¨¢ abierta al p¨²blico. ?l era entonces un famoso arquitecto de 35 a?os y ella ten¨ªa 13. En el techo del sal¨®n de Apolo hay un retrato de la joven en el que Vasari la pint¨® siguiendo las clases de anatom¨ªa de Miguel ?ngel.
Pero, adem¨¢s de Piero della Francesca, lo que m¨¢s impresiona al viajero es la Pieve de Santa Maria: una aut¨¦ntica joya del rom¨¢nico, de fachada porticada con tres cuerpos de columnas, casi todas distintas, y su torre de 59 metros.
Arezzo tambi¨¦n custodia la primera cruz que pint¨® Cimabue, el maestro de Giotto, en 1265, y que preside la iglesia de Santo Domingo. La obra es el mejor ejemplo de la transici¨®n bizantina, en la que las im¨¢genes elegidas por los te¨®logos eran repetidas y adaptadas por los artesanos al pensamiento occidental. El artista inicia la b¨²squeda de su propio estilo. Nada menos que el nacimiento de la pintura como la entendemos hoy.
Cortona
Otra villa de origen etrusco es Cortona, encaramada a una monta?a sobre el valle de Chiana y a media hora de Arezzo. Debe tambi¨¦n parte de su fama a un pintor: Guido di Pietro, m¨¢s conocido como Fra Ang¨¦lico. El artista, activo en la primera mitad del siglo XV, es autor de La Anunciaci¨®n (1433-1434) que se encuentra en el Museo Diocesano de Cortona, as¨ª como de la tabla del mismo tema que puede verse en el museo de la bas¨ªlica de San Giovanni Valdarno (municipio de Toscana) y de una tercera, uno de los tesoros del Museo del Prado, en Madrid.
En esta villa, amurallada por los etruscos en el siglo VI antes de Cristo, viven 1.600 vecinos, pero el municipio cuenta en total con unos 22.000 habitantes. Su tama?o no es impedimento para que el pr¨®ximo 3 de septiembre se inaugure un museo arqueol¨®gico, que con 2.500 metros cuadrados se convertir¨¢ en el segundo en importancia en la regi¨®n. Albergar¨¢ vestigios etruscos de la zona y una importante colecci¨®n de antig¨¹edades egipcias que en 1700 don¨® al Ayuntamiento un corton¨¦s que fue nuncio apost¨®lico en Egipto.
Precisamente el Palacio Municipal, un edificio del XIII, preside este pueblo de fisonom¨ªa medieval que parece hecho para la contemplaci¨®n y el paseo. No hay mejor f¨®rmula para pasar una tarde que alternar el vagabundeo por sus hermosas calles, plagadas de peque?as tiendas, con el descanso en una de las muchas terrazas de las cafeter¨ªas que ocupan logias de nobles edificios.
Siena
Tras ese merecido descanso, el viajero estar¨¢ preparado para zambullirse en Siena, una ciudad de la nunca se marcha nadie. Puede que la suma del amor que le profesan sus habitantes y la a?oranza de todos cuantos han pasado por ella sea lo que la ha mantenido casi intacta desde el siglo XIV. "Siena es el ¨²nico modelo existente de ciudad medieval", sentenci¨® el prestigioso arque¨®logo Ranuccio Bianchi Bandinelli.
En realidad, Siena no es una ciudad, sino la uni¨®n de 17 contradas (barrios). "El barrio es como la madre, nunca se cambia", dice orgullosa una sienesa mientras coloca un pomposo mo?o celeste en la puerta de la sede de la contrada, se?al de que ha nacido un ni?o. Las contradas, cada una con sus edificios comunales y una fuente en la que se bautiza a los ni?os, se convierten en rivales en el famoso Palio de Santa Caterina, las carreras de caballos que se celebran en la plaza del Campo desde 1676.
La ciudad vive sus instantes m¨¢s intensos cada 2 de julio y 16 de agosto. Apenas un minuto es lo que tardan caballo y jinete en hacer el recorrido, 60 segundos en los que 20.000 personas contienen la respiraci¨®n para saber qu¨¦ contrada se llevar¨¢ la gloria. En cada palio corren 10 contradas (elegidas por sorteo entre las 17), y el que gana es el caballo, no hace falta que el jinete siga arriba.
Para disfrutar realmente la ciudad hay que aventurarse por sus callejones, frecuentar los lugares de copas de la plaza del Mercado y, cuando todos parecen dormir, volver a la plaza del Campo para sentarse junto a la fuente Gaia. All¨ª, frente al Palacio P¨²blico, el mejor g¨®tico civil italiano, est¨¢ la fuente en la que confluyen las aguas desde el siglo XV, gracias a una red de canales subterr¨¢neos, y los noct¨¢mbulos sieneses.
El perfil del Duomo, con su campanario listado de m¨¢rmoles blancos y negros, y de la torre del Mangia, en la plaza del Campo, se han convertido en signos de identidad de esta ciudad amurallada en la que viven 60.000 personas y que posee una importante universidad. Durante la visita al Duomo, que comenz¨® a construirse en el siglo XII, es imprescindible admirar el suelo de taracea de m¨¢rmol, con representaciones b¨ªblicas e hist¨®ricas que los artesanos tardaron 200 a?os en realizar, y el p¨²lpito g¨®tico esculpido por Nicola Pisano.
