Las mujeres marcan el paso
En el Ej¨¦rcito ya no se hace todo por cojones". Es la frase que, dicha informalmente por una comandante m¨¦dico como Inmaculada Sierra, sintetiza lo que ha supuesto la incorporaci¨®n de las mujeres a las Fuerzas Armadas (FF AA). No hace tanto tiempo de eso (1988), pese a que la Constituci¨®n espa?ola de 1978 establece la plena igualdad entre hombres y mujeres.
Su inmersi¨®n ha sido paulatina y progresiva: se han necesitado tres leyes (la ¨²ltima, de 1999) y alg¨²n decreto para conseguir que ellas accedan a la vida militar en las mismas condiciones y con las mismas oportunidades y posibilidades que ellos. Y el Ej¨¦rcito, con 12.813 mujeres en sus filas, ya no parece tanto, seg¨²n ellas, "ese mundo que empieza donde termina la l¨®gica".
La publicidad del Ej¨¦rcito ha surtido efecto. "Ven, aqu¨ª hay un mundo para ti" y "Todo lo que te propongas" fueron algunos esl¨®ganes con la imagen de una mujer
Se han necesitado tres leyes (la ¨²ltima, de 1999) y alg¨²n decreto para conseguir que las mujeres accedan a la vida militar sin ning¨²n tipo de limitaciones
Esther Y¨¢?ez, de 33 a?os, se convertir¨¢ en septiembre en la primera mujer que asuma en la Armada espa?ola el mando de un buque de guerra
"Ni una l¨¢grima. A la que llore me la como. Aqu¨ª apechugamos todas", recuerda que les dec¨ªa a sus compa?eras de promoci¨®n la comandante Sierra
Ya son amplia mayor¨ªa (91,7%), con respecto a los hombres, las que entran como militares de complemento (temporales, por un m¨¢ximo de 12 a?os) a puestos t¨¦cnicos y de asesoramiento con rango de oficiales (de alf¨¦rez para arriba: teniente, capit¨¢n, comandante y teniente coronel). Llegan muy preparadas porque esta v¨ªa de acceso exige titulaci¨®n universitaria. Y est¨¢n dando un vuelco a esta instituci¨®n a base de cualificaci¨®n. Pero todav¨ªa sus posibilidades de llegar a puestos de mando desde ah¨ª es complicada por la temporalidad del contrato y porque en eso, de momento, y mientras no se modifique la legislaci¨®n vigente, el Ej¨¦rcito mantiene sus tradiciones: si no se ha pasado por la academia de Zaragoza (Tierra), Mar¨ªn en Ferrol (Armada) o San Javier en Murcia (Aire) no hay nada que mandar.
Laura -mejor dicho, y a falta de una feminizaci¨®n de la nomenclatura militar- la caballero legionario paracaidista (CLP) Carretero Pag¨¢n, de 19 a?os, ha llegado hace unos d¨ªas desde la escuela de San Javier a la Brigada Paracaidista (Bripac) del acuartelamiento Primo de Rivera de Alcal¨¢ de Henares (Madrid). Toca lanzamiento y anda enzarzada en una lucha con los correajes del paraca¨ªdas y el fusil. Un total de 20 kilos para sus 1,65 metros de estatura y sus 46 kilos de peso. Con ellos debe saltar del T-19 que acaba de aterrizar en la base militar de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid) este caluroso jueves veraniego.
Pero parece que lo tiene claro: "La primera vez que me sub¨ª a un avi¨®n me tuve que tirar", dice recordando su primer salto, hace unos meses, en la escuela militar de Murcia. ?ste es el s¨¦ptimo, y los nervios de esta joven albacete?a est¨¢n a flor de piel. "La primera vez te tiras sin miedo. No sabes lo que es. Lo jodido viene despu¨¦s", dice. Y as¨ª lo confirma desde su despacho la sargento psic¨®loga de la brigada, M¨®nica Garc¨ªa Silgo, de 31 a?os, que a?ade que para ella, que ya hab¨ªa trabajado profesionalmente como civil, entrar en el Ej¨¦rcito ha sido como aprender otro idioma.
