"El Parlamento no puede ser un lugar donde gane el marrullero"
Manuel Mar¨ªn, diputado socialista por Ciudad Real y ex presidente de la Comisi¨®n Europea, contesta a las preguntas en su despacho de la presidencia del Congreso de los Diputados, cargo para el que fue elegido al iniciarse la actual legislatura.
Pregunta. Dijo usted recientemente que el presidente del Congreso no puede ser ni una marioneta del Gobierno ni el pimpampum de la oposici¨®n. ?Quer¨ªa decir que unos y otros han intentado que lo fuese?
Respuesta. A veces. En el parlamentarismo espa?ol todav¨ªa no ha cuajado la idea de que quien preside la instituci¨®n debe intentar permanentemente, en la medida que sepa hacerlo, una actitud de independencia y autonom¨ªa para tratar las cuestiones parlamentarias. Y esto cuesta, porque para el Gobierno y para el partido que lo sostiene siempre existe la tentaci¨®n de que la C¨¢mara funcione seg¨²n sus necesidades pol¨ªticas. La oposici¨®n tiene siempre la tentaci¨®n de utilizar el Parlamento como caja de resonancia para intentar atraer la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica hacia sus tesis. Adem¨¢s se ha escogido el Parlamento como lugar de escenificaci¨®n de los conflictos, creando una situaci¨®n que en ocasiones es bastante desagradable y que pienso que no es del agrado de la opini¨®n p¨²blica.
"Reconozco que no soy un presidente f¨¢cil para los grupos. Ya s¨¦ que me acusan muchas veces de que me tomo demasiado en serio este trabajo"
"Tiene que haber debates duros, intensos. Es bueno para la democracia. Otra cosa es un debate de medio pelo donde predomine el insulto sobre el argumento"
"Hay que llegar a un compromiso para dejar [al presidente del Congreso] al margen de las peleas y las emboscadas pol¨ªticas"
"Hay castizos que me dicen: 'Te vas a estrellar. Aqu¨ª lo que nos va es el le?azo, la pu?alada'. Pues, ?caray! Las cosas se pueden hacer de otra manera"
"Este Parlamento muere de rutinas porque eso es muy confortable, genera mucha seguridad y enorme resistencia al cambio, a la modernizaci¨®n"
P. En esa dualidad de presiones, ?hay que suponer que el Gobierno tiene mayor capacidad para ejercerlas?
R. S¨ª, siempre, naturalmente, pero en este sentido puedo decir que, con unos inicios en los que todos hemos tenido que ajustarnos, creo haber encontrado un respeto muy importante por parte del Gobierno, y particularmente de su presidente, y he conseguido tambi¨¦n, creo, reconocimiento y respeto del l¨ªder de la oposici¨®n, el se?or Rajoy. Lo que no he conseguido todav¨ªa es contener los desbordamientos, sobresaltos y escenificaciones que se producen en la C¨¢mara, probablemente porque la mayor¨ªa de ellos est¨¢n preestablecidos y se hacen a prop¨®sito para obtener ganancia pol¨ªtica. Se escenifica un agravio inexistente para, a partir de ah¨ª, lanzar un mensaje a la propia parroquia que se siente agraviada y sacar de esta manera un r¨¦dito pol¨ªtico.
P. Sin duda, el peso pol¨ªtico de la C¨¢mara lo llevan los dos grupos mayoritarios, socialistas y populares. El portavoz del PP, Eduardo Zaplana, acaba de acusarle de llevarse mal con todos los portavoces y de crispar el ambiente.
R. Escuch¨¦ esas alegaciones, pero ya estoy acostumbrado a que esto se explique en funci¨®n del tema de que se trate y del d¨ªa en que estemos. Cuando mantuve una actitud muy firme en el tema del modelo territorial o del uso de las lenguas casi fui un h¨¦roe para el se?or Zaplana. Cuando le digo: "Oiga, usted me est¨¢ escenificando un agravio", pues se enfada. Este tipo de planteamientos pone de relieve la fragilidad del argumentario pol¨ªtico. Tambi¨¦n es verdad que no he aceptado cosas del Grupo Socialista, porque no pod¨ªa, y entonces he sido felicitado por el PP y el se?or Zaplana se ha explayado en emocionadas felicitaciones.