Enfrente se encuentra Santa Maria della Scala, que ha funcionado como hospedaje de peregrinos, hospicio y hospital desde su construcci¨®n en el siglo XIII hasta 1992. Tras la epidemia de peste que asol¨® Siena en 1399 y redujo la poblaci¨®n a la mitad, el hospital aloja una gran pinacoteca, gracias a los encargos que las familias m¨¢s poderosas hicieron a los mejores pintores para agradecer que pod¨ªan contarlo.
S. Gimignano
Si el viajero logra dejar atr¨¢s Siena, es hora de encaminarse a San Gimignano. Un diminuto pueblo declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, y que, seg¨²n contaba Dante, ten¨ªa m¨¢s de 72 casas torre, aunque ahora s¨®lo queden 15. La altura de las construcciones iba pareja al poder de su propietario, y nadie pod¨ªa levantar una torre m¨¢s alta que la del palacio del Podest¨¤, a la que llamaban La Desgraciada porque serv¨ªa para comunicar las malas noticias: peste, incendios, ataques... As¨ª que, en pleno siglo XII, el skyline de San Gimignano no tendr¨ªa nada que envidiarle al de Nueva York. De hecho, hay torres gemelas, como las que construyeron los Ardinghelli. El viajero no debe pasar sin subir a la torre Grande, en el Palacio del Pueblo. Son muchos pelda?os, pero merece la pena. Desde sus 54 metros se goza de una vista maravillosa de la calle principal, y adem¨¢s pueden descubrirse los jardines que encierran algunas de sus azoteas, un mundo secreto que contrasta con la austeridad de sus atalayas de piedra. Otro secreto es el que guarda el n¨²mero 11 de la Via del Castello: la galer¨ªa Continua, un para¨ªso para los amantes del arte contempor¨¢neo.
Pisa
Camino de Pisa, merece la pena hacer una parada en Volterra, que conserva ejemplos para seguir una completa lecci¨®n de historia: desde su puerta del Arco, que levantaron los etruscos; pasando por el teatro romano, todav¨ªa en uso; hasta la plaza de los Priores, la plaza medieval m¨¢s antigua de la Toscana. Encaramada a una colina y amurallada una y otra vez a lo largo de los siglos, los 20.000 habitantes de Volterra la han convertido en el XXI en un tranquilo destino con la mezcla justa de turismo rural, cultural y centro de producci¨®n art¨ªstica de alabastro, una industria en la que ya se aplicaron sus primeros pobladores, como puede verse en el Museo Etrusco Guarnacci.
Pisa es la ¨²ltima parada de esta inmersi¨®n r¨¢pida en la Toscana. El peligro que entra?a Pisa es que su colosal plaza de los Milagros act¨²a como un im¨¢n, y los visitantes apenas pueden resistir la fuerza de atracci¨®n que ejercen la blancura y la armon¨ªa de la torre inclinada, la catedral y el baptisterio.
Esta rep¨²blica marinera vive y goza alrededor del r¨ªo Arno y sus famosos lungarni (las calles que bordean el Arno), en los que palacios e iglesias compiten en belleza. Pisa es perfecta para merodear por sus calles y sentarse en las terrazas de sus bares, tomadas al atardecer por su gran comunidad universitaria. Una universidad en la que puede estudiarse casi de todo menos arquitectura. Aunque, a la vista de los resultados, el error de c¨¢lculo en la resistencia del terreno bajo su torre pendente no les ha venido nada mal a los pisanos.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Prefijo telef¨®nico: 00 39. Distancias: Arezzo se sit¨²a a 75 kil¨®metros al sureste de Florencia. Arezzo-Siena, a 67; Siena-San Gimignano, a 43, y San Gimignano-Pisa, a 76 kil¨®metros.Comer- Logge Vasari (05 75 30 03 33). Un magn¨ªfico enclave. Buena bodega. Via Vasari, 19. Arezzo. De 40 a 50 euros.- Dardano (05 75 60 19 44). Via Dardano, 24. Cortona. Unos 15 euros.- Da Enzo (05 77 28 12 77). Via Camollia, 49. Siena. Platos refinados e imaginativos; productos locales y ambiente moderno. Unos 30 euros.- La Mandragola (05 77 94 03 77). Via Berignano, 58. San Gimignano. Trufas, setas y azafr¨¢n son los productos estrella. Unos 30 euros.- Etruria (05 88 86 064). Piazza dei Priori, 6-8. Volterra. Cocina de inspiraci¨®n tradicional. Unos 30 euros.- Vecchio Teatro (05 02 02 10). Piazza Dante. Pisa. Un lugar bohemio donde se pueden saborear guisos marineros. Unos 25 euros.Informaci¨®n- www.turismo.toscana.it.- www.comune.siena.it.- www.sangimignano.com.- www.provincia.arezzo.it.- http://torre.duomo.pisa.it.
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