"Las patolog¨ªas son las mismas que en cualquier otro sitio, quiz¨¢ aqu¨ª hay m¨¢s trastornos de ansiedad. Es bastante com¨²n que un mal salto provoque fobias a los lanzamientos, tanto a ellas como a ellos", dice esta psic¨®loga, a la que, como a muchas, el Ej¨¦rcito le ha cambiado la vida, tanto profesional ("pude dedicarme a lo que quer¨ªa") como personal ("conoc¨ª a mi novio").
La propaganda de un Ej¨¦rcito con achaques de raquitismo (pas¨® de tener 364.500 militares en 1976 a 115.800 en 2005) ha surtido efecto. Laura Carretero, a punto de saltar por la rampa del T-19, asegura que lleg¨® a las Fuerzas Armadas, como muchas de sus compa?eras, despu¨¦s de ver aquellos anuncios de televisi¨®n: "Ven, aqu¨ª hay un mundo para ti", "Todo lo que te propongas". Eran algunos de los esl¨®ganes junto a los que aparec¨ªa la imagen de una mujer.
Invertir la tendencia
Son ellas, junto a los y las inmigrantes (hoy, un total de 1.408, procedentes en su mayor¨ªa de Ecuador y Colombia), las que han comenzado a invertir la tendencia descendente de la curva del personal militar. "Esto ha supuesto un importante esfuerzo desde lo m¨¢s b¨¢sico, que son las infraestructuras", explica la funcionaria de Defensa que se encarga de los asuntos de la mujer y que anuncia un Observatorio de la Mujer en las FF AA para septiembre. "Hablo de ladrillos, de acondicionar alojamientos, y a¨²n se est¨¢ en ello".
La comandante m¨¦dico Sierra, de 44 a?os, lo recuerda bien: "Llegu¨¦ a mi primer destino, el cuartel de Instrucci¨®n de Mariner¨ªa de Cartagena, como teniente, despu¨¦s de acabar la carrera de Medicina y de presentarme a los ex¨¢menes de las FF AA y cumplir un a?o de instrucci¨®n. Era la ¨²nica mujer en un cuartel con 1.200 marineros. Entr¨¦ en la c¨¢mara de oficiales y se hizo el silencio. Cuando pregunt¨¦ qu¨¦ ocurr¨ªa, me respondieron: 'Es que s¨®lo hay un ba?o y una taquilla'. No me pod¨ªa creer que aquella tensi¨®n se debiera a eso. Bast¨® con comprar un candado por 100 pesetas. 'Si estoy yo dentro os esper¨¢is todos, y si est¨¢is vosotros me espero yo, ni m¨¢s ni menos', les dije".
Esta mujer resolutiva, muy femenina y coqueta, que se queja de que todav¨ªa los uniformes pod¨ªan estar mejor adaptados ("si nos preguntaran a nosotras..."), que luce una melena larga rubia y una camiseta ajustada que resalta su feminidad vestida de civil, es la misma mujer que puso firme a una unidad entera el primer d¨ªa que oy¨® un silbido a su paso por el cuartel. La misma que no par¨® hasta que sali¨® el autor de aquel chiflido, y la misma que no se cort¨® un pelo en arrestarlo: "Fuera puede ser un halago, pero no puedo consentirlo en la formaci¨®n".
Tras acabar la carrera, se enamor¨® de un militar tambi¨¦n m¨¦dico, su actual marido. Empez¨® a conocer el Ej¨¦rcito, le atrajo, y entr¨® en la primera promoci¨®n (1990-1991) de "cuerpos comunes" (jur¨ªdico, m¨¦dico e intervenci¨®n). Es decir, utiliz¨® la ¨²nica v¨ªa de acceso habilitada para las mujeres civiles licenciadas en aquella ¨¦poca. Ahora ya pueden entrar como militares de tropa. La comandante Sierra fue de las que abrieron el camino. "S¨ª, hace falta car¨¢cter y te tiene que gustar", asegura.
Hoy es tambi¨¦n madre y su ¨²ltima misi¨®n fue en Irak. All¨ª estaba el d¨ªa que la resistencia atac¨® la base espa?ola de Nayaf, mientras su marido cuidaba en Madrid de su familia, "contra la imagen que todo el mundo tiene", comenta.