P. ?Puede poner alg¨²n ejemplo?
R. En ocasiones he tenido que parar ciertas posiciones de grupos nacionalistas, y eso gener¨® alguna inquietud en el Grupo Socialista porque el apoyo de esos grupos era fundamental en las votaciones. El Grupo Popular no dud¨® en aplaudirme entonces. Hay que comprender que en el Congreso de los Diputados se escenifican demasiado las cr¨ªticas y los aplausos.
P. Pero parece que hay ocasiones en las que se enfadan los dos.
R. Los grupos se han tenido que acostumbrar a un presidente que toma decisiones. Es cierto que algunas de ellas no han sido del agrado de los dos grupos mayoritarios. No pasa nada, esto puede ocurrir. No es malo que el presidente tenga independencia de criterio.
P. Y su postura forzando un nuevo reglamento ?no ha molestado a los dos grandes?
R. Es verdad que he presionado y sigo presionando para la aprobaci¨®n del nuevo reglamento. En este sentido reconozco que no soy un presidente f¨¢cil. Ya s¨¦ que me acusan muchas veces de que me tomo demasiado en serio este trabajo, pero como ya tengo hecha en buena parte la carrera pol¨ªtica, pues no me importa hacer el gasto, en el sentido de que en este momento nos tenemos que plantear el futuro del Parlamento, modernizarlo y cambiar muchas de sus reglas, porque mi impresi¨®n es que la primera instituci¨®n del Estado y de la soberan¨ªa popular no goza de toda la reputaci¨®n que debiera
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P. Quiz¨¢ eso le llev¨® a pedir excusas hace muy poco, tras los incidentes en la Diputaci¨®n Permanente, pero hay quienes dicen que usted pide excusas en nombre del Parlamento, aunque la bronca la mont¨® s¨®lo el PP.
R. Es cierto que no todos los comportamientos son iguales, pero la ciudadan¨ªa percibe el conjunto del Parlamento. No se trata de decir qui¨¦n ha sido bueno y qui¨¦n ha sido malo. La imagen que se transmite es la de todos, y yo contra eso no puedo luchar. Quer¨ªa enviar un mensaje de sosiego y tranquilidad porque, ante el nuevo periodo de sesiones, en septiembre, sobre todo los dos grandes grupos tienen que hacer un enorme ejercicio pol¨ªtico para intentar entenderse.
P. ?Tiene usted esperanza fundada de que eso pueda ocurrir?
R. Si eso no ocurre, asistiremos a una segunda parte de la legislatura harto complicada, y si adem¨¢s se hubiese decidido ya escenificar en el Parlamento los picos de tensi¨®n pol¨ªtica, pues ser¨¢ muy dif¨ªcil. Intentar¨¦, en la medida de lo posible, ayudar a que vuelva un cierto grado de estabilidad. No porque piense que tengamos que tener un Parlamento ?o?o; tiene que haber debates duros, intensos, eso es bueno para la democracia, pero una cosa es eso, y otra, un debate de medio pelo, donde predomina el insulto sobre el argumento pol¨ªtico. Hay muchos castizos que me dicen: te vas a estrellar, aqu¨ª lo que nos va es el le?azo, la pu?alada. Pues, ?caray!, yo creo que las cosas se pueden hacer de otra manera. El Parlamento no puede ser un lugar donde gane el marrullero, el listillo. Aqu¨ª se hacen cosas important¨ªsimas, hay parlamentarios muy buenos y muchas veces se hace un excelente trabajo. ?Por qu¨¦ el d¨ªa del Plan Ibarretxe se hizo un gran debate, de una enorme dureza, pero con respeto y dignidad?
P. ?No ser¨ªa porque los jefes de fila hab¨ªan dado orden de autolimitarse?
R. Creo que s¨ª. ?se es el ejemplo que quiero utilizar: se hab¨ªan dado ¨®rdenes estrictas, ya que habr¨ªa sido muy penalizador para cualquier partido montar un guirigay y una gresca en el hemiciclo ese d¨ªa. Mi conclusi¨®n es obvia: si se producen grescas, emboscadas y broncas es porque se permite que se produzcan. Esto que pasa en el Parlamento, que a veces es tan desagradable, se puede cortar y se puede racionalizar.
