El hombre de la cruz
Esta imagen la hubiera envidiado Luis Bu?uel, ese cineasta genial tan dado a vestirse de cura. Don Luis se pon¨ªa los h¨¢bitos para divertirse, pero tambi¨¦n porque de tanto disfrazarse se hab¨ªa dado cuenta de que esa vestimenta hac¨ªa que la gente lo tratara con condescendencia, y adem¨¢s tambi¨¦n sab¨ªa que, contra lo que dice el refr¨¢n: el h¨¢bito s¨ª hace al monje, y al cura, y al fraile; es m¨¢s, ¨²ltimamente da la impresi¨®n de que la ¨²nica diferencia sustancial entre un cura y un se?or conservador de derechas es justamente el h¨¢bito. Por esta fotograf¨ªa pasa el eje de Europa, no el eje franco-alem¨¢n, que est¨¢ a la baja, sino el que va de la Iglesia al f¨²tbol, que mueve verdaderas masas.
Por esta fotograf¨ªa pasa el eje de Europa, no el eje franco-alem¨¢n, que est¨¢ a la baja, sino el que va de la Iglesia al f¨²tbol, que mueve verdaderas masas
Yo empezar¨ªa a desmontarla por abajo, por el calzado de los protagonistas: la ni?a que aparece en el extremo derecho lleva unos zapatos abiertos de los lados y cerrados de la punta que, sumados al elegante paso que est¨¢ efectuando, nos invitan a pensar en la bailarina que ah¨ª se estaba gestando. El hombre del h¨¢bito calza las sandalias del pescador y al chaval que le ayuda se le ve poco convencido, debe de ser el sobrino o el hijo que se ha visto obligado a cooperar con la empresa cr¨ªstica de su t¨ªo o padre, y que para manifestar su desapego, se ha puesto un par de botas ostentosas que son la ant¨ªtesis de las sandalias. Lo mismo ha hecho el ni?o que est¨¢ encaramado en la porter¨ªa. Otra posibilidad es que los ni?os estuvieran jugando al f¨²tbol cuando apareci¨® el hombre de la cruz y entonces tuvieran que ayudarle para que cruzara r¨¢pido el campo y no entrara en conflicto el eje de Europa.
Es en la parte media de la fotograf¨ªa donde empieza a notarse cierta metaf¨ªsica; si barremos la imagen ahora de izquierda a derecha, encontraremos que el ni?o subido en la porter¨ªa, que probablemente jugaba de portero cuando sobrevino la aparici¨®n, mira con intensidad al cielo, quiz¨¢ buscando explicaciones, o tambi¨¦n, dejando de lado la metaf¨ªsica y entrando en la simple f¨ªsica, puede ser que lo que mire sea una planta superior del edificio donde est¨¢ su madre, que, alarmada por el hombre de la cruz, le grita que suba inmediatamente a cenar. El sobrino o hijo cooperante carga su parte de cruz con extrema ligereza, no parece que el material del que est¨¢ construida pese mucho; en cambio, al hombre del h¨¢bito se le ve encorvado y doliente, como si no pudiera con el peso excesivo de su sacrificio. La ni?a de la extrema derecha mira algo m¨¢s all¨¢ de la porter¨ªa, es probable que detr¨¢s vengan m¨¢s hombres dolientes cargando su cruz, o una fiera, un perro furibundo que ha hecho que el ni?o se suba a la porter¨ªa y que la ni?a mire con aprensi¨®n sus fauces, ya cercanas, que en un abrir y cerrar de ojos pueden ir a parar al pantal¨®n del ni?o o al fald¨®n del padre o t¨ªo. Sobre el m¨¢stil de la cruz, a unos cuantos cent¨ªmetros del travesa?o, puede verse la cabecita, lejana y enigm¨¢tica, de otra ni?a. En la parte superior es donde la imagen adquiere todo su v¨¦rtigo pol¨ªtico: del balc¨®n central cuelga una alfombra turca que ve de lejos lo que acontece en el eje de Europa. Yo preferir¨ªa regresar a la idea de que Luis Bu?uel hubiera envidiado esta imagen y, a partir de ¨¦sta, asumir con entereza lo primero que pens¨¦ cuando vi por primera vez esta fotograf¨ªa: pens¨¦ que don Luis se hubiera sentido muy atra¨ªdo por la graduaci¨®n que en esta foto hab¨ªa experimentado su disfraz, porque no es lo mismo disfrazarse de cura que andar de cura doliente cargando una cruz, y pens¨¦ que tanta l¨®gica bu?uelesca no pod¨ªa tener m¨¢s autor¨ªa que la de ¨¦l mismo, y que ese hombre del h¨¢bito es el Bu?uel aut¨¦ntico, una tarde de octubre en Santa Coloma de Gramenet.
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