Las razones por las que otras mujeres veteranas y no tanto se enrolaron en las FF AA son diversas: familiares o conocidos militares, atracci¨®n por el deporte, por la aventura, por los viajes, salidas laborales... hay un poco de todo. Reconocen que pueden no tener m¨¢s fuerza f¨ªsica que los hombres, pero que en capacidad de sacrificio nos las gana nadie.
"Ni una l¨¢grima. A la que llore me la como. Aqu¨ª apechugamos todas", recuerda la comandante Sierra que les dec¨ªa a sus compa?eras de promoci¨®n. Coinciden todas en que es importante aguantar para que te respeten. "Una mujer se hace respetar por sus compa?eros cuando ante circunstancias adversas es capaz de superarse a s¨ª misma. Yo no soporto a las t¨ªas que se excusan porque tienen la regla. Y las hay. Muchas veces eso nos cuesta comentarios del tipo: '?sa se tiene ganado al general", comenta Marta Presa, tambi¨¦n comandante m¨¦dico con la especialidad de psiquiatr¨ªa.
"?Ya vale de t¨®picos! Es cierto que, de entrada, estaban un poco prevenidos contra la mujer. Las pocas que est¨¢bamos guard¨¢bamos las distancias. Es cierto que una instituci¨®n que era esencialmente masculina es machista por naturaleza, pero ahora no lo es m¨¢s que el resto de la sociedad". Con 37 a?os y ocho en las FF AA, ya ha cumplido misiones en Aviano (Italia), Kuwait, Irak, Afganist¨¢n, Alaska... y se libr¨® de ser una m¨¢s de las 62 v¨ªctimas del Yak-42 por su cabezoner¨ªa: "Le dije a mi superior que quer¨ªa quedarme hasta terminar mi misi¨®n y s¨®lo embarc¨® mi maleta".
El capit¨¢n de corbeta Juan Escrigas Rodr¨ªguez no ha olvidado el primer d¨ªa que llegaron 10 mujeres a su barco y la previa adaptaci¨®n de los camarotes. "Al principio hubo tirantez. No sab¨ªamos c¨®mo comportarnos. A ver si les va a sentar mal esto o lo otro, pens¨¢bamos. A la semana ya eran uno m¨¢s. Las mujeres han aportado al Ej¨¦rcito calidad humana y comprensi¨®n, y un poco de alegr¨ªa para nosotros, por qu¨¦ negarlo".
Pero los problemas existen, y si hay un lugar en el que aterrizan, es la Oficina del Defensor del Soldado. "Es cierto que el Ej¨¦rcito ha avanzado", dice Susana Plaza, una de las abogadas. Pero asegura que no es menos cierto que siempre hay casos que desmienten esa imagen m¨¢s moderna y progresista, como fue el caso sonado en 2002 de la soldado Dolores Qui?oa, que consigui¨® demostrar, no sin grandes sacrificios personales y econ¨®micos, que sufri¨® un trato vejatorio por parte de su superior, finalmente condenado.
?Acoso sexual?
"Los casos de acoso sexual son pocos, pero los hay. Ahora llevo el caso de un capit¨¢n de la base a¨¦rea de Salamanca que, a base de poner a las mujeres a recoger colillas y limpiar ba?os (cuando existe personal de limpieza) y ridiculizarlas ante sus compa?eros ha conseguido que todas las de la secci¨®n soliciten la baja por depresi¨®n", explica, y asegura que ha presentado todas las denuncias pertinentes. Defensa no facilit¨® a este peri¨®dico las bajas por depresi¨®n registradas.
La respuesta escrita, previo comentario de que el sujeto "es alcoh¨®lico", fue: "Le agradezco su discreci¨®n e inter¨¦s en que se mantenga la reputaci¨®n y buen funcionamiento de esta instituci¨®n pese a los errores y fallos que se les pueda imputar a sus individuos". Y el tema sigue en el aire.