P. Al margen de estas escenificaciones, ?ha tenido la impresi¨®n de que la oposici¨®n va a por usted?
R. Soy consciente de que en este momento puedo ser un objetivo pol¨ªtico.
P. ?Del Partido Popular?
R. No digo del PP. Puedo ser un objetivo de lucha pol¨ªtica. No quiero acusar al Partido Popular, ni a ning¨²n otro en concreto, no me atrever¨ªa a hacerlo, pero ciertas cosas que pasan, la forma de presentar los asuntos a la opini¨®n p¨²blica y de conducirse en los debates apunta a que en este momento al presidente de la C¨¢mara le esperan tiempos dif¨ªciles.
P. Usted acaba de decir que ya tiene parte de la vida pol¨ªtica hecha. ?Sueno eso a que ¨¦sta es su ¨²ltima etapa pol¨ªtica?
R. Lo que quiero decir es que, si le hubiese dado otro perfil a mi presidencia, por ejemplo frente a cosas que me piden, o hubiese hecho la vista gorda, probablemente mi situaci¨®n ahora ser¨ªa muy confortable. Pero yo quiero hacer el gasto, no por un sentido de generosidad, sino porque he llegado a la convicci¨®n de que es necesario que esta casa se modernice, sobre todo en los aspectos tecnol¨®gicos. Cuando termine esta legislatura, al menos en t¨¦rminos de trabajo material, esta casa ser¨¢ distinta. Eso creo que quedar¨¢ consolidado. Tambi¨¦n creo que podemos llegar a enero con el nuevo reglamento y poder hacer un Parlamento mucho m¨¢s participativo, oxigenado, ¨¢gil y eficaz. Pero las reticencias que hay son enormes.
P. ?C¨®mo se las transmiten?
R. ?ltimamente ha aparecido una palabra m¨¢gica, que es "respeto a la tradici¨®n". En lo que concierne a la modernizaci¨®n inform¨¢tica, lo ¨²ltimo que he o¨ªdo es que estoy quebrantando la tradici¨®n de la casa. Estoy empe?ado en demostrar que la tradici¨®n es buena, que da empaque a un Parlamento, pero aqu¨ª se confunde tradici¨®n con rutina. Este Parlamento muere de rutinas, porque eso es muy confortable, genera mucha seguridad y enorme resistencia al cambio, a la modernizaci¨®n, y alguien te dice: "?Pero, hombre!, mirando al futuro esto te puede suponer un gasto...". Mi respuesta es: "Yo tengo ya una parte de la vida pol¨ªtica hecha; cuando termine esto tendr¨¦ 58 a?os; tengo hecho ya parte del recorrido".
P. ?Y eso qu¨¦ significa?
R. Con eso quiero decir que no me frenar¨¦ en tomar ninguna decisi¨®n aunque pueda suponer una molestia para los partidarios de la rutina. En una instituci¨®n pre?ada de rutinas, si las quieres cambiar y modernizar, inevitablemente tienes que molestar, porque si no, no se cambia. Esto se hace mejor si tienes colaboraci¨®n, que, afortunadamente, va emergiendo poquito a poco. Me siento muy gratificado por los diputados que, en t¨¦rminos generales, est¨¢n contentos con los planes de reforma.
P. Entonces, ?son los jefes de fila los que oponen m¨¢s resistencia?
R. No es un problema de los jefes de fila. ?ste es un sambenito y un estereotipo que se le quiere colgar al presidente Mar¨ªn. El Congreso necesita oxigenarse. Yo pensaba, de buena fe, que todos los partidos que han dicho en sus programas electorales que quer¨ªan cambiar el Parlamento deber¨ªan sentirse contentos y tranquilos de tener un presidente que ha decidido aplicar las propuestas que ellos hicieron a la sociedad. Es lo que el presidente del Gobierno me dijo cuando me propuso ser presidente del Congreso. Rajoy me ha dicho varias veces que contar¨¦ con su apoyo cuando llegue el momento de las grandes decisiones. Sinceramente, no creo que haya ning¨²n portavoz que no comparta la necesidad de modernizar el Congreso.
