Vieja Espa?a
Un hombre fue a pedir ayuda a los guardias civiles, y le mataron. Nueve, y un teniente: no se sabe cuantos participaron (todos), pero s¨ª que hab¨ªa armas prohibidas (porras el¨¦ctricas, extensibles) que estaban en activo, cargadas. Como en la vieja Espa?a, en los poemas de Lorca, en los relatos de Sender de Casas Viejas (acaba de salir una importante edici¨®n hecha por el Instituto de Altos Estudios Aragoneses, de Huesca, con notas abundantes de Mart¨ªnez Pis¨®n). La vieja Espa?a la tenemos tatuada en el inconsciente. Esto sucedi¨® hace diez d¨ªas; hasta ayer no se han dado las voces de alarma, en las columnas de entrada de las primeras de los peri¨®dicos. Ha tenido que impulsarlas el forense, ha tenido que nombrar un abogado la familia de la v¨ªctima, ha tenido que intervenir el juez civil -una juez- para que "el caso" salte de una nota en p¨¢ginas interiores al volumen del esc¨¢ndalo. Entre tanto, el cuartelillo -Roquetas de Mar, Almer¨ªa- ha dicho que hubo que emplear "la violencia adecuada". Se ha hecho lo que se deb¨ªa hacer, dijo el presidente del Gobierno Aznar cuando expuls¨®, drogados y maniatados, a unos inmigrantes; ante los inmigrantes se paran todas las declaraciones mundiales y particulares de derechos humanos, y ante el racismo. "Sucedi¨® lo que ten¨ªa que suceder", dijo el presidente del Gobierno Aza?a tras la matanza de anarquistas de Casas Viejas, hombres, mujeres y ni?os, y el ca?oneo y el incendio del pueblo. Pero no dijo lo que minti¨® la derecha de entonces, la derecha de guerra: "?A la barriga, a la barriga!", al enviar los guardias. Era el infundio de siempre, el estilo con que hablan del atentado de Atocha durante el cual estaban en el poder.
El que quieren sacar ahora para imprecar al ministro del Interior: que ya deb¨ªa estar haciendo declaraciones diarias y explicando lo que vaya sabiendo ante la diputaci¨®n permanente del congreso. Dicen que todav¨ªa no hay datos suficientes: pero el director general de la Guardia Civil s¨ª habla, y es difuso y confuso. Deb¨ªa estar ya alejado del cargo; no por lo que ha sucedido, que es suceso interno y repentino, ni por la actuaci¨®n de nueve de sus guardias y un teniente, sino por sus palabras de amparo. La Espa?a antigua, en la que Lorca dec¨ªa que no lloran "porque tienen de plomo las calaveras". "Con el alma de charol, vienen por la carretera. Jorobados y nocturnos, por donde animan ordenan. Silencios de goma oscura...". ?sa es la Espa?a antigua: no vale ni con Aznar ni con Zapatero: porque no quieren los espa?oles.
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