Seg¨²n Plaza, hay otros aspectos a tener en cuenta: "La publicidad es enga?osa y el 90% de las personas que entran lo hacen con unas expectativas que no se cumplen. Falta informaci¨®n. Por ejemplo, no saben que no pueden irse por las buenas porque el compromiso m¨ªnimo que adquieren es de dos o tres a?os y no est¨¢ regulada una forma de resoluci¨®n de ese compromiso. Tambi¨¦n desconocen que no est¨¢ reglado el tema de las prestaciones por enfermedades comunes, es decir, que si caes enfermo y te tienes que ir, lo haces sin pensi¨®n ni nada de nada".
La comandante Presa insiste: "Puede que haya mucho menos acoso sexual en las FF AA que en la vida civil. Se juegan la carrera. Nosotras s¨®lo tenemos que dar un parte". En su opini¨®n, y tras trabajar en un hospital civil, la mujer ha suavizado el embrutecimiento de los militares. "Se podr¨ªa decir que hemos amariconado un poco el Ej¨¦rcito".
La presencia femenina en las FF AA ha sido m¨¢s notoria en los ¨²ltimos seis a?os. Desde que en 1999 se aprob¨® la Ley de R¨¦gimen del Personal de las FF AA, que suprim¨ªa las limitaciones para incorporarse a cualquier destino, el acceso de las mujeres ha sido masiva: m¨¢s de 4.600 entre 1998 y 2000, otras 3.500 m¨¢s en 2002 y unas 1.300 m¨¢s hasta 2005. Ya hay 12.813 mujeres en el Ej¨¦rcito espa?ol, el 11% de la plantilla, pese al escollo de las duras pruebas f¨ªsicas y a que los sueldos oscilan entre los 600 euros de un soldado y los cerca de 3.000 de un alto mando. En el Reino Unido, el porcentaje de mujeres en las FF AA es del 9% y del 12% en Francia.
Y en Espa?a no dejan de batir puestos. En septiembre pr¨®ximo, Esther Y¨¢?ez, con s¨®lo 33 a?os, se har¨¢ con el mando del patrullero Laya. Se convertir¨¢ as¨ª en la primera mujer en la historia de la Armada espa?ola que asume la responsabilidad de ser capit¨¢n de un buque de guerra. El empleo m¨¢s alto logrado por una mujer es el de comandante, de momento.
Muchas desempe?an sus funciones en despachos, pero ya hay tambi¨¦n mujeres en unidades de ¨¦lite como los legionarios. Hay pilotos, mec¨¢nicas, artilleras... "Siempre me hab¨ªa gustado, y cuando acab¨¦ Magisterio pens¨¦: ahora o nunca. Empec¨¦ siendo soldado. Pensaba que la casa hay que iniciarla por los cimientos". Habla la alf¨¦rez piloto Carmen Ortega (27 a?os), del Servicio de B¨²squeda y Salvamento (SBS) de Canarias. "En cierto modo te decepciona la arbitrariedad, la sinraz¨®n, el puteo innecesario", comenta recordando su paso por la academia. "Pero el Ej¨¦rcito en Espa?a tiene una labor humanitaria. Vamos a defender los intereses de nuestro pa¨ªs y a ayudar, no a pegar tiros a ning¨²n sitio. A ver si nos quitamos ya el clich¨¦ de Franco y de la Guerra Civil", a?ade. "Se est¨¢ renovando. Aunque queda gente de la vieja escuela, cada vez hay m¨¢s militares de complemento, gente preparada que ha tenido vivencias fuera. Se eleva el nivel cultural". Es llamativo que el 91,7% de los aspirantes a militares de complemento son mujeres. A este paso, las licenciadas copar¨¢n los puestos de oficiales en el Ej¨¦rcito.
La maternidad militar
Otra cuesti¨®n que el Ej¨¦rcito ha tenido que afrontar con la incorporaci¨®n de la mujer ha sido la maternidad. En un principio, la legislaci¨®n exclu¨ªa a las mujeres embarazadas de las pruebas de acceso a las academias militares. Ahora pueden hacer las te¨®ricas y aplazar las f¨ªsicas, guard¨¢ndose la nota. Adem¨¢s, la nueva ley establece que durante el embarazo se puede asignar, por prescripci¨®n facultativa, un puesto adecuado a su estado. Incluso el Ministerio prev¨¦ dotar a algunas instalaciones militares de guarder¨ªas.