P. Habla constantemente de rutinas. ?Puede poner ejemplos?
R. El debate del pr¨®ximo presupuesto. Aspiro a que sea la primera vez que se debata sin papeles y contamos con una extraordinaria colaboraci¨®n del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda. La imagen de las furgonetas del ministerio llegando con los numerosos vol¨²menes de los Presupuestos puede sustituirse por un env¨ªo a trav¨¦s de Internet y los debates a trav¨¦s del pupitre electr¨®nico. Es una gran rutina que haya que reproducir todos esos vol¨²menes para cada uno de los 350 diputados, cuando lo pueden tener en la red. Otra: este a?o hemos tramitado m¨¢s de 40.000 preguntas por escrito; se hacen en papel, se califican por la mesa en papel y se env¨ªan al Gobierno en papel firmado. El Gobierno las devuelve firmadas, en papel. Podr¨ªa hacerse perfectamente por pantalla y la firma individual del diputado sustituirse por la firma electr¨®nica. Otra rutina m¨¢s: las c¨¦lebres carreras al registro general antes de las ocho menos un minuto ?Dios m¨ªo, pero si eso se puede hacer por Intranet! ?Por qu¨¦ seguir corriendo por los pasillos?
P. Parece que hay resistencia a la firma electr¨®nica, pero bastar¨ªa con que las iniciativas individuales del diputado llevasen tambi¨¦n la firma electr¨®nica del portavoz autorizado del grupo.
R. Exactamente. Es que nada cambia, pero estamos en una situaci¨®n casi at¨¢vica de la rutina. La firma electr¨®nica individualizada del diputado no cuestiona la autoridad de los grupos porque ellos podr¨ªan controlar la presentaci¨®n de iniciativas, pero se generan resistencias at¨¢vicas, porque es salir de la rutina para trabajar de un modo distinto y m¨¢s adecuado a los tiempos que corren.
P. ?La firma electr¨®nica se incorporar¨¢ en el nuevo reglamento?
R. La firma electr¨®nica est¨¢ en el plan de modernizaci¨®n, eso es irreversible. Este Gobierno ha respondido muy generosamente a las necesidades de modernizaci¨®n del Parlamento y nos ha proporcionado 15 millones de euros para invertir en tres a?os. La aplicaci¨®n de los utensilios de la sociedad de la informaci¨®n al Parlamento levantar¨¢ muchas barreras y anular¨¢ muchas rutinas. La t¨¦cnica ayuda a superar muchos obst¨¢culos.
P. Al margen de rutinas y resistencias, su forma de dirigir los debates, con advertencias y explicaciones, en un tono que podr¨ªamos llamar did¨¢ctico, ?cree que en alguna ocasi¨®n ha crispado el ¨¢nimo de los portavoces?
R. Seguramente estoy cometiendo muchos errores, incluso m¨¢s de los que yo advierto, pero es muy dif¨ªcil acertar porque en ocasiones me han dicho que soy muy autoritario y r¨ªgido, y en otras, que explico excesivamente las cosas, con lo cual no doy sensaci¨®n de autoridad. Es decir, se me critica por una cosa y la contraria. Estas cosas son l¨®gicas trat¨¢ndose del trabajo de arbitraje que normalmente desarrolla un presidente del Congreso.
P. Usted ha pedido m¨¢s poder para el presidente del Congreso y, al mismo tiempo, que no vote en el Pleno ?En qu¨¦ se traducir¨ªa ese aumento de poder?
R. Yo no he pedido m¨¢s poder. He pedido m¨¢s respeto al presidente en su funci¨®n arbitral. Cuando termine el debate sobre el reglamento hay que plantear de una vez por todas qu¨¦ hacer con el poder de arbitraje y de direcci¨®n que ostenta el presidente de turno. Es necesario abordar un estatuto, o ll¨¢mesele como se quiera, para la presidencia. Debe ser objeto de un gran pacto pol¨ªtico, de modo que a la presidencia hay que intentar dejarla al margen de las escenificaciones de los conflictos. No se le puede hacer objetivo de los conflictos de cada d¨ªa o de cada hora. El presidente del Congreso, cualquiera que sea el resultado de las elecciones, tiene que ser una figura institucional que no vote, incluso aunque su voto pueda ser decisivo en un momento determinado, y a cambio hay que llegar a un compromiso para dejarlo al margen de las peleas y las emboscadas pol¨ªticas. De esa forma dejar¨ªa de llevarse bien, o mal, con unos o con otros.