La teniente de nav¨ªo Carmen Seara, de 32 a?os, periodista de titulaci¨®n, hija de militar y casada con militar, tiene tres hijos y uno en camino. "He tenido de todo: mandos sobreproteccionistas y otros excesivamente igualitarios. Y s¨ª, somos iguales en cuanto a derechos, obligaciones y oportunidades, pero un embarazo es un embarazo", dice despu¨¦s de rememorar las veces que ha tenido que recordarle a un mando que no le abriera la puerta, o el d¨ªa que no pudo sacarse los calcetines por fuera porque llevaba medias descanso: "El comandante alucinaba".
Inmaculada, Marta, M¨®nica, Esther, Carmen... Les queda mucho que batallar, pero apuntan alto sin querer renunciar a sus vidas. Unas con mucha mili y otras reci¨¦n llegadas, como Laura, que ya ha saltado: "1001, 1002, 1003, 1004", cuenta el tiempo que tarda en abrirse la campana del paraca¨ªdas. ?Buen vuelo!
Un modelo militar progresista
EN TODOS LOS EJ?RCITOS nacionales ha existido un cierto recelo hacia la incorporaci¨®n de la mujer en una instituci¨®n considerada tradicionalmente masculina. Aunque poco a poco su presencia se ha ido tomando como algo natural, existen a¨²n muchos pa¨ªses de la Alianza Atl¨¢ntica -no es el caso de Espa?a- donde su carrera profesional se sit¨²a en un plano de desigualdad considerable respecto a sus compa?eros varones. El modelo espa?ol de incorporaci¨®n de la mujer a los ej¨¦rcitos es uno de los m¨¢s progresistas, porque existen las mismas posibilidades de progresi¨®n en la carrera que para el hombre.
Hay varias razones que propiciaron la incorporaci¨®n de la mujer a los ej¨¦rcitos, no s¨®lo en Espa?a, sino en muchos otros pa¨ªses. Por un lado, la idea de no discriminaci¨®n, es decir, de la plena integraci¨®n de la mujer en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. Por otro, el descenso de la natalidad en los pa¨ªses occidentales. Hay menos hombres y, por tanto, crece la necesidad de que la mujer se incorpore a las Fuerzas Armadas. Por ¨²ltimo, la profesionalizaci¨®n de los ej¨¦rcitos. A medida que los ej¨¦rcitos se hacen profesionales tiene m¨¢s sentido que la mujer se incorpore a ellos. En algunos de los pa¨ªses de nuestro entorno se mantienen algunas limitaciones respecto a la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas.
En Estados Unidos, pa¨ªs con mayor n¨²mero de mujeres en sus ej¨¦rcitos (un 14% del total de efectivos), el personal femenino no puede desempe?ar cerca de un 20% de los empleos. No pueden formar parte de las tripulaciones de los submarinos (en Espa?a no existe esta limitaci¨®n) y est¨¢n excluidas de aquellos con alta probabilidad de contacto prolongado con el enemigo. En este pa¨ªs cuentan con un Comit¨¦ Asesor de Defensa sobre Mujeres Militares, creado en 1951, cuyas funciones son las de asesorar a las Fuerzas Armadas en materia de reclutamiento, desarrollo profesional y, en general, sobre pol¨ªticas relativas a la calidad de vida.
En Canad¨¢, las mujeres militares suponen el 10,8% del conjunto de las Fuerzas Armadas. Pueden acceder a todos los empleos menos a los de submarinos. Aunque no hay limitaciones, s¨®lo el 0,6% de las mujeres es personal de las tropas de combate.
En el Reino Unido, el 7,9% del personal militar son mujeres. En este pa¨ªs existe una pol¨ªtica de no discriminaci¨®n por razones de sexo con la que se busca conseguir la plena integraci¨®n de la mujer en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, tienen vedado el acceso a empleos a bordo de submarinos y a la infanter¨ªa de marina. Actualmente se est¨¢n revisando estas limitaciones, siempre que ello no suponga un perjuicio a la operatividad de la fuerza.
En Alemania, hasta junio de 2000 las mujeres s¨®lo pod¨ªa acceder al Servicio de Sanidad y M¨²sicas Militares.
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