P. Pero antes est¨¢ el reglamento ordinario. ?Conf¨ªa en que, por fin, estar¨¢ listo para enero?
R. Hay un acuerdo formal, presentado en p¨²blico por los dos grupos mayoritarios, socialista y popular, al que hay que incorporar a los grupos minoritarios.
P. Ahora mismo, el hemiciclo est¨¢ en obras para instalar ordenadores en los pupitres de los diputados. ??sa es la parte m¨¢s importante de la modernizaci¨®n inform¨¢tica?
R. No; es lo m¨¢s visible, pero se trata de un plan de modernizaci¨®n para tres a?os. Al inicio de la pr¨®xima legislatura, cada diputado recibir¨¢ una oficina personalizada, con un m¨®vil, una agenda electr¨®nica, un ordenador personal y su despacho, que contar¨¢ con todos los medios para que est¨¦ permanentemente conectado con el Parlamento, con su grupo parlamentario y con sus electores, porque cada diputado tendr¨¢ su p¨¢gina web. Podr¨¢ trabajar a cualquier hora del d¨ªa y est¨¦ donde est¨¦.
P. Eso podr¨ªa conectar con la idea que usted ha expresado en alguna ocasi¨®n de potenciar la figura individual del diputado. ?Cree que ahora est¨¢ excesivamente condicionado?
R. S¨ª. La vida pol¨ªtica deber¨ªa oxigenarse un poquito m¨¢s d¨¢ndole m¨¢s relevancia a la figura individual del diputado. ?Ojo!: creo firmemente en los partidos. No soy partidario del esp¨ªritu asambleario, pero s¨ª de un marco de trabajo que ofrezca m¨¢s posibilidades al diputado. En el Parlamento hay gente muy buena, muy preparada, que con otro esquema de trabajo podr¨ªa dar m¨¢s de s¨ª, enriqueciendo el debate y, sobre todo, haciendo m¨¢s felices a sus votantes.
Un presidente al que le gusta exponerse
AL EX PRESIDENTE del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo se le atribuye un sarcasmo, dirigido al que fue presidente del Congreso en la etapa de UCD, Landelino Lavilla: "Est¨¢ expuesto". Se refer¨ªa a cierta solemnidad hier¨¢tica que, en mayor o menor medida, ha acompa?ado a todos los que han ocupado el sill¨®n presidencial en el Congreso. Nunca esa pulla habr¨ªa podido dirigirse a Manuel Mar¨ªn. Ha hecho sustituir el sill¨®n ornamental por otro m¨¢s funcional, anat¨®mico y de aspecto oficinesco, por un problema de espalda.
Pero no es el sill¨®n lo que m¨¢s le separa de sus antecesores. Sus maneras de actuar al dirigir los debates contrastan con el aire de sosiego que dicta el estereotipo de un presidente parlamentario.
Tambi¨¦n fuera del hemiciclo se ha hecho notar: ruedas de prensa y declaraciones, muy infrecuentes para este cargo, adem¨¢s de su empe?o en renovar las estructuras de la casa, incluido el reglamento, le han granjeado serias dificultades con los jefes de fila parlamentarios.
En algunos momentos, su relaci¨®n con los portavoces de los partidos mayoritarios y con alguno de los minoritarios ha estado m¨¢s cerca del grito que del di¨¢logo sosegado al que invitan el mobiliario y la decoraci¨®n del viejo despacho presidencial y sus aleda?os.
Le desconciertan las que llama "emboscadas" parlamentarias y es consciente de que, en ocasiones, se las tienden a ¨¦l mismo, como presidente de la instituci¨®n. Es algo que le altera ostensiblemente porque detesta la pol¨ªtica de pillos y marrulleros.
Est¨¢ a punto de conseguir que el ambiente a?ejo del hemiciclo del Congreso contraste, desde el pr¨®ximo septiembre, con la imagen actual de un ordenador en el pupitre de cada diputado. Ser¨¢ como borrar cierta p¨¢tina sepia de una de las fotograf¨ªas m¨¢s conocidas del teatro parlamentario.
Sabe que a veces resulta inc¨®modo, incluso para sus correligionarios, y algunos de ellos le acusan de recrearse en esa suerte, tan peligrosa en pol¨ªtica. La figura de Mar¨ªn no aparece expuesta en el hemiciclo, pero dir¨ªase que le agrada exponerse en otra acepci¨®n del verbo.
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